Las campañas a gobernadora se encuentran en un punto crítico. Semana crucial del segundo debate y de tener empate técnico. Sin duda la diferencia disminuirá y las proyecciones de votos se cerrarán. Por un lado, la maquinaria de Morena, el partido en el gobierno federal, utilizará todo tipo de artimañas, que como oposición repudiaba, y ahora como gobierno las considera moral y éticamente correctas. Tal y como se ha denunciado quitan propaganda de la contrincante, fingen encuestas para manipular información, amenazan con eliminar programas sociales federales o utilizan vehículos oficiales del gobierno estatal de Veracruz aquí en Toluca. Por el otro lado, las y los ciudadanos batiéndose en la batalla de hacer el máximo esfuerzo para convocar a la participación. Si la convocatoria ciudadana vence al abstencionismo Alejandra será Gobernadora. De lo contrario, más por omisión que por acción, el oficialismo se habrá impuesto.
A mí me llama la atención que, en esta situación tan confusa, los gobiernos de los estados, especialmente los de partidos diferentes a Morena no saben bien cómo ubicarse. Es como si vivieran la adolescencia de ese ámbito gubernamental. Se debaten entre ser opositores o ser colaboradores del gobierno federal para impedir que les quiten tanto recursos materiales como humanos y, peor aún, presupuestos.
De momento muchos ciudadanos están enojados, con justa razón, por la conducta de las y los políticos y quienes los rodean (amigos, compadres, familia). Un ejemplo, las casas de los hijos de López Obrador que rentan de proveedores del oficialismo. Y ahora hasta los militares entran en el cada vez más grande desastre de la corrupción: los viajes familiares y el departamento de lujo del general secretario, por supuesto que agravian a las y los ciudadanos que tienen acceso a la información. Mientras tanto, la mayoría están más preocupados por ver qué comerán sus hijos, a veces se enteran de los actos de corrupción y el contraste con su situación hace aún mayor el enojo.
Los cada día más graves actos de corrupción muestran que la agenda de ciertos políticos está lejos de la agenda ciudadana. Quienes están en redes sociales observan de cerca los abusos que generan más desigualdad. La hiperconexión es una ventana a través de la cual podemos ver que los hijos de los gobernantes de la 4t utilizan aviones privados para viajar y viven en casas lujosas, usan ropa de marcas caras y exhiben su vida de príncipes. Los hijos de la 4t son sumamente privilegiados, aunque no son los únicos. El resto de los familiares también gozan de múltiples beneficios. Los agravios se acumulan, la ciudadanía busca culpables, busca quién se la pague, no quién se la hizo. Así que los políticos de carrera terminan por ser los más odiados.
Ante esta ola de permanente observación, muchos políticos se ven limitados a actuar y vivir fuera del guion. Es más fácil permanecer en el confort del cargo público o el retiro. Muchos ciudadanos quieren y han deseado que se actúe en contra de las y los corruptos de gobiernos pasados y piden que los gobernantes que vengan encarcelen a los anteriores. Dice Fernando Mejorado (estratega político) que saben que “los carniceros de hoy serán las reses del mañana”. Las y los ciudadanos buscan congruencia en la identidad del político, quieren que al tener un cargo público actúen con responsabilidad y con ética.
Eso sí, los fans seguidores de la 4t prefieren ver mentiras disfrazadas de verdades. Eso me trae a la cabeza la historia que cuentan sobre la mentira y la verdad. Dice el cuento que la mentira invitó a bañarse a la verdad. La verdad se resistía a entrar en la ducha, pero la mentira, insidiosa y tenaz como suele ser, la convenció. La verdad decidió aceptar y cuando estaban juntas en el clímax de aquella relación, la mentira corrió llevándose la ropa de la verdad. La verdad no quiso salir, le dio miedo y desde entonces la mentira sale vestida de la verdad. A muchos seguidores de la 4t les importa más la mentira vestida de verdad que la verdad desnuda.
A estos seguidores de las mentiras les gustan las palabras simples, tal vez sin sentido, pero que satisfacen su necesidad de escuchar que los políticos, los anteriores claro, tienen la culpa de todo lo malo. Esas mentiras generan una narrativa y el discurso presidencial les fomenta su enojo contra el malo, contra el victimario. No están enojados con ellos mismos por no buscar ser mejores, están enojados con los políticos anteriores y ahora con la clase media, el chivo expiatorio que les ha construido el discurso presidencial.
Debemos tener muy claro que en esta campaña está en juego la confianza en la congruencia de las contendientes. Si pierden la confianza pierden el liderazgo propio, aunque tengan uno prestado, pierden su marca y perderán todo. Entonces surgen preguntas, ¿cómo es posible que una de ellas esté vinculada a proceso por haber sustraído recursos de los salarios de los trabajadores del ayuntamiento de Texcoco, tenga una sentencia y, sin embargo, maneja un discurso antisistema (estatal) y anticorrupción?, ¿no debería más bien ofrecer disculpas y asumir su responsabilidad en sus muy cuestionables actuaciones en la administración pública? El riesgo que enfrentamos con candidatas así es una mayor degradación de la vida política.
La congruencia es y debe ser una característica de las contendientes. Quién tiene mejores resultados, quién es más creíble, quién tiene liderazgo y voz propios, quién ha demostrado más talento y capacidad a la hora de conducirse en el servicio público. Para que los políticos recuperen la confianza de las y los ciudadanos tendrían que apartarse de los actos y decisiones que lastiman a la sociedad y generan dolor.
Esta contienda no es de ideologías, es de personas. Tú, ciudadana y ciudadano responsables, tienes el gran reto y gran oportunidad de decidir qué destino quieres tener: uno plagado de mentiras y de ineficacia destructiva, o uno que tenga congruencia y resultados probados, en el que tu voz sea escuchada y te rindan cuentas sin remilgos. Esta contienda es de decir claro y fuerte “NO te creo” ante las reiteradas mentiras y revisar quién tiene los mejores resultados para probar que puede ser mejor gobernadora.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.