Hasta parece una broma de mal gusto. Omar García Harfuch, lo quiera o no el presidente Andrés López Obrador, representa todo lo que ha utilizado y señalado como parte de lo peor de anteriores gobiernos, sobre todo, porque está vinculado con los expresidentes Felipe Calderón y Vicente Fox a través de Genaro García Luna.
Harfuch, inevitablemente, fue parte activa del equipo de García Luna, exsecretario de Seguridad con Calderón y exdirector de la Agencia Federal de Investigación con Fox, es, de acuerdo a lo que ha expresado constantemente López Obrador, algo así como la encarnación del mal.
La razón es evidente, el rencor guardado por el tabasqueño en contra de ambos expresidentes es inocultable, por lo que, el proceso que se sigue en la Corte de Estados Unidos en contra de García Luna es utilizado constantemente por el mandatario cada vez que lo necesita.
Sin embargo, y como es del conocimiento general, García Luna fue declarado culpable en el vecino país y no en México, por nexos con el narcotráfico, a lo que el oriundo de Macuspana le ha sacado jugo hasta más no poder, el “olor a sangre” lo alentó a pedir que el enjuiciado declarara como testigo para evidenciar el contubernio entre autoridades y crimen organizado en los sexenios pasados.
Al respecto, no se puede dejar de lado que, casualmente, el nombre del titular del ejecutivo federal se escuchó por parte del abogado César de Castro en el juicio, durante el contrainterrogatorio que hizo a Jesús “El Rey” Zambada el 14 de febrero de este año, sobre el pago de siete millones de dólares.
Lo anterior, motivó a que López Obrador asegurara que demandaría al abogado que se atrevió a nombrarlo; aunque, posteriormente, el 8 de agosto, casi seis meses después, anunció que había decidido no denunciar por calumnias y difamación al abogado al haber sido mencionado en la Corte Federal de Brooklyn.
Pese a los argumentos que expresó López, entre ellos, que el jurista goza de impunidad en su país, y mostrándose sumamente indignado, a través de una misiva que le envió al abogado fechada el 27 de junio de 2023, entre otras cosas le dijo: “No omito confesarle que tenía muchas ganas de denunciarlo, No solo por cuestiones personales, sino por su actuación alevosa y arrogante de poner en duda la dignidad del presidente de México”.
Aunque, a decir verdad, no parece que tal pronunciamiento hubiese sido con el afán de denostar a la institución que en este momento representa López Obrador, más bien, se trata de un tema personal, y por supuesto, el antecedente surge antes de que fuera nombrado presidente de México. Lo cierto es que seguramente los abogados que consultó le dieron muchas razones para no continuar con su envalentonada demanda.
Por principio, López Obrador tendría que haber demandado al abogado en aquel país, en caso de así decidirlo, pero no como presidente constitucional mexicano, además de que no fue un señalamiento hecho a la ligera, porque surgió de otro proceso, por lo que no se veía nada fácil que pudiera obtener un fallo en su favor; en primer lugar, porque no está en suelo azteca en donde posiblemente sentiría que todo estaría en su favor y, en segundo, y más importante, porque tendría que someterse como ciudadano a la resolución judicial norteamericana, con un resultado de consecuencias reservadas.
Lo anterior es necesario recordarlo, porque el nombre de Omar García Harfuch se presenta como una fuerte opción para el interés de Morena y por supuesto, de López Obrador, para conservar en su poder la Ciudad de México, y como ya es bien sabido, cuando el interés de López por un personaje cambia, inmediatamente cualquier responsabilidad que pudiera tener se limpia por obra y gracia de la divinidad.
Ahora bien, a la pregunta que realiza López, de que si Harfuch es tan malo ¿por qué no han presentado denuncias? La misma debería responderse para el caso de Genaro García Luna, porque en México se mantenía libre de toda culpa, y fue hasta que se inició su proceso en la Corte Americana cuando “algo” empezó a funcionar en el sistema jurídico nacional.
Y no se trata de que sea o no responsable Omar García sobre los hechos en los que se le involucra, todo se ha generado entre los mismos morenistas, esta vez, ¿a quién se refiere López Obrador, acaso al subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas, quien fue el que mencionó el nombre del susodicho por el asunto de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa?
Para López, unos son culpables sin necesidad de presentar pruebas, en consecuencia, son sometidos y sentenciados desde sus mañaneras, y otros, que se miden con diferente regla, son inocentes hasta que “alguien” presente pruebas. De esa forma se observa el cumplimiento de la ley en este sexenio, de acuerdo a la exclusiva interpretación que se ofrece desde palacio nacional.
Omar García Harfuch ha entregado algunos buenos resultados en el tema de seguridad en la Ciudad de México, si se compara con otras entidades del resto del país, en los que la delincuencia materialmente tiene sometida a toda su población; puede ser quizás, porque se trata de la capital del país, aunque no debe negarse la presencia de esos grupos, de acuerdo a sus propios informes.
Lo que sí es necesario diferenciar, es que en el resto del país los encargados de la seguridad observan serias limitaciones para poder actuar en contra del crimen organizado y común, los recortes presupuestales y la entrada del Ejército materialmente somete a los diferentes cuerpos de seguridad, lo que no sucede con la responsabilidad que tiene, o tenía, García Harfuch, dado que, siendo el consentido de la segura candidata a la presidencia del país por Morena, Claudia Sheinbaum, materialmente era intocable y libre para actuar.
Un poco de congruencia…