Comunicación de riesgo, ausente

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Publicado en Opinión

Comunicación de riesgo, ausente

Miércoles, 01 Noviembre 2023 07:31 Escrito por 
Ricardo Joya Ricardo Joya La tribu entera

Observar las escenas de la devastación que provocó el huracán “Otis” provoca que se piense en los momentos que debieron vivir las personas en Acapulco y las comunidades aledañas. Se han difundido testimonios de sus experiencias, durante el paso el fenómeno natural, así como las horas y días posteriores a la tragedia. Las cifras de fallecimientos siguen sin ser claras y precisas. Una semana después, sigue el desconcierto y la duda.

El vacío de las autoridades sigue marcando el suceso, empezando por no dar el aviso oportuno antes de que “Otis” tocara tierra.

¿Si usted estuviera a punto de vivir una situación de riesgo -en cualquier ámbito de su vida- le gustaría ser advertido para preservar su salud, integridad y patrimonio? Es muy probable que la respuesta sea “sí”. Saber de algún peligro con antelación nos ayudaría a decidir correctamente.

Esa es la función esencial de “comunicación de riesgo”: que toda persona “sea capaz de tomar decisiones informadas para mitigar los efectos de la amenaza (riesgo), como el brote de una enfermedad, y tomar las medidas y acciones de protección y prevención”.

De acuerdo con las organizaciones Mundial de la Salud (OMS) y Panamericana de la Salud (OPS), la comunicación de riesgo es el “intercambio en tiempo real, de información, recomendaciones y opiniones, entre expertos y/o funcionarios y personas que se enfrentan a una amenaza (riesgo) para su sobrevivencia, su salud o su bienestar económico o social”. Permite “identificar y poder manejar, desde un inicio, los rumores, así como la desinformación y otros desafíos de la comunicación”.

Eso precisamente faltó en Guerrero: una efectiva “comunicación de riesgo” que le permitiera -a los habitantes y paseantes- decidir con respecto a su integridad y su patrimonio. Seguramente eso hubiera disminuido el impacto y, sobre todo, la pérdida de vidas.

El suceso de Guerrero -cuyo foco más llamativo se ha centrado en Acapulco- es ejemplo de las omisiones que concluyeron en una tragedia para las familias que ahí habitaban y para quienes pasaban días de trabajo o descanso. La irresponsabilidad de las autoridades –de los tres órdenes de gobierno- al hacerse “de la vista gorda”, ha dejado como saldo -más allá de lo material- muertes y familias que han perdido un patrimonio edificado durante muchos años.

Una buena parte de la destrucción y los fallecimientos se hubieran evitado con una comunicación responsable, clara, oportuna y suficiente que advirtiera las amenazas de una circunstancia tan compleja como un fenómeno natural, sobre todo en una zona que es altamente propensa a vivir ese tipo de escenarios.

La comunicación de riesgo es esencial para salvar vidas y requiere la presencia, atención e intención activa de quienes saben de los riesgos (expertos), los responsables de la acción pública (autoridades) y quienes son afectadas y afectados (población).

Es pertinente que todas las autoridades de los tres órdenes de gobierno conozcan y empleen esa comunicación para prevenir tragedias, porque -desafortunadamente- el calentamiento global, de acuerdo con los expertos, hará más frecuentes ese tipo de fenómenos y que en pocas horas pueden cambiar el rostro de las comunidades y enlutar a familias enteras.

En 1997, en octubre, se registró el huracán Pauline o Paulina. En ese momento, el presidente de la República, Ernesto Zedillo Ponce de León, se encontraba en Berlín, Alemania, atendiendo una gira de trabajo. En cuanto se enteró de la magnitud del suceso, decidió suspender las actividades internacionales y regresar inmediatamente para conocer directamente la situación y tomar las medidas que permitieran “recuperar la normalidad”.

Inicialmente se había pensado que el regreso se haría a la Ciudad de México y de ahí, luego de unas horas, se volaría hacia la costa del Pacífico para recorrer la zona de los daños. El presidente -en pleno vuelo y al recibir información de la dimensión de la tragedia- decidió llegar desde Alemania directo hasta Acapulco. No hubo escala. Bajando del avión, inmediatamente inició el recorrido.

Naturalmente, el huracán de aquel momento también provocó daños y muertes -prácticamente inevitables en un fenómeno de esas dimensiones-; sin embargo, la atención personal del presidente y de su gabinete fue rápida. Durante los siguientes días hizo recorridos, al menos en tres ocasiones por semana y encabezó -allá en Guerrero- reuniones de evaluación con los tres órdenes de gobierno, al tiempo que se tomaban decisiones para proveer los recursos necesarios.

Ahora, la imagen del recorrido se concentró -para mala fortuna del presidente- en un jeep militar donde él se quedó varado en medio de un camino lleno de lodo. Finalmente, todo comunica.

PERCEPCIÓN

En la zona de Cacalomacán, en Toluca, algunas de sus calles están en riesgo de sufrir daños materiales de consideración, provocados por las intensas lluvias y el abandono -de años- en la infraestructura. ¿Las autoridades harán algo o se esperarán a que ocurra algo grave?

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Ricardo Joya

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