Es consciente Claudia Sheinbaum de no tener imagen propia, es consciente que el capital político es de su mentor, es consciente que nada podría estar haciendo como candidata a la presidencia de México si no es por el impulso que desde el inicio del sexenio le otorgó el presidente y todavía candidato Andrés López Obrador.
El presidente, para la mala fortuna de los mexicanos y de quienes votaron por él, no ha dejado un minuto de asumirse como eterno candidato a la presidencia, no se dio cuenta que en el 2018 venció a sus opositores con un amplio margen con más de 30 millones de votos de ciudadanos libres que creyeron en él y en lo que prometía.
Esos millones de votos que son recordados a cada momento por sus feligreses, y utilizados hasta el cansancio por los líderes de su Movimiento de Regeneración Nacional, quienes cómodamente tomaron la oportunidad del peregrinar de su líder que forjó un movimiento real y que decayó en lo de los políticos de siempre, con personajes reciclados de todos los colores. De aquellos que una vez fueron odiados pero al doblarse se permitieron pasar por un arco de iluminación para ser perdonados.
Manuel Bartlett, solo por mencionar un ícono de atropello político, es uno de los ejemplos claros del interés y del llamado “chapulineo”, hoy convertido en pieza importante, que más que estar en la condición que hoy le conocemos, al infame personaje se le tendría que estar investigando por muchas cosas aún pendientes, o en su caso, invitarlo a Estados Unidos a pasar unos días de merecido descanso.
Pero personajes como el mencionado no son de la mayor importancia, pues quien lo fue, lo es y, peor aún, lo seguirá siendo hasta los últimos días de su existencia, es el tabasqueño, no caminó tantos kilómetros en medio del sol, y visitó tantos pueblos alejados como ningún otro como para conformarse con tan solo seis años de gobierno.
No, López Obrador continuará en el escenario político eternamente, y Sheinbaum, prefiere no ocultar, ni aún por vergüenza, la condición de ser únicamente una marioneta que presta su voz y su imagen, que hace no mucho dejó de tener como científica, para convertirse en un reflejo de lo que necesita el inquilino del lujoso palacio de gobierno.
No es un secreto que Claudia Sheinbaum no puede salir a sus giras sin antes ver las mañaneras del mandatario, bien sabe que durante ese modelo de comunicación es a través del cual, se le indica qué es lo que debe hacer, qué decir y cómo comportarse. Tan claro como el haber cancelado su visita a la FIL a pesar de haber comprometido su asistencia.
Pero ese mensaje, como otros, son la conexión que necesita la candidata morenista para saber a dónde sí y a dónde no; especialmente, es atenta a los calificativos expresados en ese espacio para repetirlos sin cansancio alguno, además, no habría por qué, no necesita personalidad ni ideas propias.
La condición no es otra, tendrá que repetir lo que dice López, tendrá que continuar con su política, con sus deseos. Su tarea no será ver a un México mejor, sino a un personaje que le dio la oportunidad de crecer, mejor que nunca, además, no tiene elección.
Aunque, por otro lado, el líder único morenista hace tiempo que perdió el piso, ya no más esos acercamientos con el pueblo bueno y sabio a los que sigue halagando, siempre y cuando no le “mienten la madre”, los que sin chistar solo aceptan las dádivas que se les da y obedientes, hacen todo lo que se les pide.
Mientras tanto, un joven político, a quien el presidente pensó que se lo echaba a la bolsa por haber llegado a ofrecerle su ayuda, como padrino en bautizo, le ha dado tremenda vuelta a la opinión que merecía su país hace muy poco. Nayib Bukele ha demostrado más temple que muchos no se imaginaron tendría, puso orden en el tema de seguridad en su país, varios son los que están observando todo lo que realiza.
Bukele, puso el dedo en la llaga para, determinado, irse con todo en contra de la inseguridad que parecía ser el segundo nombre del país centroamericano, aunque enfrentando diferentes voces y, particularmente, defensores de los derechos humanos; con mano dura ajustó cuentas con las Maras. Ahora, Bukele presume la paz que ha adquirido el Salvador.
Mientras que, en México, la cantidad de homicidios son el reflejo de la zozobra que se ha apoderado de gran parte del territorio nacional, es el tamaño del abandono de las fuerzas de seguridad, es la medida bochornosa del sufrimiento del pueblo mexicano. Más de 173 mil muertes violentas, las que, por más que se quiera disfrazar y echar culpas a otras administraciones, son por cuenta propia, se dejó crecer y en este momento representan el fracaso de la inexistente estrategia de “abrazos y no balazos”, tan defendida por su creador hasta la vergüenza.
¿Cuál es la encomienda de Claudia?, por cierto, tan alejada de la propaganda que se vende por todo México, “Es Claudia”. No, no lo es, porque su obligación es continuar con las obras que en la 4t creen que van a rendir los frutos que se imaginan, será la continuidad de un proyecto, que no es uno con el que se pueda vanagloriar, es otro el autor; tiene nombre y firma.
No hay más, no existe más, no hay un proyecto de nación, actualmente solo es la visión de una sola persona, cuyo legado se encuentra muy alejado del que debería de ser para un estadista empeñado en construir los cimientos para las futuras generaciones, con los que pudieran ser capaces de conquistar un lugar propio en el contexto mundial, no siguiendo prácticas de modelos que han demostrado que no sirven más que para la clase política que los gobierna.
Claudia Sheinbaum representa la continuidad. ¿de qué? En su propaganda habla de libertades; esas por las que lucharon por muchos años cuando se encontraban en la oposición, mismas que poco a poco han ido perdiendo importancia, y que tan solo han quedado como frases propagandísticas.