La historia nos ha enseñado que los pueblos se hartan de las injusticias y al final de cuentas acaban con quienes las aplican. La esclavitud fue abolida, las monarquías derrocadas, al igual que las dictaduras.
En estos momentos, vemos a un pueblo harto del crimen organizado, harto de que, como en los campos algodoneros, los amos se llevaran a las esclavas para hacer de ellas sus juguetes de placer o en los palacios, los “nobles” reclamaban derecho de pernada y las doncellas perdieran su virginidad al pasar por las sábanas del “señor”.
En Texcaltitlán, y me atrevo a decir que en todo el sur del Estado de México, la gente está harta de que “la maña” secuestre a sus hijas, de que encarezcan los productos alimenticios, de que les quiten sus tierras. Tal como sucedió con las personas del “vulgo” o con los esclavos, estas personas se están revelando. El viernes fuimos testigos de escenas dantescas. Vinos la forma brutal en que fueron asesinados los integrantes de la Familia Michoacana.
Esta carga tan fuerte se ha convertido en un peso para México y para nuestra entidad. La gobernadora Delfina Gómez Álvarez bien hizo en pedir el auxilio de la Marina y de la Guardia Nacional de manera permanente en Texcaltitlán. La rebelión de quienes habitan la comunidad de Texcapilla pone en peligro la vida de todos los habitantes de Texcaltitlán, porque el crimen organizado no va a querer ceder el control que ha ganado. No se ha dado cuenta que ya hartó a quienes ha sometido con tremendos abusos. Ese hartazgo, que se vio reflejado en la furia con que mataron a los criminales, pese a que iban fuertemente armados, le puede costar la vida a todo el pueblo de Texcaltitlán. Sabemos cómo actúan los criminales. Sólo ayer mismo vimos lo que está pasando en Michoacán.
La gente está haciendo justicia por propia mano y eso deja al descubierto su odio, su acedia (falta de esperanza para mejorar) y su desesperación, al grado de no importarles entregar su vida a cambio de ya no estar sometidos a tanta crueldad.
Esperemos que no nos toque ver algún tipo de venganza que extralimite todo lo que hemos visto.
Deseamos que verdaderamente no los dejen solos como dijo la gobernadora Delfina Gómez. No queremos volver a ver matanzas o hechos como los de los 13 policías que asesinados en una emboscada en Coatepec Harinas.
Queremos un Estado de México en paz, en el que las mesas de paz si den resultados y vivamos sin miedo. Es impresionante ver que los integrantes de la célula delictiva iban vestidos con ropa del ejército, incluso con la bandera de México, y fuertemente armados.
El secretario de Seguridad tiene una gran responsabilidad. No es momento de culpar a los gobiernos anteriores, sino de poner manos a la obra. Saben de qué se trata y saben que no es fácil, pero es momento de actuar.