Los cuestionamientos sobre el engaño y riesgos que representan las vacunas va en aumento cada día en medios internacionales de amplia circulación que se difunden masivamente en redes sociales, pero que reporteras o reporteros y sus jefes mediocres ven con desdén y prefieren quedar como una especie de voceros de las instituciones de salud.
Los casos que se difunden son graves y merecen, al menos, una exhaustiva investigación para alertar no solo lectores sino al pueblo en general. No es así tristemente, ante fuertes intereses económicos o de publicidad o casos de mediocridad en importantes fuentes que por décadas se han ido a la basura por estar en manos de comunicadores que prefieren callar que investigar.
El caso del herbicida glifosato en las vacunas infantiles fue denunciado por la investigadora Stephanie Seneff científica senior en el Laboratorio de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial del instituto Tecnológico de Massachusetts.
Sus estudios concluyeron que la presencia de glifosato en las vacunas infantiles provocan autismo y disforia de género, pero que los más inquietante es la presencia de glifosato en muchas vacunas del calendario, incluida la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubeola.
La científica dedujo que hay grandes cantidades de aluminio en las vacunas. “Por ejemplo, la VPH (Vacuna del Papiloma Humano) que ha sido dado a las chicas adolescentes está cargado de aluminio. Esta es una vacuna muy mala. La investigue también y tiene muchas más severas reacciones que las otras vacunas que les dan a esas mismas chicas.”
Las vidas de las chicas están siendo destruidas, hay gente muriendo, quedando inhabilitada por enfermedades autoinmunes por culpa de esta vacuna. Así que el glifosato deja que el aluminio traspase las barreras del intestino a la sangre, de la sangre al cerebro. El glifosato lleva el aluminio a la glándula pineal, que esta fuera de la barrera hemato-encefálica, que es más susceptible.
Presidente de la ONG Franature