El amor, ese sentimiento complejo que nos hace sentir mariposas en el estómago, que nos hace vibrar intensamente, nos sonroja y nos dibuja sonrisas en nuestro rostro; ese sentimiento que impulsó a Fernando Pessoa a escribir cartas de amor ridículas, porque como el mismo decía: todas las cartas de amor, si hay amor, tienen que ser ridículas; el mismo sentimiento que inspiró a Pablo Neruda a componer "Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada", dedicados a Albertina Azócar, su niña Tenocha.
El amor, ese sentimiento tan complejo y tan universal, en ocasiones nos enfrenta a relaciones que, lejos de ser un refugio de bienestar, se convierten en un tormento para el alma. En ese viaje, nos sumergimos en un océano de emociones contradictorias, donde la pasión y el dolor se entrelazan.
Es en esa vorágine de sentimientos donde encontramos el desamor, un estado tan desgarrador como inevitable en la experiencia humana. Alfonsina Storni, con su pluma sensible, logró capturar la esencia de esta agonía emocional, describiendo con dolorosa precisión cómo el amor puede conducirnos hasta el abismo del sufrimiento más profundo, que nos hace amar hasta llorar, hasta morir.
La experiencia de perderse a uno mismo en el amor nos hace confrontar la realidad de que, en ciertas ocasiones, el amor puede ser tan arrollador que terminamos perdiendo nuestra individualidad y esencia en el trayecto. Como expresaba Rosario Castellanos: "y entonces supe: yo no estaba allí, ni en ninguna parte, ni había estado nunca, ni estaría”.
En este periplo amoroso nos vemos enfrentados a la paradoja de buscar la plenitud en medio del sufrimiento.
No estaría mal que en la construcción social del amor, empecemos por erradicar aquello de que el amor duele y enfatizar en cambio que para comprender lo que es el amor, se necesita estar dispuesto a experimentar ese sentimiento, comenzando por uno mismo. Quien no se quiere a sí mismo, carece de capacidad para amar a otros.
Amar a uno mismo implica aceptarse tal como se es. Esta aceptación permite entonces aceptar a los demás. El amor se manifiesta a través del respeto, la empatía, la lealtad, el cariño y la nobleza. El amor no se caracteriza por el sufrimiento ni se condiciona.
Es esencial comprender que si brindamos amor, también debemos recibir amor a cambio; y viceversa, si recibimos amor, debemos corresponder con amor.
Cuando no sentimos amor por alguien, no debemos sentirnos obligados a permanecer en esa relación; sin embargo, también debemos ser capaces de reconocer cuando alguien no nos ama, y aprender a retirarnos y valorarnos en consecuencia.
Así que este 14 de febrero, como diría Pablo Neruda:
Quiero que sepas
una cosa.
Si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.
Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.
Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinado
oh, amor mío, en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor…