Circula en redes sociales un video, cuya autora es María de Bernal, titulado Verdaderas mayorías, y se refiere a su experiencia en las juntas escolares. María cuenta que a las juntas de padres de familia asisten con regularidad un máximo de 30%. No son la mayoría, pero sólo se cuenta con ellos, así que los ausentes se aguantan y soportan las decisiones tomadas. Esto mismo ha sucedido en los procesos electorales en la historia de todos los países. Por ejemplo, en la Rusia de principios del siglo XX, los bolcheviques llegaron al poder con sólo uno de cada cuatro electores, porque mediante propaganda y polarización, incluida una alta intensidad de violencia, se inhibió la participación de la mayoría de la sociedad. En Alemania, en los treinta del siglo pasado, con el nacionalsocialismo, sucedió algo similar. Ese partido llegó al poder con tan sólo uno de cada tres electores, con el mismo método de división y polarización, la idea era desalentar a las dos terceras partes de quienes tenían derecho al voto para que no lo ejercieran, así una minoría se convierte en una mayoría ganadora.
Nuestro país ha experimentado fenómenos similares. En la corta historia de la democracia mexicana, desde que los ciudadanos contamos los votos y tenemos resultados confiables, hay candidatos que han ganado con un 30% de participación. Se ha llegado al extremo de procesos donde sólo han votado uno de cada cinco electores. Esa minoría capitaliza a su favor el ausentismo, la apatía, el desencanto, y hasta el miedo de las mayorías. No es coincidencia, como queda claro, el bombardeo de violencia e inseguridad con el cual nos enfrentamos a diario. Es una estrategia para que una minoría decidida por todos.
Para incentivarlos a votar, quisiera rescatar la intervención final de Xóchitl Gálvez en el segundo debate presidencial. La candidata destacó que en México tenemos dos opciones: claudicamos o despertamos. Claudicar significa corrupción, violencia, falta de medicamentos, mentiras y autoritarismo… por lo menos. Este gobierno ha intentado triturar al poder judicial, además de desaparecer al INE y las instituciones autónomas. Este es el sexenio más violento de la historia, la inseguridad la vivimos a diario y tenemos el récord mundial en homicidios violentos y desapariciones forzosas. Y de la corrupción, uno de los principales motivos del triunfo de López Obrador, tenemos múltiples protagonistas, desde sus hijos hasta sus grandes amigos, que se concretan en el (mal llamado) Tren Maya, Segalmex (Ignacio Ovalle), Conade (Ana Guevara), Dos Bocas (Rocío Nahle), etc. Por otro lado, está el tremendo descuido en las principales responsabilidades que debe tener un gobierno. La educación peor que nunca, el sistema de salud, colapsado. Presumen crecimiento económico, pero el PIB habrá crecido tan sólo 1% (promedio anual), entregan obras de infraestructura sin concluir (refinerías que no refinan, la megafarmacia sin medicamentos, aeropuerto vacío, presas sin agua). ¿Eso queremos realmente las y los ciudadanos? ¿Apostamos a la continuidad de estas desgracias? No podemos permitir que un solo hombre rencoroso y bastante ignorante nos gobierne (por interpósita persona) desde La chingada.
Frente a la propuesta de la continuidad del desastre que nos encamina al abismo, Xóchilt nos propone un México sin miedo. Un México en el que podamos exaltar tres valores fundamentales. Primero, el valor de la vida, para dar significado a nuestra existencia y tener condiciones para disfrutar de ella. Lamentablemente, cada uno de nosotros recordamos a un familiar o amigo enfermo o muerto por el mal manejo del COVID o hemos escuchado de muchos niños que no recibieron el tratamiento contra el cáncer, justo por la irresponsabilidad de este gobierno.
Segundo, el valor de la verdad, para poder expresarnos sin engaños. Durante más de cinco años López Obrador ha pronunciado, todos los días, más de 80 mentiras y afirmaciones que no se pueden confirmar o comprobar. López Obrador miente permanentemente como forma de gobierno y como política pública. Además, a partir de sus mentiras ha generado una importante confrontación de buenos contra malos. Esta situación es muy lastimosa para quienes queremos vivir en paz.
Tercero, el valor de la libertad, no sólo de diferir y opinar diferente, de que se respeten nuestros derechos, también de poder dedicarnos a una actividad que sea lícita, de tener una empresa o negocio que prospere, de circular con libertad por el país, de caminar por calles seguras, de vivir sin miedo. No olvidemos que la libertad da pleno sentido a la vida.
Estos tres valores, la vida, la verdad y la libertad, no son suficientes porque necesitamos prosperidad, para que nuestros hijos puedan ir a la escuela, a la universidad, puedan acceder a un empleo digno y bien pagado.
Esta debe ser nuestra tarea como ciudadanos, que cada uno tome su trinchera. Xóchilt nos llama a despertar. Nos propone construir el México que merecemos y merecemos más de lo que ahora tenemos, el reto es convencernos de eso. Xóchitl nos desafía a atrevernos a trabajar por un país que dé oportunidades de desarrollo, a cumplir el sueño de tener un gobierno que esté de nuestro lado y de nuestra familia, que rinda cuentas y entienda que sólo administra nuestro dinero. Este sueño lo podemos hacer realidad al ser protagonistas del cambio. Si sumamos la fuerza de las ideas, no tenemos otras ni las hay mejores, con la fuerza de todas y todos tocando puertas y abriendo los corazones de quienes no están convencidos, les aseguro que el cambio es posible y está en nuestras manos. No formemos parte de la mayoría silenciosa que tiene que asumir las decisiones de otros, tomemos la iniciativa, decidamos ahora. Que nadie nos mande.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.
https://twitter.com/juancarlosMX17
https://www.facebook.com/juancarlosMX17