Caminar por esas calles de viejos adoquines, por sus pasajes en edificios coloniales y admirar sus iglesias y monumentos es un viaje memorable por nuestra historia, la historia de un país longevo que se entrelaza con lo moderno de sus paredes pintarrajeadas, cortinas de negocios maltratadas, pandillas que se volvieron grupos de hampones, asesinatos, extorsiones, secuestros, desapariciones forzadas, despojos de viviendas, hospitales saturados sin medicina… Y todo se mira desde aquí, desde esta antigua cafetería del Centro Histórico, muy cerca de la oficina de Claudia. No está oculto, se vive y se observa a diario.
Lo que México quiere, y por lo que eligió un nuevo gobierno, es paz. Que visites a tu familia sin miedo a que te asalten en alguna carretera; que salgas a beber una cerveza con la seguridad de que no te “dará un levantón” algún delincuente o la policía; que camines por la calle sin miedo a ser secuestrado o que te “desaparezcan”; que duermas seguro o segura de que tus hijos o hijas están bien; que si es indispensable acudir al médico tengan medicinas; que tu cartera te alcance para despensa, alimento, ropa y pagar deudas; que en las catástrofes naturales tu gobierno te extienda la mano; que tengas luz, agua, suministros vitales; que tus hijos tengan una educación de calidad y encuentren trabajo; que tu o tus hijas regresen vivas… Pero no parece quedarles claro.
Brenda, mi siempre amable waitress, me dice: “Yo voté por AMLO”. Le creí cuando dijo que quería convertir la honestidad en forma de vida y de gobierno. Pero nos mintió. Todo fue una vil patraña, una simulación y lo que se comprometió a hacer quedó en una fachada de la cual lucraron su familia, sus cómplices y toda esa sarta de priistas traicioneros que hoy se visten de guinda, reniegan y se dan golpes de pecho…
Cuando tomó protesta como presidente, Andrés dijo que tenía la convicción de que la crisis de México se originó por el predominio de la más inmunda corrupción pública y privada. Nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes y de la pequeña minoría que ha lucrado con el influyentismo…
Andrés lucró con las emociones frágiles de un país victimado. Fue tanto como abrazarte hipócritamente cuando tienes luto. Fue inteligente y se aprovechó de nuestro resentimiento por la desigualdad económica, social, de la inseguridad y de la violencia. Aquel 1 de diciembre de 2018, en una hora y 20 minutos de discurso, nació la esperanza, pero terminó su gobierno sin que nada se transformara.
Tú no, Claudia
Aquel primero de octubre de 2024 renació en los mexicanos “la esperanza”, slogan político de una ideología que invadió a México desde el 2018, pero ahora parecía distinto. Llegó Claudia anunciando el inicio del segundo piso de la Cuarta Transformación. “…hoy, después de 200 años de la República y de 300 años de la Colonia, después de al menos 503 años, por primera vez llegamos las mujeres. ‘Digo llegamos, porque no llego sola, llegamos todas’…”. Pero no, no han llegado todas, ni el país se ha transformado, sigue viviendo entre masacres, desastres ambientales, no escucha, se volvió un club de privilegiados y el poder es usado para someter… “Las mujeres seguimos protestando, pero nos siguen matando y su policía sigue o inmiscuida o no hace nada”.
“México necesita a Claudia. Te mienten, te dan cifras manipuladas, te obligan a confrontarte con México. ¡Tú no, Claudia, carajo, voltea a vernos!”… Brenda, mi siempre amable waitress, me entrega mi cuenta. “Gracias por escucharme. Mañana seguimos platicando” —me dice—. Hasta otro Sótano.
Mi X @raulmandujano
