En la teoría, quienes ganen las elecciones del próximo domingo 2 de junio (¡no se olvide de votar!) tendrán la capacidad para liderar y dirigir las decisiones públicas que impactarán en la vida de quienes habitamos en el Estado de México, e incluso en quienes tienen relaciones económicas, sociales o políticas en la entidad. Se supondría que quienes sean electos por la ciudadanía, tendrán los mejores atributos para asumir una tarea política y administrativa.
Asumirán las responsabilidades políticas y públicas en los tres órdenes de gobierno: Como integrantes de un Cabildo o en las presidencias municipales de alguno de los 125 ayuntamientos; como legisladores locales en la Cámara de Diputados estatal; como diputadas y diputados federales; como integrantes del Senado de la República y, finalmente, en la Presidencia de la República.
Sin embargo, observando las campañas políticas que iniciaron en marzo pasado (en el caso de las federales) y en los últimos días de abril (en el caso de las locales), son pocos los candidatos y las candidatas que muestran competencias de liderazgo real, sumadas a la energía, iniciativa, ideas y claridad que les permitan resolver los problemas que enfrentamos en los municipios, en el estado y el país.
Hipotéticamente, quienes ahora compiten por un cargo de elección popular cuentan con los mejores atributos para ganar la elección. En el caso de quienes por primera vez incursionan en la política, quizá damos por hecho que tienen la experiencia, el conocimiento y la integridad para desempeñarse correctamente en el ámbito público. La realidad es que no es así.
Hablando del ámbito local, son contados los casos de personas que están luchando (imaginando que hacen todo el trabajo necesario para ganar) por ocupar un lugar en un Ayuntamiento o en el Poder Legislativo mexiquense. Lamentablemente, no todas las personas que obtuvieron una candidatura aportaron la información necesaria para que podamos conocer más de ellas o de sus propuestas y mucho menos de los cómo pretenden concretar sus ideas.
Algunos personajes -porque en eso se han convertido- han optado por hacer un manejo histriónico en redes sociodigitales y se han olvidado de los encuentros con la ciudadanía, salvo un recorrido por las calles -dizque para saludar a la gente- y otros más parece que compiten por hacer el contenido más ridículo o por transformarse en influencer de las redes, porque de propuestas, identificación de las necesidades más apremiantes o explicación de los cómo lo resolverán, es casi imposible encontrar información.
Y ni hablar de que sostengan encuentros con medios de comunicación o entrevistas a profundidad (que no sean arregladas y pagadas), donde las personas candidatas sean cuestionadas para encontrar qué pasa en el fondo de sus cabecitas -e incluso hasta en el interior de sus corazones- qué piensan, sienten, valoran, analizan, argumentan y deciden.
Hace unos días escuché en la radio a un “flamante” candidato que ni siquiera sabía bien a bien qué municipios integraban el distrito que aspira a representar, o el caso de una joven candidata que hablaba con mucho entusiasmo, aunque con poco conocimiento de los problemas que eran de urgente resolución y mucho menos de las funciones reales que podrá desarrollar como posible legisladora.
En otros tiempos -como platicaba hoy con el maestro Julián Salazar, cronista de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma del Estado de México-, quienes tenían un cargo de responsabilidad política o administrativa eran cuestionados por las y los periodistas con respecto a problemas cotidianos o de largo plazo que había en su entorno y estaban obligados a responder con precisión y amplitud para acreditar que sabían de su trabajo. Ahora solo les basta -tanto a políticos como periodistas- subir un contenido en sus redes sociales y de ahí se arman las notas informativas o se extraen declaraciones. Ya hay menos interacción entre gente de la política y medios de información.
Eso ha provocado que la exigencia para la clase política sea menor, ante la complacencia de quienes trabajan en los medios de comunicación y que, incluso, han aceptado ser cada vez más marginados de las actividades “públicas” para evitar el contacto directo con las personas que toman decisiones administrativas.
Así que, en esas condiciones, con pésimas formas de comunicar y sin tener la certeza de que verdaderamente sean líderes, es como deberemos decidir.
Naturalmente hay excepciones notables que no solamente saben de la tarea que deberán desempeñar, sino que además se han preparado para comunicar mejor con la gente y conectar con sus aspiraciones y necesidades para convencerles de que les otorguen el voto. Ojalá que ese sea su caso -apreciable lectora o lector-, porque, de lo contrario, le deseo suerte para decidir y que quien elija en verdad sea la mejor persona.
#TodoComunica
En un entorno de alta y rápida visibilidad en la comunicación digital, es difícil ocultar los sucesos de violencia que ocurren en el proceso electoral. Las amenazas y agresiones contra candidatas en el Estado de México son preocupantes. Podría ser una jornada electoral de mucha tensión.