Ha cesado el periodo de las campañas. Después de una gran actividad de candidatos (mejor aún candidatas) y simpatizantes, las y los ciudadanos entran en un breve, pero beneficioso lapso de reflexión. Para algunos la decisión de votar está a la vista y por quién hacerlo también está presente en una buena parte. A estas alturas han evaluado a las personas candidatas, se han allegado de información de las propuestas, evaluado lo bien o mal que están el municipio, el estado, el país entero.
No obstante que cierto porcentaje de la población todavía participa de forma activa en los periodos electorales, lamentablemente, en el mundo se vive una regresión democrática, que tiene que ver con factores políticos institucionales, pero también económicos, sociales y culturales. La doctora en ciencias sociales Jacqueline Peschard, en su texto Diez dimensiones de la regresión en México, afirma que la democracia liberal tiene un desgaste global, y se ha observado que sólo cuando existen mecanismos de vigilancia y contención del poder, tanto institucionales como ciudadanos se puede ayudar a preservarla.
Los pilares que sustentan la democracia liberal, en todo el mundo, son paulatinamente socavados por gobernantes que fueron electos con las reglas democráticas, y luego crearon las condiciones para no dejar el poder. Estas acciones han hecho que se estanque la democracia. Como lo explicó Lorenzo Córdova el 26 de febrero, hay quienes una vez en el poder rompen la escalera democrática que los llevó allí. Estos gobernantes son los representantes del populismo y debido a su ascenso muchos países que antes eran considerados plenamente democráticos ahora tienen una “democracia híbrida” o de plano han transitado al autoritarismo.
También la confianza ciudadana se ha visto erosionada porque las autoridades e instituciones se han agrupado alrededor de estos políticos populistas que son extremistas y antisistema que han prometido corregir todo de golpe.
Ante los acontecimientos de los últimos cinco años, la joven democracia mexicana, se percibe como híbrida por la combinación de instituciones democráticas como el INE, el INAI, el Banco de México, el CONEVAL y la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y algunas en franco deterioro como la CNDH o la cooptación de la Cámara de Diputados y la cancelación, en los hechos, de otros organismos autónomos cuya función era limitar el poder del Ejecutivo en el diseño de país. Es más, la misma presidencia de la República se ha deteriorado como institución pues el poder se ha concentrado en la persona que detenta su titularidad.
Este detrimento democrático, que se observa en diversos países, pasa por algunas etapas bien identificadas. Empieza por censurar a los medios de comunicación, atacando a sus comunicadores y limitando compra de espacios a medios declarados hostiles. En nuestro país se acumulan los ejemplos desde Carlos Loret, pasando por Ciro Gómez Leyva, y más recientemente, María Amparo Casar, pero la lista es muy larga. En resumen, con este sólo aspecto podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el autoritarismo está de vuelta violentando derechos y libertades.
La democracia, dice la Dra. Peschard nace y muere, tiene un ciclo vital. Y no sobrevive si no hay ciudadanos que la defiendan. Identifica diversas dimensiones en el retroceso de nuestra incipiente democracia, en la destrucción del país, en el impacto en los mecanismos democráticos a través de políticas gubernamentales que lesionaron los derechos, libertades y confianza ciudadanas, violentaron la ley o dañaron instituciones que moderaban el poder:
- Los índices de pobreza y concentración del ingreso (desigualdad).
- Condiciones de inseguridad y violencia criminal que desafían al poder del Estado en cuanto a brindar seguridad y que en amplios territorios ganaron posiciones.
- Tendencia a la concentración del poder en manos del mismo presidente (no en la presidencia).
- Desprecio por la legalidad, abierta violación a las normas y desacato del poder judicial.
- Desmantelamiento del aparato burocrático estatal y sustitutos incapaces.
- Militarización de la seguridad pública y otras áreas de la administración pública.
- Embestida en contra de los órganos de control y contrapesos.
- Campaña contra el pensamiento crítico y científico.
- Constreñimiento de los espacios de acción cívica.
- Política de comunicación centrada en un discurso unanimista, encarnado en el presidente que desconoce cualquier corriente de pensamiento diferente a la suya, fomento de la polarización y eliminación de la interlocución plural.
Ante este panorama, tenemos una opción. Participar con decisión en el actual proceso electoral para darle un giro a favor de nosotros, de las y los ciudadanos. Con nuestro voto debemos devolver su espacio a las instituciones, reivindicar la libertad y la legalidad a favor de nuestras familias y del futuro de nuestro país. En este sentido, permítanme hacer una última acotación. Tengamos un voto eficaz, un voto útil que contribuya justo al objetivo de recuperar nuestras instituciones y fortalecer nuestra democracia. Nos vemos todas y todos en las urnas el próximo 2 de junio. Vivamos la fiesta de la democracia, asistamos a votar en libertad, que cada quien decida por cuál opción votar, ante todo con la confianza de que nuestro voto cuenta y será bien contado por vecinas y vecinos que estarán en las casillas.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.