Ya se escuchan voces que comentan los muy posibles raspones en la relación entre el todavía Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, y la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo. Confusión informativa cuyo tiempo y forma nos tienen preocupados a muchos.
Nuevas iniciativas y propuestas que han de aprobarse pronto, de manera principal la de los órganos autónomos y la judicial, de manera prioritaria a partir del 1º de septiembre, la toma de posesión de la presidenta o el último día del gobierno de AMLO, el 30 del mismo mes, en razón de las diferencias. Las nuevas propuestas cerrarán con broche de oro la administración, y como cereza del pastel, el comentario que viene manejando López Obrador de acudir al llamado de la presidenta, en el sentido, que si ella le pide su opinión, acudirá. ¿No que se iba a su rancho en Palenque de cuyo nombre no quiero acordarme; a escribir y alejarse de todo para siempre?
No. Las reformas son sólo el principio de un nuevo tiempo para México. Mucho será nuevo, y no necesariamente mejor.
Acerca de las reformas de AMLO, la presidenta electa, a pregunta expresa sobre las propuestas ha contestado con poca claridad, evitando comprometerse y proponiendo un parlamento abierto para su discusión. Con AMLO se ve difícil el cabildeo o el debate con sus huestes en la fracción morenista. Nos lo harán creer; a más de aprovechar los grupos, tribus y jalar a los poderosos. ¿Y los grupos de interés? Hay muchos resentidos y algunos en solitario que quieren integrarse y ¿luchar? En la batalla se han perdido personas muy valiosas y ha habido demasiadas pérdidas humanas.
El líder viene diseñando su plan y sus pasos con más precisión los últimos años: el juego de las corcholatas, cómo deshacerse de los más competitivamente autónomos, quiénes son leales y creen y han ayudado a construir el movimiento convencidos de él, y no menos importante quién no lo traicionará y protegerá a su familia y; alerta, ¿quiénes pueden formar un nuevo partido?
¿Cuál será el rumbo de Morena, quiénes se identificarán con el movimiento? ¿Se moverá lo suficientemente fuerte para evitar el surgimiento de nuevas organizaciones y partidos en donde encuentren respuestas las nuevas generaciones?
