Lluvia de quejas

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Publicado en Opinión

Lluvia de quejas

Lunes, 01 Julio 2024 00:02 Escrito por 
Hugo Antonio Espinosa Hugo Antonio Espinosa Sin riesgos

Todo cambia menos la queja. Primero por el calor intenso, luego por las contingencias ambientales, la contaminación y hasta por los incendios forestales. Ahora que va iniciando la segunda mitad del año, la queja continúa, pero ahora son las lluvias y las inundaciones las destinatarias del enojo ciudadano.

Quedarse atrapado durante horas en un paso a desnivel; que caiga un árbol encima de tu casa; que el transporte colectivo no avance por fallas eléctricas, o que no puedas salir de tu domicilio porque amaneció tu calle inundada, son también situaciones motivo de queja. Al cierre del año serán las bajas temperaturas y sus efectos, también motivo de queja. Quejarse es deporte nacional.

¿Qué podemos hacer para dejar de quejarnos? Lo primero será reconocer y aceptar los tiempos contrastantes que vivimos. En segundo lugar, aprender a vivir consciente de que en cualquier momento, el menos esperado, una situación extraordinaria modificará tu vida de tal manera que –quizá– ésta no vuelva a ser la misma y decidas cambiar. Un accidente puede marcar la diferencia. Saber que las emergencias se pueden prevenir y actuar en consecuencia, es la diferencia entre una ciudadanía resiliente y otra que opta siempre por la queja y la pasividad.

Según el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED), en uno de sus fascículos de divulgación denominado INUNDACIONES, indica que una inundación es “un evento que debido a la precipitación, oleaje, marea de tormenta, o falla de alguna estructura hidráulica que provoca un incremento en el nivel de la superficie libre del agua de los ríos o el mar mismo, genera invasión o penetración de agua en sitios donde usualmente no la hay y, generalmente, provoca daños”.

Si seguimos a pie juntillas esta definición, efectivamente, cualquier “penetración de agua” puede ser considerada una inundación, no obstante, para no quejarnos de las lluvias y sus efectos, los cuales tendrán vigencia de hoy hasta octubre, se propone empezar por distinguir una diferencia importantísima: No todo acúmulo de agua debajo de tu auto o encima de tus pies es una inundación; tampoco que se te mojen los zapatos, se te arruine el vestido o llegues tarde a tu clase de Ballet, significa una emergencia. Son sólo eventos adversos propios de la temporada y consecuencias de una convivencia social llena de contradicciones con el entorno.

En el contexto de la Gestión Integral de Riesgos de Desastre (GIRD), uno de los criterios técnicos más importantes e inmediatos a considerar –ojo, no es el único y depende múltiples factores– para distinguir un encharcamiento de una inundación, asimismo de sus consecuencias, es el nivel del Tirante o elevación de la superficie del agua sobre un punto en el terreno. Esta medición es fundamental, ya que a partir de 30 centímetros de Tirante del piso al espejo de agua (en una superficie regular y plana) tiene consecuencias que, de irse incrementando, comienza a tener efectos destructivos.

Uno de los métodos de análisis de riesgos empleados por el CENAPRED para evaluar los daños y pérdidas generadas por inundación, considera que el peso del agua es de 1,000 Kg/m3 y, generalmente, durante una inundación el agua se mueve a una velocidad que va de los 2.7 a los 5.4 mts/seg. Así, cuando un vehículo se atasca al intentar cruzar una corriente, por cada 30 centímetros que sube el agua, la fuerza lateral del agua es de 230 Kg; pero el factor más importante es la fuerza de flotación. Por cada 30 centímetros que sube el agua, el auto (un sedán, por ejemplo) desplaza 680 litros de agua, lo que provoca que el vehículo pese 680 kilogramos menos, de tal suerte que una corriente de agua de 60 centímetros de altura puede arrastrar a casi cualquier vehículo convencional. Ahí radica el riesgo, a partir de ahí podemos hablar de una inundación.

¿Imagina los efectos que puede causar en las viviendas y los enseres que aloja en su interior cuando en una inundación el Tirante alcanza un metro de altura? No se comparan con tres horas de caos vial ¿verdad? Por eso, es necesario reconocer que antes de que la vida social estuviera llena de autos y basura, nuestros espacios estaban cruzados e inundados por muchos ríos, lagunas y canales. Olvidar que el agua reconoce sus caminos originales es un error de la sociedad actual y es subestimar el riesgo de desastre. Esto es también protección civil. ¡Que su semana sea de éxito!

Hugo Antonio Espinosa Ramírez

Funcionario, Académico y Asesor en Gestión de Riesgos de Desastre

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