Alejandro Moreno “alito”, se encuentra muy ocupado afinando la estrategia que ha emprendido para mantenerse en la presidencia del Partido Revolucionario Institucional por cuatro años más. Lo único que le falta, es pasar el “tramite” de la Asamblea Nacional que se realizará entre julio y agosto.
Como ha sucedido con otros actores políticos; “alito” Moreno no viene a ser la novedad, la ambición por el poder (el poder es el poder) y jugosas prerrogativas, mueven al líder priista para continuar al frente del tricolor; aunque tal vez sea para aventarle la última palada al féretro que al día de hoy significa el otrora poderoso PRI.
Lo anterior, pese al peor desempeño de cualquier presidente nacional de ese instituto que se recuerde, pues el resultado de las elecciones llevadas a cabo el dos de junio pasado entregaron una posición como la que no se había visto desde que lo fundó el expresidente Plutarco Elías Calles, como Partido Nacional Revolucionario.
Aunque bien valdría la pena que explicara Moreno a los priistas porqué razón el partido ha venido a menos desde que tomó el cargo como dirigente nacional ¿Por qué se aferra a esa posición, a pesar de que bien sabe que no tiene en qué soportar su necedad?
Lo que sí es evidente, es que de acuerdo al ambiente político que se cierne en contra de la oposición por parte del presidente Andrés López Obrador, “casualmente” y de pronto, cesaron los ataques que surgieron en su contra; desde procedimientos legales, hasta las continuas menciones por parte de la gobernadora de Campeche: Layda Sansores. ¿Se ha preguntado usted la razón por la que lo dejaron en paz?
Tratándose de los incómodos al presidente, es fácil suponer cuando son doblados por la presión que ejerce sobre ellos directa o indirectamente para que las cosas se acomoden como mejor le parecen, por eso, dichos como: ¿cuánto gana Loret? Pueden dar luz a lo señalado, eso, por un lado, y por otro, menciones como las que le dispensó al exgobernador mexiquense Alfredo del Mazo reconociéndolo como demócrata, bien portado, pues esas declaraciones no se dan por casualidad, o que en verdad así le parezca el personaje al mandatario.
Las sospechas del comportamiento de “alito” Moreno tendrían que desplazarse desde el momento en el que fue electo como presidente nacional de su partido, ya que es importante recordar que fue palomeado por el mismo López Obrador, cuando opinó respecto de su postulación.
Para un partido con la historia y el reconocimiento que tiene el PRI, con la estructura con la que aún cuenta; los cuadros que lo integran y su institucionalidad; “bajar los brazos”, de ninguna manera podía haber sido opción ante la inminente llegada al cargo más importante de la Nación por un impuesto del líder morenista, y con el peligro que eso representaba, dada la trayectoria del tabasqueño que lleva en sus venas la sangre del PRI más exacerbado.
¿Qué hizo el PRI de “alito” Moreno para evitar la paliza que le recetó Morena en la jornada electoral pasada? Poco, muy poco. En lo que sí se preocupó, fue en apartarse un escaño en el Senado de la República para garantizarse otros seis años con hueso.
Pero ante la escandalosa derrota sufrida no se ha podido ver que el líder tricolor esté preocupado por dar explicaciones de nada a los priistas; al parecer, considera que todo lo que hizo fue apropiado y que logró colocar al Revolucionario en una posición de envidia.
El pésimo desempeño del PRI, contrasta con la terquedad de continuar dirigiendo los huesos del instituto, sin dejar de mencionar los cuadros que lo han abandonado. Moreno, sin preocupación alguna, busca reelegirse por otro periodo más, y a como le pinta el futuro al PRI se antoja más fácil que la selección mexicana de futbol sea protagonista con su mejor desempeño en la copa del mundo, que éste pueda recuperar su grandeza.
¿Correrá el PRI la misma suerte que padeció el PRD?
Es muy probable, se ha visto con descaro como los políticos se van de un partido a otro sin remordimiento alguno, haciendo uso del clásico pretexto que es por diferencias irreconciliables, las que no terminan siendo más que el repudiado chapulineo, que, no por ser una práctica común, deba ser, sin remedio alguno, aceptada. Es por eso que los únicos afectados siempre son y serán los ciudadanos. Mientras que las cosas no mejoren y se ponga orden para evitarlo, seguirá sucediendo, mientras tanto ¿quién llama a cuentas a los intocables representantes nacionales? ¿A quién deben dar explicaciones?
México se encuentra en la antesala de un sometimiento de la democracia, y lo único que atinaron hacer quienes estaban obligados a intentar hasta lo imposible para evitarlo, fue observar como espectadores y cruzarse de brazos. En el proceso electoral no se les observó activos, promoviendo hasta el cansancio a su candidata a la presidencia; únicamente buscaron acomodo en el Congreso. Moreno y Marko Cortés, líderes de PRI y PAN, respectivamente, tuvieron un desempeño para el olvido ¿No será acaso que fue precisamente eso lo acordado en lo obscurito? Digo, es solo pregunta.