En el ocaso del sexenio, un berrinche presidencial pone al Poder Judicial de la Federación, -uno de los tres poderes de la República-, bajo ataque de los otros dos poderes, de sus morenistas; en cambio, el Ministerio Público, las fiscalías locales y la federal, procuradores de justicia, donde se denuncian los delitos de la mayoría de la ciudadanía que se gestionan antes de llegar a los jueces, permanecen intocados. De los Ministerios Públicos “que averiguan los casos” no se habla, ni se menciona, y de la Fiscalía Federal y las estatales ni una palabra –están reservadas para el manejo del Ejecutivo– a pesar de ser autónomos, teóricamente.
La turbulencia generada por la Reforma Judicial ha omitido mencionar a las procuradurías, ministerios públicos y fiscalías, en especial la federal, organismos de la mayor importancia, ya que ahí se investiga e integra la carpeta, que se entrega al Poder Judicial.
No toda la ciudadanía votó por los legisladores y por Claudia Sheinbaum –todos ellos de Morena–; está confundida respecto al actuar de los poderes. La ciudadanía temerosa del ejercicio parcial de la justicia apoya lo que no saben ni entienden y los que se oponen lo hacen porque dudan de las razones e intenciones de AMLO.
El Presidente López Obrador, a 20 días de dejar de serlo, ha sobrepasado todos los límites constitucionales, dos de las reformas ya se han hecho, la de los adultos mayores y la desaparición de los órganos independientes. Tiene prisa porque sus 18 reformas constitucionales se materialicen, sobre todo la judicial que cambiaría el espíritu del Estado Mexicano y la Constitución Política. Faltan 17 congresos estatales que lo validen. Lo harán.
La preocupación de los inversionistas, de algunos países con quienes tenemos relación, por estos hechos que se reflejan entre otras expresiones en el tipo de cambio del peso, con relación al dólar, las dudas sobre el T-MEC y el retiro de inversiones que se habían anunciado, antes del berrinche presidencial dan fe.
El Estado Mexicano es republicano, ¿cómo sería entonces? ¿Continuaría el derrumbe de la democracia, se militarizaría totalmente -ya empezó-, no se crecería económicamente, la pobreza se agudizaría, la salud, la educación, la ciencia, la pluralidad cultural y más, seguirá en declive? ¿La presencia impune del crimen organizado será amiga Presidente?
