Lejos quedaron aquellos años en los que la noticia de una pareja de estudiantes que fueron descuartizados, cimbró la sociedad toluqueña; hoy es cosa de todos los días saber de embolsados, ejecutados, asaltos, robo a casa habitación y de autopartes; de violaciones tumultuarias e individuales y, por qué no, también de levantones al mero estilo de la famosa serie de Netflix: Narcos.
Muestra de ello algunos hechos recientes. La primera quincena de marzo, un hombre fue ejecutado a tiros dentro de un automóvil en calles de la Delegación de San Cristóbal Huichochitlán; el robo como posible móvil del crimen fue descartado. Días antes, frente al edificio de Casart, una mujer fue asesinada al interior de un taxi, a plena luz del día.
Este lunes, en Pueblo Nuevo Autopan, después de meterse a robar una casa e intentar vaciar un kínder, un grupo de sujetos fueron descubiertos por los vecinos, que intentaron acorralarlos para que no escaparan. Por poco todo acaba en linchamiento.
Un día antes, la noche del domingo, el cuerpo sin vida de un hombre quedó tendido sobre la carpeta asfáltica en medio de un charco de sangre, tras recibir varios impactos de bala sobre la calle de José Martínez de Los Reyes esquina con José López Portillo, en San Mateo Otzacatipan.
La gravedad del tema no se resume a echarle la culpa a un nivel de gobierno; sin embargo, la capital mexiquense es administrada por un gobierno, que además de no contar con una estrategia efectiva en el tema, es insensible e indolente, que osa argumentar que el aumento de la inseguridad es un tema de percepción.
Lo cierto es que el problema se les salió de las manos y no solo ha crecido la delincuencia tradicional, sino que ahora, Toluca ya es rehén de bandas del crimen organizado que se disputan la plaza.
Y para no dejar esta reflexión en el terreno de la especulación o de la perspectiva individual, recurro a los datos de la más reciente Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), que realiza el INEGI, la cual arroja lo siguiente: 84.4 por ciento de la población toluqueña considera inseguro su municipio y 92.8 por ciento del universo de entrevistados señaló como de alto riesgo usar el trasporte público de esta ciudad capital.
Para la elaboración de la encuesta se consideraron factores como la sensación de inseguridad por temor al delito (percepción), atestiguación de conductas delictivas o antisociales (conocimiento), percepción del desempeño de las policías (preventiva municipal, estatal, federal, gendarmería, Ejército y Marina) y cambio de rutinas por temor a ser víctima del delito (experiencias).
Evidencias hay muchas de que no se trata de percepción. Para nadie es novedad vivir en carne propia o conocer a una victima de los constantes asaltos violentos en transporte público. Diariamente nos enteramos de amigos y familiares que son asaltados, a quienes les arrancan su patrimonio en total impunidad.