Faltan menos de cinco semanas para las celebraciones de la Virgen de Guadalupe. Un ritual popular que se desarrolla en todo el país. Festejos multitudinarios acompañados casi siempre de pirotecnia. Cada año, irremediablemente, se tienen noticias de accidentes graves relacionados con el manejo, almacenamiento, traslado, o detonación de fuegos artificiales. Y entre los afectados siempre hay niños.
Hace casi dos años, la madrugada del 12 de diciembre de 2022, en la Comunidad de San Felipe Teotitlán, municipio de Nopaltepec, Estado de México, un acúmulo de artificios pirotécnicos estalló dentro de una patrulla, provocando la muerte de una persona y más de 20 lesionados, de los cuales 17 tuvieron que ser hospitalizados. Tres vehículos destruidos y un par de casas afectadas complementaron el saldo. Lo anterior en el contexto de los festejos de la Virgen de Guadalupe.
Tres meses antes, la noche del 10 de septiembre de 2022, en la comunidad de Coatepec, en el municipio de Santiago Tianguistenco, durante una Fiesta Patronal, al menos 28 personas resultaron lesionadas –entre ellas 5 niños– a causa de una serie de explosiones de pirotecnia en medio de una multitud que festejaba a su santo.
En EDOMÉX, entre los meses de septiembre y diciembre de cada año, se presentan de dos a tres emergencias graves relacionadas con la quema de pirotecnia. No obstante, dada la tradición y las costumbres propias de la época decembrina este fenómeno es constante. ¿Porque a los mexicanos nos siguen gustando las fiestas y las conmemoraciones cívicas y religiosas con artificios pirotécnicos, sin supervisión técnica, ni medidas de seguridad y prevención? ¿Por qué siempre los espectadores en la primera fila son niños, a quienes además se les permite manipularlos y detonarlos?
La pirotecnia es un fantástico espectáculo de tradición milenaria en muchos países del mundo –incluido el nuestro–, pero, sobre todo, es una actividad económica e industrial de alto riesgo y requiere un tratamiento técnico especializado, sea en menor escala y corta duración, ya que sus efectos destructivos son contundentes, pues su materia prima es la pólvora y junto a cualquier tipo de arma de fuego, está regulada por la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos (LFAFE), cuya autoridad responsable de su cumplimiento y vigilancia es la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA).
Almacenar, transportar, distribuir y comerciar pirotecnia requiere un permiso especial por parte de la SEDENA y la autorización para su comercio y quema por parte de la autoridad municipal. Es una profesión delicada y requiere precisión, cuidado y extrema precaución en cada uno de sus procesos. Por lo tanto, está prohibido el comercio de pirotecnia en mercados, tianguis, domicilios particulares y fuera de cualquier sitio que no posea autorización de la SEDENA y de la Unidad Municipal de Protección Civil.
El Artículo 37 y 39 de la LFAFE, respectivamente, indican que “los permisos específicos que se requieran en estas actividades serán otorgados por la Secretaría de la Defensa Nacional con conocimiento de la Secretaría de Gobernación” y, para su almacenamiento y venta, “se requerirá la conformidad de las autoridades locales y municipales del lugar respecto a la seguridad y ubicación de los establecimientos correspondientes”. En consecuencia, si usted compra pirotecnia –así sean chispitas, buscapiés y chifladores– en el tianguis, con el vecino o en cualquier otro lugar no autorizado, está infringiendo la ley y está fomentando una actividad de alto riesgo para usted mismo y sus vecinos.
Es tan delicado el tema del almacenamiento, transporte y manipulación de pirotecnia que, en el artículo 60 del Reglamento de la LFAFE, se ordena que, aunque el establecimiento en donde usted pueda comprar pirotecnia de manera legal cumpla con todos los permisos y medidas de protección, éste no le puede vender más que cierta cantidad, por su propia seguridad: “Los establecimientos con permiso general para la fabricación o para la compraventa de artificios pirotécnicos, podrán vender a particulares que no tengan permiso, hasta diez kilogramos en total de dichos artificios, de diversas características. Para cantidades mayores, se requerirá el permiso que otorgará la Comandancia de Zona o Guarnición Militar correspondiente”.
Si el marco legal citado tiene vigencia y es de estricto cumplimiento en todo el país y a la SEDENA le toca vigilarlo. ¿Por qué entonces es tan común ver la proliferación de “tienditas de cohetes” en los mercados y tianguis populares, así como niños quemándolos en cada esquina? Efectivamente, porque vivimos en México y aquí todo es posible. Por eso evite o aleje a los niños lo suficiente de una quema de pirotecnia. Y no olvide que el espacio más seguro lo hace usted mismo. ¡Que su semana sea de éxito!
Hugo Antonio Espinosa
Funcionario, Académico y Asesor en Gestión de Riesgos de Desastre
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