Rompiendo barreras en la educación. Margarita Chorné, primera mujer profesionista en la Historia de México.

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Rompiendo barreras en la educación. Margarita Chorné, primera mujer profesionista en la Historia de México.

Viernes, 24 Enero 2025 00:03 Escrito por 
Juan Manuel Pedraza Velásquez Juan Manuel Pedraza Velásquez Ecos del pasado

El 24 de junio la Organización de las Naciones Unidas festeja en Día Internacional de la Educación, este año 2025 su propósito es “inspirar reflexiones sobre el poder de la educación para dotar a las personas y a las comunidades de los medios necesarios para navegar, comprender e influir en los avances tecnológicos”. Bajo esta premisa a veces es permisible reflexionar sobre los retos y alcances de la educación en nuestro país y la evolución de ésta a través la historia, y un rubro donde podemos mejorar esto es analizando el papel que ha tenido la mujer mexicana en la historia de la educación.

A finales del siglo XIX, la mujer mexicana había ganado ínfimos espacios en la cultura, educación y en la vida pública, no obstante las facultades universitarias seguían cerradas para ellas. Ya en la época porfirista, en la denominada era del “orden y progreso”, se seguía teniendo oportunidades limitadas y su estigma de esposa abnegada y sumisa aún prefiguraba en el ideal de la sociedad mexicana. En ese contexto se logró en 1886 un hito que cambió por completo la historia de la educación en México: la aspirante a cirujano dentista Margarita Chorné se convertía en la primera mujer profesionista de México y de América Latina.

Margarita Chorné y Salazar nació en la ciudad de México un 22 de febrero de 1864 en la calle de Puente Quebrado, posteriormente rebautizada como República de El Salvador. Hija de Agustín Chorné, de ascendencia francesa, y Paz Salazar, la familia Chorné se dedicó a la orfebrería, oficio que les hizo tener una vida acomodada y sin preocupaciones económicas, posteriormente, el señor Chorné se dedicó a la “dentistería”, que en aquel entonces no era precisamente una profesión universitaria, pero sí un oficio muy demandado por los habitantes de la élite capitalina. Margarita aprendió leer a temprana edad, y contraria a sus tres hermanas no demostró ni pasión ni tenacidad por la cocina, el bordado u otras aficiones propias de las mujeres decimonónicas.

En la adolescencia, la señorita Chorné convenció a su padre de cursar estudios secundarios en la Escuela de La Paz, comúnmente llamada “Las Vizcaínas” debido al colegio colonial para señoritas que ahí se instaló. En dicha escuela Margarita se aficionó por la Historia natural, las ciencias, higiene y la Química. A su egreso del colegio, Chorné comenzó a ayudar en el gabinete y consultorio de su padre a la par que estudiaba libros y tratados de medicina en otros idiomas para mejorar su eficiencia en el consultorio, con una habilidad más que demostrada y prodigiosa, poco a poco su padre le fue cediendo sus consultas y el recibimiento de sus pacientes.

Sin embargo esto no fue suficiente para Margarita, en ella germinó la idea de dedicarse a las labores odontológicas toda su vida, ser una profesionista. La persona más preocupada ante esto era su madre, quien veía a su hija desempeñarse en labores que en aquel entonces eran propias de hombres. A doña Paz Salazar le interesaba que su hija fuera buena esposa, buena madre, buena administradora de hogar, ¿cómo era posible que su hija se dedicara a “cosas de hombres”? ¿Qué hombre quería casarse con una mujer así? Y lo más preocupante ¿cuál sería el futuro de su hija?

En aquel entonces, no era estrictamente necesario realizar años de carrera para obtener un título profesional en las distintas facultades de la capital. Algunas carreras realizaban exámenes profesionales a las personas que demostraran el suficiente conocimiento y habilidad para obtener un título. Debido a su amplia experiencia y su avanzado grado de estudios, Margarita Chorné solicitó hacer un examen profesional para cirujano dentista. Don Agustín respaldó el deseo de su hija pese a las objeciones y las habladurías de sus familiares más cercanos, acudió con el connotado Doctor Ignacio Chacón y consiguió tres cartas de recomendación para que su hija accediera a lo que sería su brillante futuro. Muy pronto, la noticia de una mujer solicitando su examen profesionista se difundió por las calles de la capital.

Finalmente un 18 de enero de 1886, en el paraninfo de la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional y con su familia como principal testigo, Margarita obtenía su título profesional con una aprobación unánime por parte de su sínodo. Fue tan impactante la noticia que diversos diarios de la capital felicitaron a la primera mujer profesionista. En su edición del 23 de enero de 1886 El diario del hogar y felicitó a la señorita Chorné por su brillante desempeño en el examen, el diario afirmó que:

“La joven examinada demostró el brillante resultado de sus estudios, conquistándose el título profesional por el voto unánime de sus sinodales, felicitamos a la joven e inteligente dentista y a la vez al bello sexo que llegado el caso se pondrá con entera confianza en las delicadas y expertas manos del cirujano femenino”.

En años posteriores, Margarita logró abrir su consultorio y recibir muchos pacientes, pero más allá de la anécdota es innegable que Margarita fue una pionera que abrió brecha para que la mujer mexicana pudiera ingresar a las universidades y a su vez desafiara los preceptos y roles de género establecidos por una sociedad aún conservadora. En años subsiguientes muchas mujeres optaron por las profesiones universitarias, por ejemplo Matilde Montoya, primera mujer médica en 1887; María Asunción Sandoval, primera mujer abogada en 1898; Helia Bravo Hollis, titulada como bióloga en 1921; Concepción Mendizábal Mendoza, quien fue la primera ingeniera del país, entre otras.

En 1908 el gobierno francés reconoció a Chorné como la primera mujer profesionista de toda América Latina. A casi 140 años de aquel examen profesional, no es exagerado decir que Margarita Chorné fue una precursora femenina en la educación universitaria. En 2023 un estudio hecho por la UNAM demostró que en las aulas universitarias las mujeres ocupan el 53% de los espacios, es decir son mayoría, algo impensable y hasta descabellado para la época porfirista.

Sin embargo esto no quiere decir que la batalla haya concluido. Hoy en día en las propias aulas universitarias se presentan casos de machismo, discriminación, acoso escolar y violencia sexual de parte de los profesores o sus mismos compañeros. Los anteriores casos los notamos en los famosos “tendederos” de denuncias. Incluso en la educación hace falta un largo camino que recorrer para lograr una auténtica igualdad de género, asunto por el cual, me imagino que Margarita Chorné se sentiría orgullosa.

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