Un pastelero real, una deuda falsa y una historia mal contada: invenciones y realidades en torno a la “Guerra de los Pasteles”
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Un pastelero real, una deuda falsa y una historia mal contada: invenciones y realidades en torno a la “Guerra de los Pasteles”

Viernes, 28 Noviembre 2025 00:05 Escrito por 
Ecos del pasado Ecos del pasado Juan Manuel Pedraza Velásquez

historia

Un 27 de noviembre de 1838, la Armada Imperial Francesa atacó inmisericordemente el puerto de Veracruz, dando inicio a las hostilidades entre una nación que apenas tenía 17 años de vida independiente y la monarquía francesa, un imperio colonial consolidado y reconocido en el escenario europeo. A la postre, esta confrontación fue burdamente nombrada “Guerra de los Pasteles”, y ese nombre ha permanecido en poco más de 100 años de historia patria, generalmente visto como un hecho curioso, inverosímil, humillante y denigrante para la historia de México.

Sin embargo, dentro de este acontecimiento subyacen causas más profundas y nos demuestran incluso la dinámica geopolítica europea basada en el abuso, colonialismo y dominación. La visión de Estado y versión popular del conflicto, que se repite hasta la saturación, sostiene que la guerra comenzó por reclamos de súbditos franceses, entre los cuales la deuda más escandalosa era la de un pastelero que demandaba daños a su pastelería por más de 60 mil pesos de aquella época. En un tono irónico que pretende incitar a la reflexión, el libro de historia de quinto grado de primaria (plan de estudios 2017) ironiza con la frase: “¿Te imaginas la cantidad de panes y pasteles que podían comprarse con ese dinero?”.

Para desenmarañar este acontecimiento es necesario remontarnos tiempo atrás. Cuando México adquirió su independencia, nació con una crisis económica y política sin precedentes: campos improductivos, minería destrozada, constantes pugnas políticas y un nulo reconocimiento internacional. Después de no muchas vicisitudes y un imperio derrotado, la nación mexicana tuvo su primer presidente en la figura de Guadalupe Victoria, y con éste el primer reconocimiento europeo a manos de Gran Bretaña. En este contexto comenzaron a llegar ciudadanos franceses a México, los cuales muy pronto instalaron sus comercios y negocios en nuestro país.

La nula estabilidad política de nuestro país, los préstamos forzosos, las crisis internas, el pillaje y el abigeato muy pronto generaron fricciones con los ciudadanos franceses, quienes vieron afectados sus negocios debido a esta crisis interna. En 1828 hubo elecciones en México que favorecieron al candidato centralista Manuel Gómez Pedraza. Los partidarios de Guerrero y la élite militar organizaron una rebelión conocida como “El Motín de la Acordada”, la cual culminó con el saqueo al ya extinto Mercado del Parián y con el establecimiento de Vicente Guerrero en la presidencia.

A partir de aquí, y en el contexto de inestabilidad política, los ciudadanos extranjeros también se vieron afectados, muchos de ellos llegando a perder cuantiosas fortunas; muchos otros simplemente querían aprovecharse de la situación y fueron ajusticiados por las autoridades mexicanas. Las potencias europeas, en este caso Francia, vieron en esto un motivo perfecto para intervenir en el país y obtener un beneficio económico de la visible debilidad mexicana. Es en estos años donde podemos situar al supuesto pastelero y su deuda magnánima, pero ¿realmente esto es cierto?

Uno de los historiadores que más ha estudiado el conflicto es Faustino Aquino. Aquino, en su texto Intervención francesa en México 1838-1839, señala que las reclamaciones de súbditos franceses iniciaron desde 1828 con el saqueo al Mercado del Parián (donde muchos franceses tenían negocios) y las excesivas “contribuciones” que pagaban al gobierno mexicano. Su obra menciona que se tiene más de un centenar de reclamos, de los cuales sobresalen: aventureros franceses fusilados por el ejército mexicano; cinco ciudadanos acusados de ser portadores del cólera y que fueron linchados por una turba mexicana; un ciudadano francés encarcelado por homicidio, entre otros.

En cuanto al repostero que le da nombre a la guerra, cabe señalar que sí existió, y las fuentes lo mencionan como “Monsieur Remontel”. El señor Remontel tenía su pastelería y negocio en la entonces Villa de Tacubaya. La versión que podemos rastrear en los archivos y fuentes históricas señala que un día soldados y oficiales del ejército mexicano comieron en su negocio e iban a escapar sin pagar la cuenta. El señor Remontel reclamó y, ante esto, los soldados dañaron su pastelería, destruyendo mobiliario y mercancía. Tiempo después, el señor Remontel pidió al gobierno de México una indemnización por 800 pesos de aquella época, misma que se sumó a los más de cien reclamos de otros ciudadanos.

Entonces, ¿de dónde salieron los 60 mil pesos que tanto pregonan las crónicas y algunos libros? Las tensiones políticas entre México y Francia fueron comunicadas por la prensa de la época. Fueron algunos periódicos de la capital quienes, para dar un poco de dramatismo y mostrar a los franceses como un país abusivo, le adjudicaron al señor Remontel una deuda inexistente de 60 mil pesos. Esta versión fue repetida hasta la saciedad y, durante el Porfiriato, se integró como versión oficial de la historia nacional. Una historia que necesitaba héroes y villanos para fomentar respeto, patriotismo e identidad.

El resto de la historia es por demás conocida. Los franceses comenzaron su ataque al puerto de Veracruz un 27 de noviembre de 1838. Antonio López de Santa Anna participó en la defensa; no obstante, una táctica de batalla temeraria, por no decir torpe, ocasionó que perdiera su pierna izquierda debido a un impacto de bala de cañón francés. Posteriormente se firmó una capitulación en la cual el gobierno mexicano se comprometió a hacerse responsable de los daños y agravios a los súbditos franceses y pagar una indemnización de 600 mil pesos.

La guerra, breve pero intensa, dejó una serie de secuelas económicas y políticas en México y un grotesco funeral a la pierna “caída en batalla” de Antonio López de Santa Anna. La inestabilidad política aumentó. Si bien es cierto que la deuda del pastelero es verdadera, esta fue exagerada por los libros posteriores. Además del pastelero existían más de un centenar de reclamaciones que fueron un pretexto idóneo para que Francia atacara Veracruz.

Desde un punto de vista histórico y político, la mal llamada “Guerra de los Pasteles” fue en realidad la Primera Intervención Francesa armada que hubo en nuestro país. Una guerra que pudo ser de conquista, un conflicto en el cual una nación fuerte y colonialista buscaba aprovecharse de una nación débil e inconsistente. En definitiva, la guerra no fue causada por un simple pastelero, pero sí fue una herida y afrenta a una nación que no tenía ni medio siglo de haberse constituido. La Primera Intervención Francesa nos muestra algo que incluso puede repetirse hoy en día: una nación poderosa buscando lucrar con un pueblo en desgracia, aprovechando su aparente debilidad.

Por Juan Manuel Pedraza, historiador por la UNAM.

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