La presidente Claudia Sheinbaum Pardo se encuentra en el centro de una tormenta; las discusiones que tiene abiertas en varios frentes, no le permiten tener un espacio de reflexión; es difícil que pueda concentrarse en resolver cada problema que, al inicio de su gobierno parece que le llegan a carretadas y, como ya lo demostró, su paciencia es muy corta como para ofrecer explicaciones coherentes a los cuestionamientos que provienen de la prensa.
La titular del ejecutivo federal no puede manejar con solvencia la crítica, eso es más que evidente, pero entonces, ¿para qué las supuestas conferencias de prensa, peor aún, para qué hacerlas todos los días? Lo que menos se obtiene de ellas es información valiosa, todo se le va en negar hechos reales, como lo hacía su antecesor Andrés López Obrador, o también se le va en lanzarse en contra de sus adversarios, existan o sean inventados, como con el caso del expresidente Felipe Calderón, quien expresó su postura como cualquier otro, pero a él, le aconsejó dedicarse a ser expresidente; aunque, por cierto, le deja muy alta la vara, a diferencia del tabasqueño, que, bueno, y también hay que decirlo, le dejó un desastre y una obligación de conducir sobre un solo carril al país, que le dificulta su accionar; como tal vez ella quisiera.
El asunto más delicado que se le presenta a Sheinbaum y que no puede eludir de ninguna forma, es el que le representa el presidente estadounidense Donald Trump, quien se ha convertido en su más terrible pesadilla, no le encuentra el modo, porque la verdad, tiene muy poco espacio en qué moverse y decidir, además de que el empresario le impone la agenda sí o sí.
Envolverse en la bandera nacional y llamar a la unidad al pueblo de México, dejando a sus adversarios fuera del llamado, no parece que sea la mejor opción, porque difícilmente podríamos ver que Estados Unidos decida de pronto entrar a territorio nacional con su ejército armado e invadiendo y atacando con todo su poder a los grupos que ha denominado como terroristas.
Lo anterior, únicamente es caldo de cultivo para el discurso de la política que acostumbran en el régimen obradorista del que la mandataria se siente tan orgullosa, ya que les ha funcionado para sus objetivos, aunque eso sucede únicamente con los nacionales, porque al exterior, convencen a pocos o a nadie de que su régimen es el adecuado para México.
Por lo que, hablar de soberanía, y tratar por todos los medios posibles de encumbrar la imagen de Sheinbaum arengando una postura nacionalista, solo muestra que el gobierno se ve al ombligo y se obliga a manejar un doble discurso que no podrá durar mucho tiempo, pues la condición inalterable de Trump obligará a decidirse por uno de dos caminos, y ninguno de ellos le gusta a la 4t.
El presidente de los gringos quiere que el gobierno mexicano dé un giro al apapacho que han recibido los grupos delincuenciales, a los que ya identifica como terroristas, pues su aniquilamiento es parte de sus principales objetivos en su administración; como lo ofreció en campaña, entonces, mientras no cambie la estrategia de la 4t, la presión irá en aumento; eso es predecible.
El primero de febrero, por medio de un comunicado, el gobierno trumpista aseguró que: “El gobierno de México tiene una alianza intolerable con los cárteles del narcotráfico, les proporciona refugios seguros y eso pone en peligro la seguridad nacional y la salud pública de Estados Unidos”. Como respuesta la titular del ejecutivo mexicano calificó como “calumnias” las acusaciones, y como réplica señaló que también subirá los aranceles de los productos estadounidenses.
Tras contundente declaración estadounidense, aunque como fondo parece que únicamente se refiere a la insistencia de imponer aranceles aduaneros del 25% a nuestro país hasta que coopere con Estados Unidos en la lucha contra las drogas, no se limita a eso, porque asegura que los cárteles mexicanos “son los principales traficantes mundiales de fentanilo, metanfetamina y otras drogas”, no puede quedar tan solo en contestar que es “calumnia” tal aseveración, particularmente, la que asegura que: “estos cárteles mantienen una inaceptable alianza con el gobierno de México”.
Al magnate le importa resolver el problema de salud pública que representan las drogas que afecta a los ciudadanos estadounidenses, que, no es cosa menor, ya que asegura que el fentanilo es la principal causa de muerte entre los estadounidenses de 18 a 45 años, con al menos 75 mil decesos al año, según las autoridades sanitarias de aquel país.
Es precisamente la producción de esa droga, y su distribución en tierras estadounidenses lo que molesta al empresario-político, y culpa a los cárteles mexicanos por inundar a sus connacionales con ella, y al gobierno de México por permitir que aquellos trafiquen sin mayor problema, pero, calificar como: “alianza intolerable” entre el gobierno y aquellos, deja muy claro el panorama que percibe Donald Trump, al que, por cierto, no se le ha combatido para que retire una sola palabra de lo que señaló.
