El Presidente de la República frente a los miembros de la Cámara Nacional de la Radio y la Televisión aseguró que un país mejor informado es más democrático y participativo. Desde luego que fue una sentencia que incomodó a muchos de sus interlocutores, por la bien ganada fama que arrastran los medios de su propiedad de haber convertido sus espacios de información y análisis en foros de linchamiento para quienes se han atrevido a denunciar un estado de cosas que parece poco sostenible.
Enrique Peña Nieto confió que los votantes-él incluido- tengan a su alcance información veraz y confiable para el ejercicio libre del sufragio.
Es claro, entonces, que la obligación de informar objetivamente no es uno de los rasgos que caractericen a la mayoría de los medios; y que esa conducta conduzca a sus auditorios a asumir posturas bien programadas que en nada benefician a una sociedad como la mexicana, calificada oficialmente como democrática.
Salvo honrosas excepciones, la programación que ofertan se encuentra muy alejada de lo formativo; y sí abiertamente diseñada para moldear individuos abnegados y conformistas , e impedidos de idear plataformas distintas a las recetadas en los últimos lustros, que abran la posibilidad de una mejor calidad de vida para una gran mayoría injustamente relegada.
Aunque el Primer Mandatario no lo dijo, la democracia no es sólo acudir a votar, sino entender lo que esto implica: la participación ciudadana en las cosas públicas. Empero, ¿porqué se sigue impidiendo esto, que sería una muy sana práctica?