Todo es bueno
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Publicado en Opinión

Todo es bueno

Lunes, 01 Diciembre 2025 00:10 Escrito por 
Con Singular Alegría Con Singular Alegría Gilda Montaño

Este que viene es un nuevo año que promete buenaventuras. Las buscaremos en todos lados. La gente va, viene, vive o muere. Nada es eterno más que el significado que se le da a la vida y el transcurso que se le da a la misma.

Construir un camino toma más de una vida. En ocasiones, se está cierto de que ya se acerca a la meta y se ve la luz al otro lado del destino. Se sabe que todo lo hecho tiene que llegar a buen fin.

Como acto de amor, es testimonio permanente ese gran esfuerzo de quien inicia un camino que debe tener un único fin: la trascendencia. Competir con los antepasados brillantes, llenos de todos los dones de los dioses, es difícil. Pero competir con uno mismo es agotador. Es perfectible todos los días. Es un caminar lleno de soledades, pero de inteligencias y voces que irán llevando de la mano a lo que algún día será nuestra trascendencia.

Al final… son lo que son, porque el esfuerzo cotidiano es lo único válido. Si algo se queda, si algo se escapa, es cosa del amor y sus ventanas. De ese que les manda la luz todos los días y les enciende las promesas de la luna. Que, aun en la oscuridad, les hace ver del otro lado del espejo. Al final de su camino, no saben si dentro de diez, quince, veinte años, meses, días, horas, instantes o siglos… serán recordados por la totalidad de sus actos.

Simplemente porque han existido y son.

Y son eso, precursores de un camino —simplemente distinto—: ni mejor ni peor; eso sí, fuera de todo lo común porque se aseguran de que este no quede vacío. Los ideales elaborados alrededor de los valores y virtudes del ser humano constituyen los más sólidos caminos. Estos no tienen fin y se renuevan todos los días. Quienes construyen hacen que la vida vuelva a inventarse mil veces.

Esa es la idea de hacer un libro que sea la historia de un camino que ha hecho un hombre que fue, desde pequeño, alguien que se aprendió de memoria que cualquier carencia o necesidad se quitaba con 16 horas diarias de trabajo. Y hasta hoy, después de 79 años de gran esfuerzo, es considerado un gran empresario de México y observador de las nuevas tendencias que tiene el mercado del consorcio que él maneja. Sabe que pronto, con su descendencia, sus dos hijos mayores, este se ampliará a distintos lugares de México. Es dejar un testimonio permanente de su existir; pero su importancia es que su vida tiene varios senderos, y todos llevan al mismo lugar: su honorabilidad a prueba de toda duda. Esa fue su meta anunciada y, por supuesto, vivida; estudiada y entendida; valorada e identificada por un solo objetivo: el amor a México y a sus habitantes. Y esto hoy tiene que dejarse como testimonio permanente.

Hay tareas de trascendencia que permanecen ocultas, sin que sus autores busquen reflectores o aumentar su prestigio: son los clásicos héroes desconocidos; pero cuando las tareas son de alcance general y de temas críticos, no sólo es de necesidad darlos a conocer y de justicia reconocerlos; también es fundamental que se divulguen, para poder sumar voluntades y así potenciar sus resultados.

Divulgar estas acciones no sólo dignifica a un grupo colegiado de industriales, dignifica al Estado y al país, además de orientar hacia un excelente ejemplo para quienes tienen el talento y los recursos para que puedan dar mayor trascendencia a su vida.

De igual manera, la obra constituye un testimonio fidedigno que servirá de enseñanza y motivación a todo aquel que sienta un compromiso con la posibilidad de establecer una cultura de la inteligencia humana. Por último, muestra sensible que apoya proyectos de beneficio general a los mexicanos de hoy y del mañana.

Pero… ¿qué es un consorcio y cómo se llega hasta allí? ¿Cómo empezó todo? ¿Es lo mismo un changarro que una empresa, o una empresa que un consorcio?

“Mi empresa empezó con una sola gente: yo”, me cuenta Guillermo Ortiz, que cumple ya cincuenta años trabajando en esta. Veamos, pues, su evolución en los últimos cincuenta años. Cuando empezó todo. Empezó como un sueño magnífico: hacer su consorcio: IUYET. Ingeniería de valor y valores.

(continuará)

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Gilda Montaño

Con singular alegría