La supuesta renuncia de Mario Adrián Juárez Rodríguez como titular de la Junta de Caminos del Estado de México no puede verse como un hecho aislado. Su salida es el resultado de una gestión marcada por críticas constantes, incumplimiento de compromisos y, no podía ser de otra manera, se va por la puerta de atrás luego de protagonizar un escándalo público que terminó por colocar su nombre en la agenda nacional. Aunque seguramente no era como él esperaba.
Fue Fernando Flores, alcalde de Metepec, quien lo puso en el ojo del huracán al señalar que los baches que no se habían tapado y que hacían prácticamente intransitables las calles eran de jurisdicción estatal; es decir, lo señalaron de incumplir los compromisos que se tenían para el mantenimiento de vialidades estatales.
Hasta el alcalde de Toluca, Ricardo Moreno, de manera muy amable, pero finalmente lo expuso al señalar que las vialidades más dañadas del municipio eran precisamente de carácter estatal.
Pero fue ahí en donde enseñó el cobre: invitado a una Toluqueña de Toluca, y frente a un público totalmente reporteril, habló mal de los medios de comunicación que se habían atrevido a publicar su ineficiencia. De “chayoteros” y “adversarios” no los bajó; pero el tiempo siempre pone todo en su lugar.
Lo que terminó por hundir su carrera fue el episodio en la plaza Town Square de Metepec, donde fue captado junto al diputado federal del PT, Wblester Santiago Pineda, en un altercado con personal de seguridad. Las imágenes mostraron agresiones y daños materiales, lo que desató indignación ciudadana y un escándalo mediático que trascendió las fronteras del Estado de México.
Haz de cuenta un par de escuincles berrinchudos consentidos por sus padres; un par de cincuentones borrachos de alcohol y de poder, una pésima combinación. El saldo: un despedido, ni cómo sostenerlo en ese puesto que era un compromiso con el PT, ante semejante muestra de prepotencia.
El caso escaló tanto que el nombre de Juárez Rodríguez llegó hasta la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien pidió una investigación exhaustiva y recordó que los funcionarios deben ser ejemplo de conducta pública. Que un titular de la Junta de Caminos aparezca mencionado en la “mañanera” no por logros, sino por un escándalo, es reflejo del deterioro de su imagen y de la gravedad de los hechos.
La gestión de Juárez Rodríguez se convirtió en un símbolo de lo que ocurre cuando los funcionarios olvidan que la infraestructura y la obra pública no son solo números en un presupuesto, sino garantías de seguridad y dignidad para la ciudadanía; se le olvidó “El Poder de Servir” para evidenciar “el Poder de Servirse”. Su incapacidad para cumplir compromisos básicos con los municipios y su protagonismo en un escándalo nacional terminaron por sellar su salida, que lo vuelve tristemente célebre.
Hoy, más que un relevo administrativo, lo que se necesita es una revisión profunda de la política de infraestructura estatal. Los municipios requieren un interlocutor confiable, capaz de responder en momentos críticos y de evitar que cada temporada de lluvias se convierta en una pesadilla para las familias mexiquenses.
En política, los errores se pagan caro. Mario Adrián Juárez Rodríguez lo aprendió tarde, y lo hizo a costa de la confianza de los mexiquenses y de su propio futuro político.
Por cierto, su parejita de parranda está desaparecida; el diputado federal Wblester, que aspiraba —aba— a ser alcalde, solito sepultó sus aspiraciones políticas. Eso no sucederá.
Este es un caso absoluto de que la cruda es peor que la borrachera.
Nos leemos la próxima semana.
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Los leo.
