¡Vivan los Paramédicos! III
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¡Vivan los Paramédicos! III

Lunes, 08 Diciembre 2025 00:00 Escrito por 
Sin riesgos Sin riesgos Hugo Antonio Espinosa

Los paramédicos forman parte de un sistema de salud en el que un porcentaje aproximado del 40% de las camas en los hospitales están ocupadas por pacientes con lesiones traumáticas. Los gastos médicos, daños materiales y sociales constituyen un impacto económico para las familias y el sistema, a lo que debe añadirse la pérdida de una vida saludable y de productividad laboral atribuible a una incapacidad temporal o permanente provocada por las lesiones.

En tal contexto, diferenciar una urgencia médica de un problema de salud es menester. Los paramédicos, al formar parte del primer eslabón de atención después del primer respondiente ciudadano, son quienes tienen la enorme responsabilidad de analizar la escena de emergencia, la impresión general del paciente y las lesiones o padecimientos que le aquejan para tomar decisiones clave y proceder con un traslado de urgencia o, en su defecto, dar asistencia en sitio y orientación a pacientes y familiares cuando no amerita un traslado y el paciente no es crítico, y debe ser canalizado, no de urgencia, a un hospital o a su clínica familiar por sus propios medios.

Replantear las políticas públicas en cuanto a la administración de los servicios prehospitalarios tiene la finalidad de establecer mejores y más adecuados lineamientos de ingreso y protocolos de atención de las enfermedades agudas y de las que no lo son desde la escena de emergencia. Valorar la importancia de la atención primaria (la de los paramédicos) y diferenciarla de la atención secundaria (proporcionada en los hospitales) permitirá reducir los niveles de mortalidad en la calle y/o a bordo de una ambulancia mediante la inversión de mayores recursos económicos y del incremento de la capacitación y profesionalización del gremio prehospitalario, ya que se debe reconocer que un gran porcentaje de los lesionados críticos fallece en la etapa prehospitalaria por no contar con atención profesional y con los insumos y el equipamiento suficientes.

No contar con un sistema integral y coordinado de atención de urgencias, desde la escena hasta la Sala de Cuidados Intensivos, es una tarea aún pendiente y nada sencilla de integrar. Sin embargo, la experiencia y conocimiento de los paramédicos es fundamental para atender oportunamente al lesionado en la escena, estabilizar y realizar las intervenciones oportunamente para disminuir los índices de morbilidad y mortalidad tan elevados que se tienen en México.

Es tiempo de valorar, acortar distancias y eliminar el egoísmo y actitudes no sanas y perniciosas entre los profesionales de la salud, dentro y fuera del hospital. Reconocer la importancia de la medicina prehospitalaria y, al mismo tiempo, coadyuvar a una mejor atención en la etapa secundaria y terciaria, al egreso de los pacientes, lograría que la denominada Hora Dorada —los 60 minutos que no se deben rebasar desde el arribo a la escena de emergencia al ingreso del paciente a la sala de Terapia Intensiva— tuviera un sentido práctico y verdadero, sin subestimar el esfuerzo que imprimen los paramédicos en cada paciente grave cuando estos entregan a un paciente y pasa más de otra Hora Perdida en la zona de transición de la sala de urgencias de un hospital.

En zonas urbanas, los procedimientos de soporte vital avanzado ofrecen ventajas sobre los de soporte vital básico cuando los tiempos de traslado a centros hospitalarios son menores de diez minutos. Pero ¡oh, triste realidad! Ya casi no hay traslados de menos de diez minutos, menos en las grandes ciudades. Por ejemplo, el tiempo necesario para que un paramédico instale un catéter venoso —dos minutos aproximadamente— es siempre menor que el tiempo que pueda requerir el traslado al hospital; la pérdida de volumen sanguíneo llega a ser de hasta 150 ml por minuto en pacientes graves. Las destrezas y exigencias al personal paramédico son altas en situaciones de estrés máximo. Por eso, cuando al llegar a un hospital la recepción es lenta y desorganizada, se rompe la secuencia y eficacia requerida en favor del paciente, cuyo estado es grave, quedando soslayado el trabajo previo dentro de la ambulancia. Por tal razón, y las que seguiremos describiendo, ¡vivan los paramédicos, que vivan siempre! ¡Que su semana sea de éxito!

Hugo Antonio Espinosa
Funcionario, académico y asesor en gestión de riesgos de desastre
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