Uno de los empleos mejor remunerados que hay en México, sin duda, es cualquier cargo de elección popular; por esa misma razón, cada vez que se acercan elecciones, ya sean municipales, estatales o federales, se forma en fila un verdadero ejército de aspirantes para ser tomados en cuenta por sus respectivos partidos políticos, aunque, en caso de no ser así, sin el menor recato se van a otro instituto, esto es a lo que se le conoce con el burdo nombre de “chapulín”.
La aspiración de cualquiera para acceder a un cargo de elección popular, es un derecho ciudadano consagrado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, como lo es también el derecho a votar, así lo determina el artículo 35, en sus fracciones I y II; aunque el ser electo como representante, debería ser un orgullo, con un auténtico desinterés económico, para enaltecer el interés social, por encima de cualquier otra cosa, y hacer algo para beneficio de su comunidad, municipio, estado o nación.
Para los diferentes cargos de elección, ya sea del ámbito municipal, estatal o federal, siempre habrá la posibilidad de acomodar a su equipo para ocupar algún cargo importante dentro del gobierno, no es como para hacerle el feo, al contrario, que si bien ellos (el equipo del candidato), no son elegidos por el pueblo, es una consecuencia de los que sí lo fueron, y acomodan a sus colaboradores para armar el gabinete del vencedor; es decir, personas por las que no votamos aparecerán durante el tiempo que dure el gobierno de aquel, aunque, a ciencia cierta, los que son designados en los diferentes espacios, realmente no sabemos si tienen la capacidad para su desempeño, porque será responsabilidad del elegido a través del voto, quien deba encargarse de supervisar sus tareas.
No obstante, el equipo del nuevo gobierno, pocas veces le da continuidad a proyectos y programas exitosos, ya que en muchas de las ocasiones, con sobrada soberbia, acusan que de acuerdo a una revisión, que puede sólo ser simplista, todo fue mal trabajado y no merece continuidad y termina por desaparecer, no importa que al contribuyente le haya costado mucho el funcionamiento de cualquiera de ellos, pero en realidad, ¿no sirven o no sirvieron?, ¿quién los califica? Así como la determinación de que tal o cual encargado debe seguir en la nueva administración, de considerarse que no, con la mano en la cintura sólo se les dice, gracias por el esfuerzo y adiós.
Pero, hablábamos de los interesados a los cargos de elección popular, quienes se ganan el lugar a través del voto ciudadano, que de hecho, conseguir cada uno de ellos, representa oro puro para lograr la meta anhelada, por ello, es el afán por conseguirlos de cualquier forma, ya sea en base a promesas, proyectos y programas o, mintiendo, ¿qué mas da?
Aunque el cargo que se gana por medio de las urnas debería representar un servicio social, no para enriquecerse a toda costa, y después dejarlo, y dedicarse a ejercer su profesión o actividad que venían realizando hasta antes de la elección de que se trate, o si acaso y, dependiendo del resultado de su gestión, reelegirse una o dos veces, cuando mucho. No como se hace ahora, continuar en la búsqueda de algún otro cargo de las mismas o parecidas condiciones, porque la política tendría que verse como una aportación a la comunidad, no como si se tratara de una carrera, que no lo es, porque de serlo, tendríamos a representantes mejor preparados, estudiando lo que les corresponde para representar bien y con eficiencia al pueblo.
Pero, lamentablemente no es así, cualquiera puede ser electo, y por tener un mayor número de votos es por lo que se ganan su cargo, no por eso quiere decir que sean los mejor preparados para representarnos, hemos sido testigos de penosas experiencias con muchos de ellos, pero, ésta es nuestra democracia.
Ya lo decía en una entrega anterior, respecto de nuestra incipiente e inmadura democracia, la cual hemos acuñado al estilo mexicano, vemos empoderar a personajes que realmente no deberían representarnos, vemos también, a figuras inventadas por la clase política como esa de los plurinominales, que nace con aparente buena intención, sin embargo, a esta figura inventada acceden los que ni siquiera fueron votados, son el resultado del derecho de la cantidad de votos que mañosamente se distribuyen los partidos.
Y así, podríamos señalar muchas circunstancias que han venido acomodando los encargados de crear leyes, pero que sólo les benefician a ellos, que al final del día son los que salen ganando, de todas, todas, y ¿el pueblo?, pues el pueblo que siga manteniendo a una carísima democracia en la que se ha instalado todo el aparato democrático, resultado de éste sistema.
Deberíamos preguntarnos como ciudadanos, ¿cuáles son los beneficios que hemos obtenido de todo esto?, ¿ha mejorado la calidad de vida del pueblo?, en realidad ¿merecen todos ellos que el pueblo los mantenga por siempre?
Tenemos un sistema político mexicano, más que rebasado, no representa los intereses de los ciudadanos, no representa una democracia que se merezca México, no representa los valores socioeconómicos, cultural y social de la gente a la que se deben, sólo representan, todos y cada uno de ellos, a un círculo de amigos, de conocidos, de familiares.
El pobre, es pobre no por merecerlo, es pobre en una gran cantidad de veces por no tener oportunidades, por eso las van a buscar a otro país, aunque los traten mal, con tal de estar en mejores condiciones de vida, lo que a la clase política por mucho tiempo se les olvidó que existen esos mexicanos, hasta que se dieron cuenta que lo que les mandaban a sus familiares en México, representaba un recurso en dólares muy refrescante para nuestra economía.
Si en realidad fuera importante velar por lo que merece la gente, ¿a dónde está la renuncia de las prerrogativas prometida para aliviar el dolor y daño económico de los temblores del año próximo pasado? Ninguno ha renunciado, y ninguno lo hará, las promesas son solo eso, promesas, que se dicen al calor del momento, y para aparentar un apoyo desinteresado al gobernado.
Hay familias que se quedaron con deudas y sin hogar que no han recibido nada de los apoyos que donaron los mismos mexicanos y de gobiernos extranjeros, pero, también salió a relucir la corrupción de edificaciones sin los estándares de calidad exigidos, y eso que se trata de un lugar con alto riesgo en los temblores, gritar que los demás son corruptos y yo no, es una práctica que se ha vuelto cotidiana en sus eventos propagandísticos, acabar con esos males es ficción, y prometerlo, es demagogia.
Pero sí existe un derecho y es aún es legítimo, el de buscar su bienestar, no el del electorado, el suyo, por eso vemos a los diferentes actores políticos brincar de partido en partido, para seguir viviendo del erario público, mientras los gobernados nos toca seguir pagando impuestos para mantenerlos, por que de principios, de ética, de honradez, de voluntad desinteresada, olvídelo.