Al votar, los ciudadanos le otorgamos a determinado partido político y candidato(s) el derecho para que definan las políticas, planes y programas que resuelvan los problemas –crecientes, por cierto- de determinado municipio, entidad o país. Esa decisión que se toma un día, es la que define la ruta para los siguientes tres o seis años, dependiendo del cargo que se haya elegido.
Para lograrlo, los partidos y candidatas o candidatos realizan sus estrategias de campaña a fin de persuadir a los electores para que les otorguen su confianza y puedan “hacer gobierno”. En esa etapa de campaña, las acciones y productos de comunicación se centran en un solo objetivo: lograr que la gente vote a su favor.
El verdadero reto surge cuando deben empezar a gobernar. Desde el minuto uno de su gestión inicia la responsabilidad no solamente de escuchar a la gente, sino de encontrar la forma para que el dinero rinda y se resuelvan los problemas cotidianos, además de cumplir sus ofertas de campaña.
Lo complicado no es ganar, porque eso está más vinculado a las estructuras “de tierra” –como les llaman los especialistas del ámbito electoral-, a la capacidad para movilizar a sus votantes, así como para defender –en caso necesario- sus resultados.
El próximo diciembre los 125 ayuntamientos deberán, por ley, rendir el informe correspondiente al segundo año de su gestión. Desde enero de 2016 han tenido la oportunidad de dirigir las estrategias para atender a la población de sus respectivas demarcaciones. Seguramente la mayoría de ellos habrán hecho mucho trabajo y habrán ejercido importantes cantidades de recursos públicos.
Quienes han realizado un esfuerzo permanente de comunicación con sus habitantes, seguramente serán bien evaluados. El rendir su informe será oportunidad para mostrar, a través de la rendición de cuentas que la ley obliga, el trabajo de su segundo año de gestión. Será motivo para medir –también- la capacidad de sus estructuras de comunicación para generar contenidos y estrategias que les permitan obtener una valoración positiva de sus ciudadanos.
Lamentablemente, muchos de los ayuntamientos solamente establecen “estrategias” para difundir la imagen de su presidente municipal, perdiendo de vista el diálogo que debería existir entre gobernantes y gobernados. Los informes se convierten en la fiesta del presidente -durante siete días antes y cinco días después del evento central, conforme lo establece el artículo 134 constitucional- pero el resto del año comunican poco y muchos de ellos de manera deficiente.
Los ayuntamientos tendrían que aprovechar las oportunidades crecientes que hay de comunicación en diferentes vertientes, iniciando con la preparación de sus equipos. Por ser las estructuras político administrativas más próximas a la gente, los gobiernos municipales deberán profesionalizarse en todos los sentidos y, especialmente, en la forma de comunicar.
El próximo fin de año veremos quiénes aprovecharon la oportunidad y quienes, una vez más, se mantendrán en la inercia de “cumplir el requisito” de “informar”.
PERCEPCIÓN
Desde las primeras horas de este miércoles, el gobernador Eruviel Ávila movilizó a su gabinete para atender las afectaciones por las inundaciones en diferentes regiones de la entidad. La estructura estatal se enlodó –literalmente- los zapatos y recorrió los puntos afectados. La instrucción fue muy temprano y se supervisó el cumplimiento todo el día.