Según la mediciones del Consejo Nacional de Evaluación Política de Desarrollo Social, durante el año 2016 la población en situación de pobreza se redujo 3.5 por ciento respecto del 2014. No se hizo el comparativo en torno del año 2015 por las triquiñuelas para la “desaparicion forzada” (una más) de una cantidad importante de miserables. Pero eso es lo de menos ya que la estadística para estos y muchos casos del capitalismo salvaje lo arregla todo.
De modo que de 55 millones 341 mil pobres ahora hay 53 millones 418 mil (casi 2 millones son cualquier cosa, menos pobres).La población en condiciones de pobreza pasó de 46.2 por ciento en 2014, a 43.2 por ciento en 2016. Lo mejor: la población en pobreza extrema se redujo 18.1 por ciento.
El truco del Nuevo Modelo Estadístico de Continuidad Histórica (de alguna forma había que denominarlo) no llegó muy lejos ya que del mismo Consejo salió la aclaración: la reducción de pobres se explica por las bajas tasas de inflación en ese periodo.
Sin duda ya es bastante extraño que la medición de la pobreza se dé cuando han transcurrido casi tres tercios del año 2017 (en la antesala de los “dedazos democráticos” presidenciales y de otros cargos), y que apenas se haga alusión a los devastadores efectos inflacionarios de este año 2017, derivados del “gasolinazo”, producto éste a su vez de las tan celebradas “reformas estructurales”.
Supongamos que es verdad que de 2014 a 2016 casi Un millón 923 mil mexicanos cruzaron felizmente la frontera de la miseria para instalarse en otros horizontes de menor malestar, esto gracias a tasas de inflación anual de entre 2.8 y 3.0 por ciento. ¿Qué esperar ahora que la inflación anual alcanza el 6.1 por ciento –en julio llegó a 6.4 por ciento–?
Pues bien, a pesar de que el INEGI también le entró a la propaganda para intentar maquillar la felicidad de largo plazo con torturas en el corto plazo con el supuesto aumento de ingresos de los hogares, tenemos que de golpe y porrazo, con el estadístico “ojo por ciento” que caracteriza al flamante modelo histórico y sus gurús neoliberales, los mexicanos que en el año del 2016 abandonaron la franja de la pobreza no tardaron mucho tiempo en ser devueltos a las praderas de la miseria: el 1 de enero de este año, cuando se aplicó el “gasolinazo”.
La misma Coneval parece darse de topes con sus propios “estudios”: cuatro de cada diez mexicanos no pudieron comprar una canasta básica completa en el segundo trimestre de este año con los ingresos de sus trabajos. ¿La causa? La inflación. Además, el índice de pobreza laboral aumentó 3 por ciento en el segundo trimestre del 2017.
Pobreza para insomnes, ahora se dice que a la inflación se le romperá “el espinazo”, según la expresión de Agustín Carstens Carstens, titular del Banco de México, y que al final el 2018, cuando termine el actual sexenio, quedará en 3 por ciento (con más pobres a pesar de las mediciones de Coneval-INEGI y demás, como ha sido la tendencia en los últimos casi 40 años de capitalismo depredador).