La cantidad de material que debe extraerse de las minas, sólo para emparejar el piso del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, en Texcoco, equivale al volumen del volcán Popocatépetl. Esto representa que sean cientos de camiones los que se movilicen todos los días. ¿Se imaginan cuántas hectáreas de terrenos ejidales están siendo afectadas?
En el Plan de desarrollo urbano de 2003 de Texcoco, en el plano de zonas vulnerables a riesgos, marca como área inundable la parte donde se construirá el nuevo aeropuerto de la ciudad de México. Miles y miles de materiales como el tezontle, el basalto, el tepetate, la arena gris y la arena verde, deben ser tenidos para poder evitarlo, de acuerdo al proyecto dirigido por el ingeniero de origen inglés, junto al yerno de Carlos Slim. El objetivo es que para antes de que el presidente Enrique Peña Nieto se vaya, se inaugure la sexta pista. ¿Dará tiempo?
Son siete los sindicatos que participan en estos trabajos. No pueden invadir calles, estén pavimentadas o no, de las comunidades aledañas o, para quien se ha atrevido a hacerlo, se meten en problemas serios. La instrucción es que la magna obra se lleve a cabo de la manera más tersa posible, luego de los las movilizaciones en los que se metió Vicente Fox, siendo presidente, y que terminó en desalojos y enfrentamientos con la comunidad de San Salvador atenco.
Lo que pocos saben, es que los materiales que se extraen para emparejar contienen una sustancia llamada sílice, la cual sirve para endurecer la base del suelo, petrifica. Es necesaria porque a menos de 20 metros de excavación hay agua. Pero, para la salud humana, esta sustancia es un peligro en potencia: endurece los bronquios. De tal manera que en un año o dos, podrán verse las repercusiones en la capacidad física de los trabajadores de las minas por la silicosis, enfermedad producida por esta sustancia que aspiran en forma de polvo. Por ello es necesario que usen protección.
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