Sonia Pérez Rodea confesó a sus familiares y amigos la violencia intrafamiliar de la que era víctima. A unos días de su muerte, la comunidad artística, su hermana Gisela y sus allegados le rinden un homenaje a la docente universitaria de danza y piden que se convierta en una semilla que transforme a la sociedad.
Sonia pidió ayuda, aunque supo que cuando denunciara ante la Fiscalía de Justicia sobre la violencia que Edgar, su ex esposo ejercía en su contra y de sus hijas, sería quizá el fin.
Una de sus amigas, Bélgica, tomó el micrófono durante el homenaje y alzó la voz por ella y por sí misma, quien dijo, también tiene sus problemas familiares.
Explicó que semanas atrás su amiga de la secundaria, de 42 años de edad, le platicó sobre las condiciones en que vivía, sobre todo lo cansada que estaba de recibir comentarios terribles por parte de su ex esposo, quien la acusaba de ser fea, inútil, y responsable de que sus hijas fueran sordomudas.
“Hoy debe convertirse en semilla para cambiar y entender que no debemos callar. Que no debemos guardar lo que nos pasa ni resistir y mucho menos esperar a que termine así una historia”.
Al lugar acudieron decenas de personas de la comunidad académica y de la sociedad civil, todos depositaron una veladora, dejaron aplausos y lágrimas para la docente que dejó en sus alumnos la pasión por el arte.
