Xonacatlán / Estado de México -
Con un revólver, un arma de retrocarga o rifles, cada mañana grupos de 40 hombres y mujeres salen a recorrer los bosques en San Miguel Mimiapan, municipio de Xonacatlán. Las células o guardias civiles que vigilan las hectáreas de bosque colindante con Santa Ana Jilotzingo no están dispuestas a dar tregua y esperar que sigan talando las células delictivas.
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La tala ilegal es grave, de acuerdo con la Secretaria del Medio Ambiente, Alhely Rubio Arronis y el objetivo es cambiar los programas de aprovechamiento forestales a esquemas que darán útiles para la población y evitar el delito; sin embargo, a los habitantes de estos pueblos en Xonacatlán, los presiona la pérdida de los oyameles y los pinos, blancos de bosque que han impactado al grado de secar manantiales con los que se abastecen las comunidades de la región.
Ante este panorama, Abraham Casas, un médico que además es el secretario del comisariado ejidal de Xonacatlán, decidió convocar a la gente y sin distinguir entre hombres y mujeres, conformar guardias civiles, grupos de personas que con algunas armas viejas, emprendieron la lucha contra la tala. “No necesitamos esperar a programas, ni dinero”, dijo.
El camino hacia la zona más lastimada del bosque es largo, los vehículos deben sortear todo tipo de vigilancia en la zona, los propios pobladores se cuidan de hablar fuerte o directo sobre el problema, desconfían de algunos vecinos que pertenecen a los grupos de talamontes. Aún así, se han armado de valor y en el módulo de policías abandonado desde hace meses, instalaron el primero de cuatro retenes.
“Este módulo es de la policía municipal, pero todos los días está solo. ¿A quién le vamos a venir a pedir ayuda?”, dijo el señor Dominguez Labastida, uno de los integrantes de las células de vigilancia.
Detrás de la trinchera armada con piedras, se encuentran una decena de hombres, quienes por la mañana, tarde y noche vigilan el lugar, impiden el paso de camionetas ajenas a la población y que pretendan bajar con madera.
“Ahorita todas las personas que se encuentran aquí venimos a hacer guardias, porque ya el bosque se lo acabaron, ya no es como antes, el detalle es que a lo mejor al rato nos vamos a quedar sin agua”, comentó.
Así que sin temor a los hombres armados, se mantienen en la lucha hasta impedir que cualquiera suba al cerro y rasure la naturaleza. Ya en el camino hacia la parte alta, donde se concentra el problema, hay más retenes, vigías que preguntan a dónde y por qué van hacia el lugar. Es parte del modelo de resguardo que han diseñado los civiles desde el 14 de enero, cuando surgieron las células de vigilancia.
Abraham Casas señaló que los taladores son personas que habitan Xona, los propios vecinos que han decidido cortar árboles sin lógica alguna, pues para la explotación de estos bosques, las células criminales utilizan a hombres de los 12 poblados que conforman el municipio, los convencen de soportar jornadas largas de tala y carga de la madera en camiones de una y media toneladas.
“Los drogan, nos dimos cuenta que pusieron una tiendita donde les dan drogas y así los mensos que talan, pueden soportar toda la noche o la mañana cortando y cargando”, afirmó el secretario del comisariado ejidal.
Señaló que lo más duro es saber que dichos taladores se llevaban hasta 120 tablillas de madera diario, cargaban hasta tres o cinco viajes en promedio con cuatro a seis metros cúbicos de árboles, en camionetas de 2.5 toneladas y pick up, pero no para aprovecharlo ellos, sino lo vendían a aserraderos de la zona, dos en Xonacatlán y tres más en la región, quienes triplican en ganancias lo que pagan por la madera que no llega ni a 1,800 pesos.
Es por ello, dicen los vigilantes que están dispuestos a dar su vida a cambio de impedir que siga la devastación.
“Yo hasta dar mi vida por el bosque, la verdad prefiero que me maten aquí a que se lo sigan acabando. Mire nomás, mis nietos me decían ayer: abuelo, que dejaron hacer a esos malos”, lamentó
De acuerdo con el comisariado el daño es tan grave que han talado el 75% de los bosques, es decir, cerca de 850 hay solamente en esta zona de Mimiapan; lo que ha dejado el descubierto la falta de interés por parte de las autoridades para enfrentar el grave problema de la tala clandestina.
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