Acambay/Estado de México
Para los habitantes en el municipio de Acambay el huachicoleo o robo de combustible es un delito que comenzó a crecer desde hace un par de meses a la fecha, pero que recrudeció con el desabasto de la gasolina. La gente asegura que los responsables son gente de otro estado o municipios, pues los pobladores en su mayoría se dedican a trabajar en el campo.
A un kilómetro del sitio donde el presidente Andrés Manuel López Obrador inició este martes la entrega de apoyos para los habitantes de los 91 municipios donde han registrado el sabotaje de ductos, se encuentra la toma donde hace 15 días cientos de habitantes de Acambay se llevaron en bodegones y cubetas, litros de carburante derramado de una toma clandestina.
En el lugar permanece abierta una de las dos tomas encontrados en el rancho San Antonio de Tiña, hay presencia de elementos del Ejército y Policía Federal, aunque en las inmediaciones lo único que se observa son milpas de maíz, en una parte secas por lo tóxico del hidrocarburo, además de un campesino a bordo de un tractor que recorre el camino con temor, dice, pues el olor a gasolina persiste.
En Acambay desde hace un par de semanas, la Secretaría de Seguridad, autoridades federales y la policía militar detectaron al menos cinco tomas clandestinas en distintos puntos del territorio.
La mayoría de ellas, en terrenos dedicados a la siembra, en donde son pocos los trabajadores, pues no es temporada alta, sino de arado, de trabajo diario. En el caso de San Antonio, el responsable es Nicolás González Correa, un hombre de 74 años, con cinco hijos y toda su vida dedicado a la siembra, quien dice tener miedo cada vez que debe encender el trascabo para andar por el campo de maíz, pues “podría ser que estalle o se prenda el predio que tiene gasolina”.
Una de las tomas, que señala este campesino, se ubica al pie de la carretera, en donde hay rastros de pasto y plástico quemado, producto del incendio de una camioneta que transportaba huachicoleros y gasolina robada, que extrajeron del ducto Palmillas-Toluca, que conecta con la capital mexiquense.
“No es la primera vez ni la última que pincharon el ducto, cada vez es más seguido pero la verdad no sé quiénes sean o de dónde vengan, como dice el dueño de aquí, lo mejor es no preguntar, no ver y no meterse en nada. Mucho menos comprarles combustible, eso nos da miedo”.
Este hombre percibe 120 pesos diarios, con ello sostiene a su familia, todos sus hijos son trabajadores en una empresa de la zona, pero asegura que ninguno se dedica al huachicoleo, “por más pobres que sean”. Sin embargo, la extracción de combustible en esta zona es un secreto a voces, sobre la localización de las tomas tienen conocimiento desde el policía de tránsito hasta cualquier dueño de una miscelánea o un restaurante en el centro del municipio.
Los policías militares señalan que son 30 kilómetros de ductos los que deben vigilar en la región norte del estado, que incluyen Ixtlahuaca, Jilotepec y otros puntos, además que hay algunas de estas tomas abiertas, por donde se sigue derramando el combustible y que son peligrosas para la gente, pero “nuestra obligación es informarles, ya si se quieren meter, no podemos hacer nada, el peligro es mucho”.
En Acambay habitan 56 mil 849 personas, de las cuales 27 mil 412 son hombres y 29 mil 437 mujeres; prevalecen los adultos. La mayoría tienen escolaridad básica trunca, y apenas entre 6 mil y 9 mil viviendas tienen sanitarios, además de luz eléctrica, muchos son indígenas y en su mayoría pobres o muy pobres.
