Toluca/Estado de México
Inició la Feria y Festival del Alfeñique en Los Portales de Toluca y con ella la exposición de piezas únicas, artesanales que desde hace décadas se producen en la casa de familias toluqueñas que por más de tres generaciones se han dedicado a esta actividad. Es el caso de las calaveras de la familia encabezada por Jorge Sánchez Casas, quien desde pequeño aprendió la técnica de su abuelo y su padre, quien ahora mejoró el terminado y oferta hermosas calaveras que van de los cinco centímetros, o menos, a las monumentales.
La mayoría de sus productos son vendidos durante la feria o festival que organiza el ayuntamiento de Toluca en octubre para impulsar la producción del típico Alfeñique, pero que también ocupa un espacio importante el azúcar y el chocolate.
Junto con su esposa María Eugenia, dan forma y vida en la muerte de las toneladas de azúcar que son la materia prima de su producción.
Para este médico de profesión pero dulcero de corazón, la elaboración de las figurillas es una de sus más grandes satisfacciones en la vida, pues la creación de calavera del dulce es el resumen de su historia familiar.
“Hemos tenido que luchar mucho para mantenernos vigentes, porque el Halloween comenzó a cobrar más adeptos por encima de las tradiciones mexicanas“, platica.
Inicialmente, recuerda, los artesanos elaboraban botellas de anís con cuerpo de azúcar, ratoncitos, letras con licor y así fue como a los cuatro o cinco años comenzó su aprendizaje. Cuenta que en una pequeña silla su papá y su abuelo le enseñaron a realizar las calaveras de vaciado de azúcar.
El proceso de dar forma al azúcar.
Jorge platica que desde marzo, los productores de calaveras comienzan a solicitar las dos o tres toneladas de azúcar que es la materia prima de sus productos. Comienzan en la temporada de calor, a principios de año porque para el mes de septiembre y octubre debieron concluir con la fabricación pues de lo contrario, pueden perderlo todo, pues “la humedad es nuestro peor enemigo, se puede deshacer la figura y perderlo todo“.
Para ellos, dice, es muy importante rebajar con azúcar nacional, porque un año trajeron el insumo de Brasil, y no funcionó para darle forma y endurecer las figuras que primero son vaciadas en moldes de barro.
Cada año, esta familia prepara de 2 mil 500 a 3 mil piezas de todos los tamaños, desde las que tienen una altura de cinco o seis centímetros hasta las de 10 o 15 centímetros de altura.
También, inician a dar forma al Alfeñique, primero hacen borregos, que son los animales relacionados con la divinidad, además algunas mini tumbas, patitos, gallinas, hasta ofrendas miniatura y cruces.
Depende del tamaño de la calavera el tiempo que tarda el proceso, por ejemplo para las más grandes 20 kilos de azúcar que se disuelven a fuego alto, porque de otra se forma se pone amarilla. Tras casi una hora pasa a otro cazo donde la transforma en una mezcla con apariencia de atole.
Se impregna de azúcar, luego vacía el azúcar, escurre el exceso y una vez fría le quita los excesos o rebabas. Ya fría se desmolda.
La decoración
María Eugenia Soles González de Sánchez, esposa de Jorge es la encargada de la decoración. Muchas veces son sólo mujeres las encargadas de esta parte del proceso. La técnica depende de cada artesano, pero primero se coloca el papel estaño y los adornos en las figuras, después se prepara una pasta a base de clara de huevo, azúcar glass y limón con colores vegetales.
Con duyas o en bolsas se va dando forma a las típicas flores de cempasúchil, algunas formas que hacen llamativa la calavera.
“Yo no estudié para esto, tenía mi profesión y en cierto momento me llamó mucho la atención lo que él hacía y así fue como comencé“, dice. Pero esta actividad es tan relajante que para ella sirvió de terapia todos estos años.
Ahora es su hija, administradora de empresas quien comenzó a erguir la tradición del decorado y uno de su hijos, cirujano, quien da continuidad a esta herencia familiar.
