Toluca/Estado de México
El rezo de Antonio retornó como un eco frente al portón cerrado de la iglesia del Carmen. Es día de ir a visitar a la milagrosa como cada año. Pero el Covid-19, le dio una sorpresa al feligrés que cada 16 de julio arriba al famoso santuario que se ubica al lado de la Plaza España, en la entrada al barrio del Cóporo.
"No importa que esté cerrada la iglesia, lo importante es venir a darle gracias", dice Antonio.
Mientras responde, al otro lado del portón de madera enorme, el señor cura celebra la misa. La única que este año tendrá la Virgen del Carmen, a quien se les festeja por tradición por casi un mes.
"Si no fuera por el virus, ya habría aquí los danzantes, los peregrinos y la música", comenta Guadalupe, la vendedora de gorditas de nata que se pone a diario en la puerta del atrio con su atizador.
Hubo en la historia otros casos, que por reparaciones o cuando ocurrieron los sismos del 2017, en que se cerraron las puertas de la iglesia del Carmen. Pero no al grado de suspender los festejos. Eso le duele a los fieles. A los que buscan consuelo en el manto milagroso de la estatuilla que frotan a su rostro.
"Primero la virgen, vamos a acabar la mercancía", externa Silvia, la única vendedora de milagros, estampillas y rosarios que se instaló este año frente al atrio.
Una semana antes a esta fecha, ya había disputas por los espacios al lado de la iglesia. Los ferieros de los juegos mecánicos ya habrían protagonizado alguna riña para quedarse con los lugares codiciados, porque la virgen del Carmen mueve miles de creyentes, dice Antonio.
Como él, otros fieles llegaron todo el día hasta el portón cerrado de la iglesia. Se hincaron, rezaron, pidieron y dieron gracias. Con una fe que no necesita mirar, ni saber que hay más allá de ese portón color pino. Esa es la fe a la Virgen del Carmen.