Toluca
El centro de transferencia ubicado en el municipio de Capulhuac está al tope de basura; las bardas perimetrales a punto de colapsar por la presión que genera la acumulación de desechos. Los vecinos de la zona reclaman la contaminación al medio ambiente, el aire que respiran y el suelo donde siembran, sobre todo ante la llegada de la temporada de calor, cuando más se generan lixiviados e incrementa el aroma a podrido.
A este sitio llega la basura de los 9 mil productores de barbacoa de ovino en hornos de piedra, quienes a la semana matan hasta 12 mil borregos; es la actividad primaria de la localidad ubicada en el Valle de Toluca, junto a Ocoyoacac.
En trienios pasados realizaban lombricomposta con la carne y huesos de los barbacoyeros, que después vendía el ayuntamiento para la manutención del propio centro, pero el actual gobierno municipal abandonó la producción, según los trabajadores del relleno sanitario, quienes dijeron pertenecer a la Dirección de Obras Públicas, pero enviados a esta función sin motivo aparente.
Cada 20 días o mensualmente, el ayuntamiento paga tráileres para llevarse los desechos y debe derivar entre 200 y 500 mil pesos provenientes del FORTAMUN.
Los vecinos reconocen que son en parte responsables de las condiciones del lugar, toda vez que llegan personas de otros ayuntamientos o colonos del mismo Capulhuac y abandonan bolsas de desechos cerca de este espacio.
Son cerca de 36 mil habitantes que generan entre tres y cinco kilos de basura a la semana e incrementan los desechos de barbacoa, porque las familias que venden en la Ciudad de México están obligadas a llevarse su basura por norma de la capital del país, de modo que todo lo depositan en el tiradero de esta localidad.
“Nos afecta mucho al suelo, todos tenemos milpas y el gobierno municipal debería poner en otro lugar el tiradero, por ejemplo donde no haya habitantes”, consideró Olegario Alberto.
Clara Aguilar Olguín, vecina del basurero, afirmó que los dolores de cabeza, de garganta y urticaria son frecuentes; cría animales que muchas veces consumen agua que podría ser contaminada por los lixiviados.
Denunció que desde hace años las autoridades municipales comprometieron retirarlo pero nunca se concretó; tampoco ha llegado personal del Instituto de Salud estatal, ni regidores, síndicos o directores municipales para brindar atención médica o practicarles análisis y descartar enfermedades por convivir a diario con los montones de basura, la fauna nociva, lombrices, insectos, ratas, gatos y perros.
El alcalde Eduardo Neri Rodríguez aseguró que desde hace dos años pidió a la Secretaría de Medio Ambiente que cierre este sitio, aunque no hubo respuesta y admitió que dentro del territorio municipal no hay un sitio adecuado, sino deberán llevárselo a otra localidad.
Cuestionado sobre los daños a la salud o el suelo generados por los gases y la acumulación de la basura, rechazó ser la autoridad competente para emitir ese juicio, pero reconoció la urgencia de clausurarlo porque en al menos tres administraciones anteriores sembraban la basura, la quemaban, además de la falta tratamiento para una planta de tratamiento adecuada.
Desconoció la capacidad del lugar, aunque llegan toneladas de basura tan rápido que tras limpiar un pasillo el jueves, para el fin de semana la cantidad de desperdicios es inaudita, “parece que cayó del cielo, de verdad”.
El primer edil afirmó que “no hay quejas de los ciudadanos, los vecinos están muy contentos por la forma en que estamos trabajando y lo podemos ir a visitar para que vean lo que estamos haciendo”.
Amplió que por ser un municipio por el que atraviesan sobre todo comerciantes, son varias toneladas de basura las que arrojan en las calles, especialmente en el Cerro de Mendoza, donde incluso debieron desplegar seguridad para sancionar a los responsables y atribuyó a la falta de educación esta conducta.