Pasaron seis meses del sismo de 7.2 grados registrados el 19 de septiembre del 2017 y los damnificados coinciden en que la sociedad civil organizada fue quien sacó adelante algunos de los casos más urgentes, familias que perdieron sus viviendas al 100%, los encargados de rehabilitar las escuelas o quienes encontraron opciones para que sus hijos regresaran a las aulas.
De los gobiernos municipales poco se supo, en algunos casos como en Malinalco, coordinaron algo de la ayuda que envió el gobierno federal; sin embargo, en la mayor parte de los ayuntamientos dejaron en manos de las Secretarías federales de Desarrollo Social y Urbano los censos para determinar qué tipo de apoyo enviarían como parte del Fondo Nacional de Desastres (Fonden).
Aún así, por ejemplo en Tenango, son muchas las familias que no han recibido las tarjetas de 90 mil pesos para los más afectados, otra de 30 mil para adquirir material de construcción y una más de 20 mil pesos sólo para ayuda.
Marlén, habitante de San Francisco Tepexoxuca platicó que a raíz del 19S, surgió la asociación civil “Sanando Hogares”, pues ante la inacción del ayuntamiento encabezado por Francisco Garduño (actual aspirante a una diputación local), debieron emprender el trabajo coordinado entre vecinos y comenzar por realizar un censo de daños, buscar las vías de acercamiento con los gobiernos federales y estatal, además de obligar al Instituto Mexiquense de Infraestructura Educativa del Estado de México para (IMIFE) para que acreditara los daños en la escuela de tiempo completo “Licenciado Alfredo V. Bonfil”, que resultó imposible de ocupar.
“La ayuda no fluía, tuvimos que hacer varios paros en las carreteras con dirección a Toluca para que la Secretaría de Educación estatal nos hiciera caso e incluso coordinamos el apoyo de la iniciativa privada o particulares para que nos apoyaran con tres pies de casa para familias que lo perdieron todo”, narró.
En Tenango nunca se instaló un albergue, la gente que vio sus inmuebles en ruinas, incluso aquellos que por la inseguridad de sus estructuras no podían volver a su casa aún en pie o apuntalada, tuvieron que buscar ayuda por su cuenta.
“Porque una cosa es irte con un familiar unos días, hasta un mes o dos, otras es que a seis meses nosotros sigamos viviendo en casas de amigos, familiares, vecinos que por más humanitarios, necesitaban un espacio”, indicó José Luis, uno de los damnificados.
En este municipio continúan tomando clases en un predio que no está techado y el piso es de tierra, que con el aire genera complicaciones de salud para los menores, mucho más en la época invernal, el conflicto es “lo que se espera con las lluvias ¿van a estudiar en el lodo?”.
En Malinalco, los cuatro frailes que habitan en el convento, además de los empleados administrativos pasaron seis meses entre ruinas.
No llegó la ayuda, tras el apuntalamiento que llevó a cabo personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), no volvió nadie más.
“Vino el gobernador Alfredo del Mazo Maza durante los primeros días tras el temblor, no quiso entrar a ver los daños. El titular de Protección Civil dijo que era peligroso, en ese riesgo vivimos nosotros desde entonces, nadie ha venido a trabajar en el lugar, para recorrer los pasillos sorteamos las vigas que apuntalan la cúpula y otras áreas del convento”, platicaron.
Las ceremonias son oficiadas en el patio, porque la vida continúa aún sin las condiciones óptimas para hacerlo, dicen.
En el pueblo turístico la actividad no se recupera al 100% y es que para los lugareños el problema mayor es la situación física del convento, el principal atractivo.
Además, durante varios meses previos al sismo había arreglos para el centro de la localidad, así que de a poco se fueron retirando los turistas, que ahora son más mexicanos que extranjeros, los primeros “casi no gastan”.
En este poblado hubo 234 viviendas catalogadas como pérdida total, de ellas no localizaron a 35 propietarios, 409 con daño parcial y 643 con afectaciones menores.
Además, hubo templos y capillas dañadas en la cabecera municipal (10); en Chalma el Santuario; en San Sebastián (1); San Nicolás (1); Jesús María (1) y Jalmalonga (1).
Los franciscanos señalan que únicamente Ricardo Salinas Pliego invirtió en la rehabilitación de una capilla aledaña al fraccionamiento de mayor poder adquisitivo del territorio municipal.
En Tecomatlán, municipio de Tenancingo, los damnificados denuncian que los apoyos llegaron a medias o por errores de quienes levantaron los censos, no llegaron, fallas básicas como la ortografía tienen a los pobladores en la calle, durmiendo entre la tierra o en la intemperie.
Las viviendas que fueron catalogadas como pérdida total, son cuartos a medias, el dinero que les entregaron no alcanzó más que para bardas perimetrales, los colados y techos deben esperar al ahorro que deje 2018.
La mayoría de los damnificados en este pueblo recibieron 15 mil pesos porque fueron tomados como daños parciales, quienes alcanzaron 120 mil para la reconstrucción total de sus casas, únicamente recibieron 85 mil pesos, insuficientes para construir cuartos.
Hubo algunos que siguen sin recibir su tarjeta porque el personal del gobierno federal que aplicó el censo registró a “Jerardo” no a “Gerardo” y lo dieron por no localizado al momento de entregar los cheques y tarjetas.
La escuela del nivel básico “Jaime Nunó”, en esta localidad de Tenancingo obtuvo del Instituto Mexiquense de la Infraestructura Física Educativa (IMIFE) el documento que la acreditó como inoperable en su totalidad, el segundo piso y la barda perimetral debieron ser derribados, la cisterna se filtra por completo y los baños también se derrumbaron.
Sin embargo, ahora deben ser los padres de familia quienes asuman la reconstrucción de las aulas del segundo piso para la secundaria, determinar qué hacer con los desechos tóxicos que generó el laboratorio de química, pues con el temblor se combinaron los gases y es imposible entrar al aula porque incluso el equipo de cómputo se derritió con el gas del ambiente.
“Me dijeron en el IMIFE inicialmente que iban a reconstruir todo, apenas el ocho de enero me instalaron aulas provisionales y fue porque los taxis de la comunidad colocaron pintas sobre la necesidad que teníamos, pero adaptamos lonas donde todavía estudian algunos”, reprochó la directora del plantel, Karen Herrera Cano.
Con base en información de la Secretaría de Educación estatal de las 4 mil 909 escuelas dañadas por el sismo del 19 de septiembre en el Estado de México, más de 3 mil 500 se encuentran en proceso de rehabilitación, la mayoría de ellas son las 2 mil 209 que resultaron con afectaciones parciales y que recibieron una tarjeta para las composturas informó Alejandro Fernández Campillo.
Están en desarrollo 505 obras de reconstrucción; sin embargo, las 32 que requieren reconstrucción total se llevarán varios meses más, quizá más de cuatro o cinco para poder ponerlas en pie otra vez, en un principio previeron hasta 10 meses de plazo para su reparación total.
De la totalidad de inmuebles afectados, 2 mil 209 resultaron con daños menores, 2 mil 668 son parciales, 32 con afectaciones mayores.
Afirmó que “en algunos casos ya estamos en el lugar trabajando, en muchos es la reconstrucción total y en otros llevamos a cabo trabajos preliminares”; sin embargo, no concretó cuántas de esas estructuras educativas están completamente en pie y las que faltan por rehabilitar.
Las que faltan por comenzar con la atención se debe a que no han llegado recursos del Fondo Nacional de Desastres (Fonden) o Fondo de Aportaciones Múltiples potenciado (FAM), pero fueron prioridad las que fueron afectadas gravemente.
No se sabe en qué municipios se llevaron a cabo las obras de reconstrucción, qué escuelas recibieron las tarjetas de daño parcial ni cuando, o la cifra exacta de aulas provisionales, escuelas de madera u otras opciones que llegaron con el sismo, porque la dependencia no respondió esas preguntas.
Mientras que la Secretaría de Desarrollo Urbano mexiquense no respondió sobre la cantidad de recursos entregados a los damnificados por el sismo.