En la antigua Roma, cuando había una reunión y en la puerta de la entrada se colgaba una rosa, los temas tratados eran confidenciales. (sub rosae)
La ira, como un conjunto de sentimientos negativos que nos genera enojo o indignación siempre se hará presente en algunos momentos de nuestra vida, y generalmente se presentará con mayor peso en el momento de situaciones de conflicto.
Cuando la ira se hace presente, es complicado saber manejar de manera adecuada las opciones que tomamos.
En más de una ocasión, si usted hace memoria junto conmigo, recordará al menos una situación en su vida, en que, debido al enojo, en mayor o menor grado, no haya elegido de manera correcta la forma de actuar o de hablar.
Por eso, el enojo, o en su caso, la ira, es un poderoso complemento de una campaña política, ya que al ser un sentimiento que rara vez puede canalizarse con ciertos atenuantes, nos hace actuar de acuerdo al malestar que estamos viviendo.
La elección del pasado primero de julio, fue una elección de ira para millones de mexicanos, que con justa razón, fueron viendo como al paso de los años, su situación económica, laboral e incluso personal no fue nada halagadora, no sólo por una opción política por la que hayan votado en otras ocasiones, sino simplemente por la realidad que vivían en su entorno cotidiano.
Las redes sociales fueron parte fundamental para potencializar el enojo y enfocarlas en temas fundamentales que el partido en el poder e incluso el propio gobierno no supieron manejar en momento cruciales de crisis como el caso Ayotzinapa.
Verdades que se quedan a medias, o se canalizan de acuerdo a la conveniencia de grupos de poder fueron formando parte de la agenda diaria que millones de mexicanos consumían.
Inseguridad, desempleo, feminicidios, crisis económica, aumento de combustible y la interminable lista de actos de corrupción que se hacían públicos fueron alimentando cada día el desencanto social que a su vez fue canalizado por una figura política cuyo discurso de esperanza fueron los principales detonadores de una votación histórica.
Fue la elección de la ira en contra un sistema, contra una realidad que no sólo es culpa de uno o dos colores políticos, pero que en ese momento de estará ante la urna poco importa, fue una elección con una lección que el voto ciudadano habrá de darnos, sobre todo cuando debido a la falta de matización para “razonar” el sufragio, no se votó por contrapesos legislativos y terminamos dando el poder “casi absoluto” a un solo hombre.
Si, a esa misma figura que llegará al poder hasta el próximo mes de diciembre, pero que ya ha empezado a “gobernar” desde ahora, algo que empezó ya a desgastar el enorme respaldo social con el que llegó a la presidencia de la República.
Una vez pasado el enojo social, cuando la ira se convierta en un sentimiento menos potente, como el malestar, vendrá la reacción normal de miles de mexicanos que verán que gobernar no es una cuestión de buenas intenciones, y con ello también vendrá el eterno conflicto con la realidad.
Prueba de ello, es lo que hemos vivido con la pasada consulta ciudadana en donde la mayoría de los que participaron, decidieron apoyar una postura que el presidente electo había hecho suya.
Hace unos días, también se dio a conocer el proyecto de presupuesto 2019 de la Federación que de acuerdo a una primera lectura, echa por la borda el discurso de la “austeridad republicana”, al menos en cuestión de pago de nómina ya que el de este año será más alto que el de años anteriores en al menos 400 millones de pesos, pero no prevé recursos para la atención a población indígena.
Y eso, pese a no ser culpa de Andrés Manuel, si debiera ser otra lección que la realidad, no siempre ayuda a las buenas intenciones.
No tengo duda que Andrés Manuel es un hombre de poder, y cuando un hombre con poder llega a gobernar, sus virtudes se acrecientan, pero también lo hacen sus errores.
Por el bien de México, espero que sean más sus virtudes, y que la ira que nos generó una elección quede sólo en lo que es, un sentimiento pasajero, porque pensar diferente, debe ser más una oportunidad de generar consensos, que de abonar a la confrontación.
Los medios de comunicación serán, nos guste o no, como pasó en este sexenio, un contrapeso, del poder público que hoy recae en un nuevo presidente, que está acostumbrado a hacer declaraciones sin la responsabilidad que da tener un país –aún- en los hombros.
- Tip: Sólo en México amamos tanto esta tierra que a través de la muerte seguimos festejando la vida...
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