El 7 de noviembre, el Sindicato de Ferrocarrileros, en un acto político impensable hasta hace unos meses, reunió a los líderes de las más grandes y representativas organizaciones sindicales del país. En una foto, que será histórica, al lado del anfitrión Víctor Flores Morales, están Carlos Aceves del Olmo, de la CTM; Carlos Romero Deschamps, Petroleros; Isaías González Cuevas, de la CROC, y Abel Domínguez Rivero, de la CTC.
En la celebración del Día del Ferrocarrilero, los poderosos dirigentes sindicales se unieron, después de las grandes diferencias que habían mostrado por décadas. El motivo: la decadencia del Partido Revolucionario Institucional, a partir del 1 de julio, cuando Andrés Manuel López Obrador ganó las elecciones y su Morena arrasó en todo el país.
Parece que este es un mensaje claro. De fondo cierran filas, cada uno con su elección interna renovada. Desde su trinchera, ahora sin un corporativismo priista pero, parece, sí con un control de cada gremio. El 1 de julio logró lo que parecía poco factible: la unión intersindical.
Este encuentro marca un fondo importante para México. Es evidente que los líderes de los sindicatos más grandes del país ven como un riesgo al Presidente electo y ello los llevó a dejar sus diferencias de lado. La llegada de Napoleón Gómez Urrutia, del sindicato minero, al Senado de la República y la liberación de la maestra Elba Esther Gordillo, los muestra como los favoritos de Morena.
Sienten a tal grado el peligro, que los unió para tratar de hacer resurgir el PRI, el partido que por muchos años logró que los sindicatos estuvieran adheridos a sus filas, el llamado corporativismo. ¿Cuánto lograrán hacer cuando éste se ha visto disminuido?
Lo importante para el Partido Revolucionario Institucional es que todavía los tiene de su lado. Si bien en los sindicatos ha sido muy criticado que los líderes se eternicen al frente, no se puede dejar de reconocer que todavía hay un enorme control de estos en cada uno de los gremios. Y si no, hay que preguntar al propio “Napito”, quien regresó al país con fuero, no precisamente por su simpatía personal, sino por lo que representa.
Veremos pronto cuál será la forma en que los longevos dirigentes van a ayudar al tricolor a resurgir. Quizá pronto seremos testigos de alguna reunión de este poderoso grupo con la presidenta nacional del Revolucionario Institucional, Claudia Ruiz Massieu.
Seguramente serán los secretarios generales en los estados del país, de estas organizaciones sindicales, los que comenzarán con alguna estrategia de recuperación. Tienen dos años.
Los cierto es que el mensaje fue enviado: el PRI no está muerto.