Es necesario seguir hablando sobre el tema de las acciones, a mi parecer, negativas, que utilizan grupos de ciudadanos para obtener justicia por propia mano y que, desafortunadamente, terminan generando acciones vandálicas o delincuenciales, pues hay quienes aprovechan esta situación para cometer delitos sin límite.
El domingo por la noche, en persecución de un delincuente, y ante la oposición agresiva de sus compinches, la policía de la Ciudad de México, ingresó sin justificación a territorio del Edomex y, también con agresión desmedida, golpearon a ciudadanos y destruyeron bienes de particulares.
Ante la demostración de barbarie policial, los vecinos de San Juan Ixhuatepec tomaron la carretera México-Pachuca, también sin justificación, causando daño económico a muchos ciudadanos trabajadores que no tenían por qué pagar las consecuencias.
Regresando al dilema del abuso de la autoridad ante al abuso social, ¿cuál será más dañino?, porque también se vulneran derechos al tomar las vías de comunicación; también se daña la economía de particulares al suspender el libre tránsito y, definitivamente, se cometen delitos al lesionar servidores públicos, cometer actos de rapiña y destruir propiedad del Estado, misma que se adquiere con nuestros impuestos.
¿Hasta cuándo entenderemos que la justicia por propia mano es un acto ilegal? y ¿hasta cuando la autoridad entenderá que la capacitación y preparación de nuestros policías es básica para un actuar dentro de la normatividad y con respeto a los derechos humanos?
Pero esa preparación no sólo se refiere a técnicas y tácticas policiales. Tenemos que observar la conducta de los servidores públicos y capacitarlos para actuar bajo presión; es indiscutible el enojo de un policía cuando no logra su objetivo de detener al delincuente por la intromisión de sus complices o, lo que es peor, de personas que no tienen nada que ver con los hechos y, sin embargo, toman partido solo por atacar a la autoridad.
También es entendible el enojo del policía por el ataque y lesiones a sus compañeros, pero este enojo debe controlarse para actuar de manera inteligente y no causar daño ni salirse de los parámetros de la actuación legal de la autoridad. Ésta es la preparación que requieren nuestros policías, para poder confiarles la paz y seguridad que todos exigimos, para así acabar con las venganzas sociales que solo causan mayores daños y descontento de quienes no tienen que pagar los platos rotos.
Por cierto: viene el último fin de semana largo del año y, con una visión comercial especial; por ello, así de especiales deben ser las medidas de precaución para no ser víctimas de la delincuencia. Recuerden, la prevención es básica para la seguridad.
