Vista la situación de final de sexenio con la gafas de “Palinuro”, ese rabelaisiano personaje de Fernando del Paso, combinada con la propaganda oficial, es posible afirmar que se generó tal tipo de conciencia cívica, que ahora los ciudadanos están conscientes de que “no todo es tribulación ni adversidad”; de que no sólo suceden actos de corrupción, de impunidad, de sobornos, asesinatos, violaciones, feminicidios; de que no sólo los bancos practican la usura más escandalosa mediante comisiones y cobros de interés, o de que el Banco de México arremete una vez más contra tarjetahabientes y firmantes de créditos al elevar su tasa de referencia para favorecer a los especuladores de siempre, etc.
El mundo no se nutre sólo de eso, se diría en el “Viaje de Palinuro por las agencias de publicidad y otras islas imaginarias” (“Palinuro de México”, p.p. 205-262, Fondo de Cultura Económica). También y siguiendo al citado personaje del extinto escritor, hay otra clase de “buenas noticias”:
El sábado próximo será el último de este sexenio, interrumpiéndose, en apariencia, la racha neoliberal de seis mandatos (36 años) con sus “reformas estructurales”, promotoras de la miseria y la devastación, lo cual desde el punto de vista del “Ogro Salvaje” no merece más que el excelso reconocimiento por el eficaz desempeño, culminado con la “reforma energética” y sus “gasolinazos”.
Pero asume Andrés Manuel López Obrador. Y no llega solo: para empezar, se hará acompañar de una consejería más que “fifí”, integrada por dignos representantes de la clase de negocios que sólo se permite bajo la tenebrosa sombra de lo que presuntamente se va: desde el remate de bienes nacionales a precios de tianguis hasta el agandalle presupuestal, pasando por rescates bancarios, carreteros y otros fraudes, todo con cargo a los contribuyentes, al presente y al futuro.
Lo anterior incluye, como es de suponer, orquestas de párvulos patrocinadas con presupuesto público pero pasadas como formación de un consorcio televisivo, es decir, vil “caravaneo con sombrero ajeno” (es tradición: Ricardo Salinas Pliego también pidió prestado al hermano incómodo -Raúl Salinas- para comprar una televisora y luego, supuestamente, no devolvió ni el saludo).
A menos de que se trate de una estrategia, de esa manera parte de la llamada “mafia en el poder” se da la vuelta, pero sólo para tomar más vuelo y, se supone, para alcanzar la anhelada y bíblica purificación.
Pero no sólo “ocurren naufragios, violaciones, bombas, secuestros y otras tragedias”, como conscientemente asumen los ciudadanos: se anuncia la continuación de la militarización de la estrategia en el combate contra el crimen organizado que, sobra decir, ha sembrado de cadáveres buena parte del país, un tanto por esa ancestral cultura de jalar el gatillo y otra justo por los métodos violentos de intentar alcanzar la paz, con récords de muertos batidos mes tras mes.
Se va el neoliberalismo asesino que en dos sexenios se ha superado a sí mismo, favoreciendo en parte a la industria funeraria y, según la visión intelecto-nazi, la “limpieza social” con tantos indeseables en el cementerio, fosas comunes o, para no enfriar al espíritu aventurero, haciendo el último viaje en tráileres. Bien.
Pero queda una suerte de “táctica" a la George Bush y su pacifismo asesino, con el respectivo apoyo “divino”, claro, y con los “abrazos” como acción añadida de consuelo (un hecho inédito, casi como en “la isla de la estadísticas y promedios palinurescas, donde “se pasan cincuenta y seis mil horas teniendo ilusiones y tres años y medio temiéndole a la muerte, para morir, al fin, todos en un instante, pero de distinta muerte. Luego, permanecen muertos una eternidad como promedio”).
Esto únicamente confirma la teoría palinuresca: todo es posible en la paz y no ser dueño de nada no te protege contra la pérdida de todo, como prueban los irracionales ataques de “inversionistas” (especuladores y timadores) de la bolsa de valores, una quiebra más en Wall Street, un saqueo de dólares como consecuencia del alza de interés de la Fed de Estados Unidos para ganar más rápido y más fácil, que esto y un lance de dados en Las Vegas es lo mismo pero se hace pasar técnicamente como “volatilidad”, ciclo inevitable del benjaminiano “retroceso” de la humanidad.
¿Ya se terminó de recorrer la más grande y desolada de todas las islas? En el corto plazo, no parece y, de menos, la resistencia neoliberal está protagonizando “La Batalla de Lepanto”… pero con el trasero de Palinuro, en un insano y hasta indecente torneo de flatulencias, con el arbitraje del británico Jonathan Swift como promotor de la benevolencia de las ventosidades, combustible abundante, más que el “Hoyo de Dona” en el Golfo de México.
Habrá que aceptar, como Del Paso, que hay cofradías lo suficientemente flamígeras que, en promedio, a cada instante incendian las praderas, pero también que hay flatulencias desfallecientes, “desnutridas y subdesarrolladas” que, sin consultas, “se desbalagan como fantasmas” y son capaces de derrotar al mismo Palinuro.
¡Aguas!