Lo sucedido hace unos días en esta población, del Estado de Hidalgo, constituye una verdadera tragedia en la que buscar culpables está por demás. Sin embargo, es importante analizar los hechos desde el punto de vista de la seguridad y hacer notar cuáles son los elementos que llevaron a la muerte de muchos ciudadanos.
Quien no se ha enfrentado a una turba de gente guiada por el enojo, o simplemente por la manipulación de pseudo líderes. Podrá pensar que es muy fácil el control de la masa inpensante, pero es falso, entre más pasa el tiempo, y los sentimientos negativos se acrecientan, es más difícil hacer que las personas razonen. Y al sentirse protegidos por el anonimato, que otorga el número cada vez mayor de sujetos, se tornan agresivos y se enfrentan a lo que se les coloque enfrente. En estos casos, el robo, la rapiña, las lesiones, y hasta el homicidio, se convierten en un hecho que se trata de justificar con el enojo popular.
Ante esta situación se necesita la acción de la autoridad, bien razonada, pero con la aplicación del Estado de Derecho que otorga a la autoridad la fuerza pública como un medio para hacer que se cumpla la ley y ejercer el control social que evitará consecuencias como las que ya vimos y que, además, causan tragedias innecesarias.
Así es, estimados lectores, la turba inpensante, más la falta de autoridad, arrojan los resultados ya comentados.
No se trata de justificar, de ninguna manera, actos ilegales. El robo de combustible, el robo de productos perecederos en accidentes automovilísticos, y hasta los linchamientos, son delitos que deben castigarse y, sobre todo, prevenirse. Es cuestión de educación y de la acción con mano dura del Estado.
Aunado a los elementos mencionados, debemos entender, y así lo he manifestado, que el Ejército mexicano no está preparados para intervenir con diligencia ante estas circunstancias. Recordemos que su formación militar los limita a recibir órdenes y, en muchas ocasiones, no tienen la capacidad de tomar decisiones en el momento, deben esperar esa orden para actuar y debemos entender que esa es su instrucción y así deben actuar. Con toda mi admiración para las fuerzas armadas pues son excelentes estrategas, pero no tienen aún la posibilidad de actuar en materia de seguridad pública, lo que nos lleva a otro tema en el que insistiré, la Guardia Nacional debe estar constituida por elementos civiles con un mando civil.
No se trata de criticar al Ejército, pero cada institución tiene un fin para el que fue creada y así debe continuar, las fuerzas armadas deben cuidar la soberanía nacional y la policía la seguridad pública.
En el desarrollo de mi carrera profesional, he tenido que enfrentar en muchas ocasiones a la turba enojada y que no entiende razones. He recibido golpes y pedradas, amenazas de linchamiento y gran cantidad de recordatorios familiares y, créanme, no es fácil. Sin embargo, hemos salido avante con la aplicación de la ley. Es mejor ser señalado por el uso de la fuerza, con las medidas justas, que permitir consecuencia de las que después nos arrepintamos y no tengan remedio, como la tragedia de Tlahuelilpan.
Se conjugan varios factores: el anonimato de la muchedumbre, la falta de educación, el enojo social, la intervención del crimen organizado, la falta de autoridad y, sobre todo, las decisiones tomadas fuera de tiempo, todo esto abonando a la tragedia. En verdad, ¿vale la pena la pérdida de tantas vidas por todos estos factores que son predecibles y controlables? Yo creo que no. Si cada uno, en nuestro rol social, hacemos lo que nos toca, creo que podemos evitarlo.
Por cierto: ya vimos lo fácil que es la combustión de la gasolina y lo peligroso de este producto, por favor, tengamos cuidado.