En sus largas conferencias matutinas en las que ha dicho de todo, sin datos duros de por medio, y en las que los periodistas tienen que atender lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador dicta, ya que cree que no tiene ninguna necesidad de soportar lo que dice con estadísticas oficiales o “alguna de esas cosas” que el medio periodístico insiste en pedirle para sustentar sus notas, hace declaraciones que repercutirán en el interés de los gobernados.
Todo queda al libre albedrío de quien ocupa, no sólo la silla presidencial, sino los corazones de muchos mexicanos y la atención inevitable de todos los que se encuentran inmersos en cualquier actividad de la vida pública de nuestro país, ya que el Presidente tanto sabe de todo que hasta nutriólogo, conocedor del deporte, banquero, analista, incluso hasta puede armar su propio tianguis de venta de vehículos, aeronaves, motocicletas, recuerdos, postales, llaveros, “pásele joven”… perdón, me perdí…
Y es que López Obrador ve y quiere obligar a todo el mundo hacerlo a través de sus ojos tropicales, que si dice que la Calificadora Fitch Ratings es hipócrita, debe serlo, si dice que un periódico de prestigio internacional miente, debe ser cierto, si dice que la empresa “Corona” (Grupo Modelo) solicitó una devolución de miles de millones de pesos en impuestos con la negativa de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, así debe ser, aunque en varios de sus tropiezos pueda salir a corregir la nota, nunca, nunca va ah aceptar que se equivocó.
Megalómano al fin. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), de acuerdo a los recortes ordenados por el ejecutivo para poder sustentar sus programas sociales que tanto anuncia y presume, y que a consecuencia de ello destapa hoyos para cumplirlos, aunque algunos sean refritos de lo que ya existía, como todo nuevo gobierno los bautiza con otro nombre y ya, ha tenido que cancelar proyectos estadísticos en el momento que más se requiere de información para la toma de decisiones.
Un estadista se apoya en las instituciones que le dan forma al gobierno y que sustentan su existir, el Presidente se ha empeñado en querer absorber todo lo que tiene que ver con el ejecutivo federal, misión imposible de hecho, pero no permite que haya mas razón que la suya, un verdadero estadista apoya todo lo que dice en datos duros, que resultan ser relevantes y útiles, sin embargo, la institución encargada de acercárselos, fue reducida en su operación.
¿La razón? La austeridad republicana para favorecer los programas sociales.
Existen muchas áreas en el gobierno que no pueden trabajar con eficacia con tantos recortes, y resultaba lógico entender que si se les da a unos, forzosamente tenía que quitarle a otros, aunque al final la calidad en el servicio, bajo la óptica de este gobierno, es lo de menos, y así, se abarata la función gubernamental.
Lo barato a la larga sale caro, y bien que puede aplicarse a lo que se comenta, los recortes pueden ser hasta obligados en algunas o muchas áreas, pero en otras, dejan a la deriva la calidad del trabajo, aunado a que la reducción a los salarios desembocan en la fuga de talentos. Hacer más con menos suena más a un deseo romántico, la calidad es bastante importante.
La Cuarta Transformación hasta el momento ha resultado más cara de lo que suponía su propuesta, las perdidas han sido millonarias, pero éstas han afectando más a la sociedad y al sector empresarial que al gobierno.
“Oficialmente ya no hay guerra contra el narcotráfico”, ojalá tal afirmación fuera el resultado de que en efecto ya no lo hay, ni crimen organizado, pero no es así, o tal vez ahora todos los integrantes de los cárteles gozaran de los beneficios de los programas sociales con los que AMLO ha dominado ese flagelo de la sociedad, es más, ¿cuál inseguridad? De acuerdo a sus números, y sólo a ellos, la delincuencia y homicidios se han reducido considerablemente.
No obstante, en esta semana apareció una manta cerca de la refinería de Pemex en Salamanca, Guanajuato, con un mensaje dirigido al Presidente, firmada por “El señor marro” supuesto líder de un cártel dedicado al “Huachicol” denominado Santa Rosa de Lima, que bien puede ser el resultado de la acción militar de la semana pasada en la que se recuperó combustible robado. En el mensaje se le exige retirar a las Fuerzas Armadas del lugar, de lo contrario, el resultado de la amenaza recaerá en gente inocente.
Era de esperarse, los intereses que está tocando el combate al “huachicol” son muchos, y en los que de acuerdo a las investigaciones, también son muchos los involucrados, de todos los niveles, así como de diversos cárteles. No señor, parece que esa guerra solo puede cambiar de nombre, pero no ha dejado de existir, aunque seria interesante saber quién la bautizó con el nombre de “guerra contra el narcotráfico”.
