El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer y se recuerdan cantidad de hechos que marcan los momentos importantes en el desarrollo de la lucha femenina por la justicia y la igualdad de derechos. En este artículo queremos unirnos a esa conmemoración recordando un momento importante en ese proceso como lo fue la invención del famoso personaje virtual de la Mujer Maravilla, que cobró realidad gracias a la imaginación de un inteligente abogado y psicólogo y a las brillantes feministas que enriquecieron su vida.
William Moulton Marston, conocido también bajo el seudónimo de Charles Moulton, nació en Massachussetts en 1893 y estudió en la Universidad de Harvard, recibiendo su licenciatura en 1915 y una maestría en leyes en 1918. Sin embargo, más que practicar la abogacía Marston completó sus estudios doctorales en el naciente campo de la psicología.
Marston hizo grandes aportaciones en el ámbito de la psicología de la normalidad. Fue precursor de lo que ahora se conoce como ¨Inteligencia Emocional¨. Fruto de sus aportaciones en este sentido son los registros psicométricos, aún muy populares para la selección de personal en los Estados Unidos y en el mundo.
Marston fijó su interés psicológico en las personas “normales” o típicas. Estaba interesado en los retos diarios de las personas comunes u ordinarias. No le interesaba la conducta psicótica o la enfermedad mental en general. Marston quería desarrollar una unidad de medida de la "energía mental", es decir "entender y describir el comportamiento humano normal" de acuerdo a como cada persona distribuye, direcciona y exterioriza esta 'energía mental' en 4 "direcciones" (Modelo DISC):
(D)Dominio
(I) Influencia
(S)Sumisión
(C)Conformidad a Normas
El DISC Management ha terminado por convertirse en uno de los procedimientos más comunes para la selección, la gestión del personal y el estudio de mercados fundamentalmente en el mundo de la empresa, pero también extrapolable a entornos académicos e incluso hospitalarios.
Después de enseñar en la Universidad Americana en Washington D. C. y en la universidad de Tufts en Medford (Massachusetts), Marston viajó a los Estudios Universal en California, donde trabajó por un año como asesor educativo para All-American Comics en la década de 1940. Allí creó al célebre personaje de historietas La Mujer Maravilla, por sugerencia de su esposa Elizabeth Holloway Marston (también abogada y psicóloga) e influenciado por su relación con la psicóloga Olive Byrne, con las que vivió simultáneamente en una clandestina relación que trató de ocultar a la sociedad de entonces, mucho más intolerante que la actual.
Al terminar sus estudios psicológicos Marston investigó los conceptos de voluntad y poder, y su efecto en la personalidad y la conducta humana. Sus descubrimientos lo llevaron a ser el creador del primer aparato para detectar mentiras, gracias a su adaptación de instrumentos para medir la presión sanguínea en el cuerpo y otros cambios corporales. Su invención fue la base del polígrafo aplicado en 1921 por el canadiense John Augustus Larson a las investigaciones policiales y usado como prueba incriminatoría por primera vez por la policía de Berkeley, California. Desde entonces la también llamada ¨máquina de la verdad¨ se ha ido perfeccionando aunque su eficacia total sigue cuestionándose.
De hecho, el “lazo de la verdad” de La Mujer Maravilla habría sido inspirado en la atadura alrededor del pecho de los sujetos sometidos al detector de mentiras. La maravilla ficticia que enarbola La Mujer Maravilla, ese personaje de tira cómica que surgió en 1941 es considerado todavía como prototipo del feminismo y el empoderamiento de la mujer.
Gracias a sus investigaciones con el polígrafo, Marston se convenció de que las mujeres eran, por lo general, más honestas y fiables que los hombres y que por ello estaban más capacitadas para trabajar con precisión y eficacia. Esto hizo de él hasta su muerte en 1947 un férreo defensor de la causa de la mujer (tras su fallecimiento y el retroceso que significó la posguerra para la equidad de género, el personaje cayó en desgracia durante décadas, al punto que los guionistas la hicieron renunciar, literalmente, a sus poderes y la editorial la convirtió en la simple secretaria que tomaba nota de las hazañas de los superhéroes que conformaban La Liga de la Justicia).
En la década de los años setenta, las nuevas feministas quisieron reivindicarla como símbolo pero la heroína quedó rehén de las batallas internas del movimiento feminista y pese a algunos intentos posteriores para refundarla, el espíritu original de quien luchaba “por la paz, la democracia y los derechos de las mujeres” no se pudo restablecer. Pasaron casi cuatro décadas hasta el resurgimiento de un interés masivo por verla presentada todavía como personaje secundario en Batman versus Superman hace tres años.
De hecho, en 2017 se estrenaron dos películas sobre el tema, ambas dirigidas por brillantes mujeres que aportan una inteligente visión de género : una, con el personaje de La Mujer Maravilla en su tardío primer protagónico en la pantalla grande luego de haber superado en ventas de historietas al propio Superman. Y la otra, la historia de sus creadores El Profesor Marston y la Mujer Maravilla, que debió llamarse y las Mujeres Maravilla.
Ambas películas bien pudieron haber sido tomadas en cuenta para los Óscar, pero no obtuvieron ni una sola nominación pues ya se sabe que los premios de la Academia de Hollywood tienen una larga historia sobre sólo ser ¨políticamente correctos¨ (hasta hace unos años el 97% de los votantes eran blancos, con 76% de hombres y en promedio de 63 años de edad).
En fin, unas de las tantas buenas películas ignoradas, como bien lo sabe Yalitza Aparicio por la doble discriminación que sufrió por la película Roma, por mujer y por indígena.
Hay que recordar que 2017 fue el año en que se multiplicaron las denuncias de mujeres contra el abuso sexual en el ambiente cinematográfico de Hollywood.
A su vez, mientras se producían estas películas sobre La Mujer Maravilla y su maravilloso ¨lazo de la verdad¨, se revelaban por primera vez los detalles de la creación del personaje. Tuvieron que morirse todas las personas implicadas para que la multipremiada historiadora Jill Lepore publicara The secret history of Wonder Woman (“La historia secreta de la Mujer Maravilla”, aún sin traducción al español), una investigación fascinante sobre la vida pública, privada, íntima y clandestina de estas personas y el singular personaje femenino que crearon.
Como todo superhéroe, La Mujer Maravilla tiene una identidad secreta, pero también tiene una historia secreta, la de sus creadores, la cual ha explorado Lepore, quien ha escrito una biografía doble, tanto del personaje como de sus excéntricos creadores, William Moulton Marston y de Elizabeth Holloway (que tuvo el chispazo genial que William supo llevar a la práctica) y Olive Byrne, compañeras militantes feministas que vivían con él en la misma casa, haciendo funcionar en secreto una familia disfuncional, paradójicamente, con gran eficacia. Incluso después de fallecido Marston, ellas continuaron viviendo juntas.
Ellas intentaron llevarse a la tumba el secreto de familia, y con él el origen de la Mujer Maravilla, que hoy ha quedado revelado: la verdadera historia de la Mujer Maravilla no puede explicarse sin la historia de la lucha del feminismo. En 1937, Marston profetizó: “dentro de cien años las mujeres tomarán el control del país, políticamente y económicamente. La era de la Nueva Mujer ha llegado”.
Todavía quedan páginas por escribir, día con día, en la lucha feminista que cada vez más hombres acompañan, mediante palabras y hechos, películas animadas y renovadas historietas, y en la vida real en esta la verdadera historia de la Humanidad.