Persecución con sañaHace una semana perdió la vida Alejandro Caballero Calderón, hijo de la sindicalista, luchadora social y periodista Judith Calderón Gómez, ex secretaria general del Sindicato Independiente de Trabajadores de La Jornada (Sitrajor), defensora del contrato colectivo de trabajo (CCT) de ese gremio, pese a que le costó su empleo y se mantiene en riesgo su propia libertad -como estuvo la de su hijo- y de otros compañeros sindicalistas y ex dirigentes de esa organización.
Nos duele la lamentable pérdida de Alejandro Caballero Calderón no sólo porque lo conocimos de cerca, también porque se segó la vida de un joven lleno de sueños, ilusiones y sed de justicia en un país donde se calla y persigue a las y los periodistas que hablan con la verdad y defienden sus derechos laborales, humanos y libertad de expresión, como lo hace su madre, Judith.
Más duele aún, porque la muerte de Alejandro se da en un contexto de terrible persecución por parte de acusadores de La Jornada que, de manera dolosa e impune, señalaron al joven de 21 años de incurrir en supuesto “secuestro”, así como a su madre y a varios sindicalistas a causa del estallamiento de la huelga del 30 de junio de 2017, a las 17:00 horas, acción que fue votada por la mayoría de los trabajadores del Sitrajor en respuesta al hostigamiento y eliminación de sus prestaciones y derechos laborales.
A Judith Calderón e integrantes de su comité ejecutivo sólo les correspondió cumplir con el mandato de la mayoría de los trabajadores sindicalizados.
Vale hacer la aclaración que ese 30 de junio de 2017, a las 17:00 horas, Alejandro se encontraba jugando un partido de fútbol, mientras su madre enfrentaba la difícil decisión que le mandataron los agremiados del Sitrajor.
Jamás Alejandro, con apenas 19 años de edad, se imaginó que estaría vinculado a una acusación penal enderezada en su contra por el despacho de los Roel, sólo por ser el hijo de una luchadora social.
Ese 30 de junio de 2017, tanto directivos como un grupo de trabajadores incondicionales a la empresa determinaron por voluntad propia permanecer dentro de las instalaciones del diario para continuar la edición del ejemplar del día siguiente y así romper la huelga.
Incluso, días después de esa decisión, hubo quienes solicitaron un aumento salarial por su “lealtad” a la empresa, aunque se quedaron con sus dos palmos de narices.
Después de una persecución de año y siete meses, y de ser amenazado por la justicia de que debía presentarse en el Reclusorio Sur, finalmente el 18 de enero pasado se demostró con el propio video de los acusadores que ni Alejandro, ni Judith, ni los sindicalistas Leonardo Mondragón ni Marisela Delgado colocaron el día de la huelga un candado en la puerta principal del edificio de La Jornada. Por ese motivo, el Ministerio Público exculpó a Alejandro y a Marisela.
Pese a ello, persisten los acusadores en continuar con el procedimiento penal en contra de Judith, Marisela y Leonardo. Los propios abogados de la empresa, del despacho de los Roel, apenas hace unas semanas advirtieron que no cejarán en su intento de ver detrás de las rejas a Judith y a los sindicalistas referidos.
La pregunta obligada es: ¿Por qué se criminaliza y persigue con tanta saña a quienes ejercen sus derechos laborales?
¿No acaso vivimos en un país libre y democrático, como pregona el presidente de México, López Obrador? ¿Acaso La Jornada no se autocalifica como un periódico de “centro izquierda y de iguales”? ¿Hasta donde van a proseguir los acusadores de ese diario violentando los derechos humanos y laborales de los dirigentes sindicales y de los trabajadores que han sido despedidos injustificadamente?
¿Por qué involucraron a un joven que nada tenía que ver con el movimiento de huelga? ¿Acaso querían desmoralizar y quebrantar la fortaleza de Judith?
¿Es posible que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador siga siendo omiso en este caso, aun cuando es evidente que se trata de perseguir a dirigentes sindicales por cumplir con su misión de defender derechos humanos y laborales de sus representados?
Cuando la huelga estalló en La Jornada, López Obrador expresó todo su apoyo a Carmen Lira. Cierto, todavía no era Presidente de México.
Pero hoy, por la investidura que le otorgamos los mexicanos tiene la obligación moral y ética de aplicar la justicia en este caso. No puede permitirse que continúe la criminalización de los dirigentes sindicales y sociales, hoy de Judith, Leonardo y Marisela, por muy estrecha que sea la relación de López Obrador con la directora de La Jornada.
Tampoco puede permitirse que por defender su contrato colectivo de trabajo se violenten los derechos de decenas de trabajadores que han sido despedidos injustificadamente por directivos de ese diario.
Es tiempo de aplicar la ley y cumplir el sueño de Alejandro Caballero de hacer de México un país un poco más justo.
Que en paz descanse Alejandro que hoy está al lado de mi hija Ruth. Mi eterno cariño para el gran guerrero que siempre nos inspirará en la lucha por tener un país más democrático y justo.
Y hablando de derechos
Sobre el acoso, hostigamiento y agresiones sexuales que enfrentamos todos los días las mujeres periodistas (en prensa, radio, televisión, plataformas digitales y otros medios), la encuesta AcosoData 1 reveló que de acuerdo con un sondeo realizado en línea a 392 mujeres que han trabajado o trabajan en los medios de comunicación, el 73 por ciento ha vivido alguna situación de acoso en su trabajo.
El sondeo, elaborado por la Colectiva Periodistas Unidas Mexicanas #PUM, informó que el 63 por ciento de las encuestadas acosadas identificó a sus compañeros de trabajo como los agresores; 49 por ciento a sus jefes directos, y 43 por ciento a los integrantes de las fuentes informativas. Aunado a ello, 84 por ciento de las encuestadas no tiene acceso a protocolos contra esas agresiones, ya sea porque no existen en sus empresas o desconocen que existan.
Las encuestadas, del 6 al 22 de febrero pasado, son reporteras, editoras, fotógrafas, diseñadoras, infografistas e ilustradoras. La información se da a conocer en el marco de la celebración del Día de la Mujer.
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