El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, rechazó tajantemente que haya sido “en lo oscurito” la reunión que sostuvo con Jared Kushner, yerno y asesor del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aunque no fue precisamente un encuentro privado anunciado ni oficial, ni públicamente pese a la relevancia del mismo.
Aún más. El tabasqueño calificó de “normal” que se efectuara en la casa del vicepresidente ejecutivo del Grupo Televisa, Bernardo Gómez, la empresa de medios de comunicación electrónicos más importante del país y de Estados Unidos, a la que, por cierto, acusó en julio de 2012 (cuando perdió las elecciones presidenciales ante Enrique Peña Nieto), de ser integrante de la “mafia en el poder”.
También consideró “normal” que una reunión con carácter de Estado -en la que se juegan asuntos de la mayor relevancia como los temas de migración, el levantamiento del muro y el Tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá-, se lleve a cabo en la residencia de un amigo “mutuo” -como calificó al ejecutivo de la televisora que hoy forma parte del consejo asesor del mandatario mexicano-, y no en un recinto oficial, como Palacio Nacional, por ejemplo.
¿Sería “normal” que el Presidente no informara a los mexicanos del cónclave, aunque sus predecesores sí lo hacían de manera oficial a través de los medios de comunicación o de alguno de sus medios preferidos (Televisa, en el caso de Peña Nieto), cuando se trataba de asuntos con jefes de Estado, asesores y representantes de éstos, diplomáticos y funcionarios de alto nivel de los países con los que México sostiene relaciones, especialmente de Estados Unidos?
Por fortuna todo se sabe. Fue gracias a una reportera de Imagen que en la mañanera, sin pedir la palabra -no sabemos si se la habrían dado-, cuestionó sobre el referido encuentro, y la fotografía que se filtró en las “benditas” redes sociales -como las calificó el propio tabasqueño cuando ganó las elecciones- que nos enteramos de un encuentro que los miembros de la oposición, entre ellos el líder nacional del PAN, Markos Cortés, calificaron de realizarse en lo “oscurito”.
Obviamente las críticas que recibió AMLO las desestimó y las atribuyó a ser parte de un arrebato de “celos y sentimientos” por lo que les dijo a sus “críticos” que en ocho columnas difundieron la víspera del encuentro “en lo oscurito”: “¡Ya!... Abrazos y amor y paz, ya no tantos celos”.
Cabe preguntarse, ¿a quién le enviaba el mensaje? ¿Acaso a algún medio de comunicación que siempre ha arropado a López Obrador desde que éste era dirigente nacional del PRD -y antes-, motivo por el cual ese medio periodístico fue considerado, incluso por periódicos extranjeros, como una extensión de la militancia política de quienes se dicen de izquierda y progresistas?
Todos sabemos de la cercanía que el ahora presidente de México ha tenido con La Jornada y con su directora Carmen Lira, a quien solía visitar de manera regular y cotidiana en las instalaciones de Cuauhtémoc.
Recordemos las expresiones de apoyo que recibió de AMLO, vía Twitter, cuando los trabajadores de ese diario decidieron en urnas y democráticamente estallar la huelga, luego de que los directivos, sin más ley que su ley, eliminaron prestaciones y redujeron salarios.
Incluso, sin mayor pruebas de por medio, se acusó a los trabajadores de La Jornada, despedidos injustificadamente y sus líderes demandados penalmente, de tener tras de sí un interés “oscuro” de alguno de los grupos que desean “acabar” con un diario tan “democrático”.
Recordemos también quiénes fueron los autores intelectuales y materiales del fideicomiso “Por los demás”, creado presuntamente para apoyar a los damnificados del sismo del 19 de septiembre de 2017: Pedro Miguel, Jesusa Rodríguez, Elena Poniatowska, Bertha Maldonado, todos accionistas de ese diario, colaboradores y articulistas en sus páginas editoriales y hasta con algún cargo directivo en ese periódico. ¿También le enviaría el mensaje a quienes le reconstruyeron la imagen a López Obrador, como es el caso de Proceso o el caricaturista Rafael Barajas, El Fisgón, de La Jornada”, entre otro.
A pesar de las formas y maneras, el presidente de México les recordó a quienes lo celan que es respetuoso de la investidura presidencial, y por supuesto asegura que no hizo nada “indigno” porque tiene su “autoridad moral para asistir a cualquier encuentro”.
Para que nadie se ponga celoso, y evitar que se piense en un posible conflicto de interés -menos con una televisora tan importante con importante presencia en la Unión Americana-, nos prometió que en cualquier momento se reunirá en la casa de alguna periodista o un docente o un campesino. El nuevo estilo de gobernar de la 4T.
La pregunta es obligada: ¿Qué habría pasado si de la misma manera hubiese actuado un ex presidente neoliberal?
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