Existe otro aspecto poco estudiado acerca de la fecundidad específica en adolescentes. Tiene que ver con el perfil de los masculinos que estuvieron vinculados con la fecundación de las niñas-madres adolescentes y, que consecuentemente son los progenitores de los(as) recién nacidos(as).
Ha de tenerse en cuenta que, en México, el total nacimientos en madres adolescentes, registrados en 2017, sumaron 390,089 (INEGI, 2018). De ellos, 2.5% (9,748) sucedieron en niñas-madres que aún no cumplían 15 años. Aunque lamentable y doloroso cada caso, no debe perderse de vista que –con sui géneris fortuna— representan menos de tres por ciento del total de los eventos gineco-obstétricos en este frágil grupo demográfico. El amplio y restante 97.5 % se reportó en madres adolescentes que tenían entre 15 y 19 años.
Oficialmente INEGI informa que, en el Estado de México, en 2017 se reportaron 763 nacimientos en niñas-madres que apenas habían cumplido entre 10 y 14 años; lo que representó 1.5 % del total de nacimientos en todo el rango de madres adolescentes; es decir, un punto porcentual por debajo de la tendencia nacional.
En 37 % de los sucesos, las niñas-madres que parieron un hijo(a) antes de los 15 años, fueron embarazadas por tipos que tenían entre 15 y 19 años. Llama la atención que en poco más de 22 % se haya tratado de chicos que habían entrado recientemente a la adultez, poco antes o durante el embarazo de quienes fecundaron; mientras que la mayoría de las chicas tenían apenas 14 años. Es inevitable pasar por alto el engaño como parte del artilugio para abusar sexualmente de una impúber.
Preocupa que en 35 % del total de los padres biológicos que fecundaron con alguna de estas niñas-madres, se desconozca cuántos veranos habían cumplido. No es un asunto minúsculo, puesto que ellos representan más de un tercio del total de progenitores que estuvieron implicados en el embarazo que vivieron las menores y cuya condición etaria simple y llanamente se ignora.
¿Hay encubrimiento de esas paternidades? ¿Se desdeña? ¿El padre biológico huyó? ¿Existe coparticipación y vergüenza familiar o intrafamiliar, a tal punto que se opta por no declarar la progenitura? ¿También prima impunidad en este otro renglón?
Si se suman los grupos de varones entre 15 y 19, así como aquellos cuya madurez se omite, nótese que acumulan más del 70 % de los registros. En casi la quinta parte (18 %), los hombres que embazaron a la mayoría de las niñas de 14 y 13 años, tenían entre 20 y 24 años. Se comprenderá, desde todos los puntos de vista, que conforme avanza la edad de estos masculinos, es inevitable pensar en conductas delictivas.
En ese rango etario (10 a 14) los adolescentes que invadieron sexualmente a estas niñas-madres, en 2.5 % del total fueron ligeramente mayores a ellas, pues los núbiles fluctuaron entre 12 y 14 años cumplidos. Aunque son poco frecuentes, hay que recordar que algunos infantes comienzan a producir espermas a partir de los 12 años de vida, si bien con algún grado de inmadurez espermática y en pocas cantidades de semen. Aquí tenemos la evidencia empírica de que impactan en el embarazo adolescente y, desde luego, conforme se acercan a cumplir 14, la producción testicular aumenta.
Otro significativo 18 % de los padres que procrearon con niñas-adolescentes, habían cumplido entre 20 y 24. A todas luces está claro que, en esta casi quinta parte del total, la brecha etaria no solamente se ensanchó, sino que la presunción de violación o estupro podría cobrar relieve. Todavía más, en 80 % estos padres biológicos habían procreado con madres adolescentes de 14 años.
También preocupante el hecho de que en 4 %, los individuos que tuvieron hijos(as) con este grupo de niñas, habían cumplido entre 25 y 29 años. Se registraron 33 casos en esta condición etaria. Aquí la distancia etaria e, de una década o más. ¿Consentimiento otorgado por una pequeña, ante un varón de más 25 años o más? ¿Puro amor y nada más que amor? ¿Dónde están y quiénes son estos hombres? ¿Existen vínculos parentales entre ellos y ellas? Hasta ahora, nada se sabe al respecto.
Todas las niñas entre 10 y 14 años emergen como un grupo vulnerable frente al abuso sexual, la violación y el estupro, pero, sin duda alguna, las cifras dan clara cuenta de las chicas de 14 y 13 años. Las familias, escuelas, las instituciones de salud, de protección a la infancia y, las propias niñas, --con distintos niveles de responsabilidad social, civilizatoria y ética, tendrían que tomar parte activa en prevención, para evitar y erradicar este tipo de fenómenos que impactan la calidad de vida de estas infantas.
La siguiente semana, expondré el perfil de los individuos que embarazaron a las adolescentes que tenían entre 15 y 19 años de edad.
*Red Internacional FAMECOM