Después de una infidelidad, después de una separación, la vida sigue; sí, sigue, con desconfianza, con tristeza, con rabia y dolor. Mientras que para él o ella, a veces el remordimiento se hace presente, pero no nos damos cuenta ni medimos el gran daño que se provoca con este tipo de acciones. Y la pregunta es, ¿entonces, porque somos infieles?
La plataforma de citas Ashley Madison reveló que nuestro país tiene la ciudad más infiel del mundo, y es en nuestro Estado de México. En Ecatepec es donde son más las mujeres registradas buscando una relación extramarital.
Lo cierto es que hoy muchas mujeres y hombres viven la tristeza de una traición, llevándose entre las patas su estabilidad emocional y la de sus propios hijos, con el riesgo de repetir los patrones de engaño en próximas generaciones.
La causa general podría ser insatisfacción de la pareja en ciertos aspectos, pues se dice que "uno busca afuera, lo que no tiene en casa”. Aunque algunos hombres aseguran que la infidelidad está en la naturaleza del ser humano, en sus genes de cazador, pero la justificación del porqué las mujeres son infieles, fue porque sus parejas las descuidan, por no sentirse valoradas, se sienten olvidadas, no deseadas y sin cariño. Pareciera una cuestión de percepción que lleva a acciones que lastiman a otro ser humano.
En tanto, la infidelidad de los hombres también se da por atracción física, insatisfacción sexual, poco tiempo destinado a la pareja y pasar más tiempo en el trabajo, e incluso por venganza.
Las edades en las que se registran mayor número de casos de infidelidad en los hombres y mujeres están entre 45 y 60 años.
Según un estudio realizado por el Instituto de Psiquiatría Ramón de la Fuente, en México 90 por ciento de hombres y 70 por ciento de mujeres casados han sido infieles por lo menos una vez en su vida.
Lo cierto es que hoy tanto mujeres como hombres viven la consecuencia de una infidelidad, lejos de su hogar, lejos de su familia. Porque el perdón no fue la opción, muchas parejas hoy están sumergidas en una terrible depresión, adicción o coraje por haber sido víctimas de un engaño.
Parece que lo único que importa es gozar sin importar el daño a terceros, sin pensar en consecuencias, sin pensar si hacemos daño o no.
La infidelidad está acabando con las familias, con la célula de nuestra sociedad, porque hacemos daño a quien nos ama, a quien nos da su cariño; hacemos daño de manera consciente, la fidelidad esta en agonía, lo que no nos da garantías de lealtad en las personas.
Me queda claro que la fidelidad no es cuestión de género, edad, genes o percepción, sino de valores.