El continente africano comprende 54 países, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, con una población de 1,255’322,204 personas. Su clima comprende dos desiertos: el más grande del mundo, el Sáhara, el cual se distribuye a lo largo de 10 naciones; y el no menos imponente de Kalahari. Tiene también el río más grande del mundo, el Nilo (aunque otras fuentes citan al Amazonas), el cual corre 6,700 kilómetros a través de otros diez países: Burundi, Ruanda, Tanzania, Uganda, Kenia, República Democrática del Congo, Sudán del Sur, Sudán, Egipto y Etiopía.
El África negra (o ‘las ‘Áfricas negras’, como las llamó Braudel), son prácticamente desconocidas para nosotros los mexicanos, no así para otros países de América Latina. Mientras México tiene solo 7 embajadas residentes y una más que comparte con los países de la alianza del Pacífico, Brasil tiene 32 embajadas residentes, Cuba 21 y Argentina 11.
El continente africano está separado de Asia al norte del mar Rojo por el Canal de Suez, el cual lo comunica con el mar Mediterráneo; y por el estrecho de Bab el-Mandeb al sur, que comunica al Mar Rojo con el Golfo de Adén, en el Océano Índico. El Canal de Suez es administrado por Egipto; y el estrecho de Bab el-Mandeb, en la ribera africana, pertenece a Eritrea y Yibuti y por el lado asiático a Yemen.
Ahora bien. Como se puede ver del cuadro siguiente, varios países africanos son productores de petróleo (incluimos otros países productores del crudo a efectos comparativos).
Fuente: CIA, The World Fact Book
Sin embargo, el poseer los veneros del diablo no ha sido suficiente para lograr el desarrollo en varios de estos países. Según el desarrollo humano medido de acuerdo a la metodología de las Naciones Unidas, de los 38 países con desarrollo humano más bajo, 32 de ellos son africanos; entre ellos se encuentran algunos de dichos países petroleros.
Por su parte, el recientemente firmado Tratado de Libre Comercio Africano (AfCFTA, según sus siglas en inglés), el cual entró en vigor el 30 de mayo de 2019, es el primer paso hacia la creación de una de las zonas de intercambios económicos más grandes del mundo.
Supone, como vimos, la creación de un mercado continental único de bienes y servicios integrado por 54 países, 1.200 millones de personas, unos tres billones de dólares de PIB conjunto y una unión aduanera con libre circulación para capitales y viajeros de negocios.
Otros senderos que está explorando el continente africano para incorporarse exitosamente a la globalización, es la incorporación a la nueva ruta de la seda impulsada por China, y la cual contempla concretamente a Kenya y el flujo de mercancías a través del Golfo de Adén, el Mar Rojo y finalmente el Canal de Suez, para salir al Mar Mediterráneo.
En este contexto, no debe olvidarse que China es un gran inversionista en África, y que los niveles de comercio entre el gigante asiático y el continente africano han venido incrementándose sustancialmente; de hecho China es el socio comercial más importante de África desde 2009, y la IED de este país en África se ha venido diversificando, de la infraestructura hacia otras áreas tales como el petróleo y los servicios, la manufactura y la industria de la construcción. Se estima además que China ha otorgado créditos a África por al menos 136 mil millones de dólares desde 2000.
¿No son estas razones más que suficientes para iniciar negociaciones con los dirigentes del AfCFTA? Recordemos que, en los negocios como en muchos aspectos de la vida, el que llega primero gana.
1) Doctor en Relaciones Económicas Internacionales por SciencesPo, París. Este artículo forma parte de nuestra investigación “México y África: amigos, competidores y socios”, actualmente en desarrollo en el Departamento de Economía de la UAM Azcapotzalco.