En una colaboración previa (“Impacto económico mundial y en nuestro país del Coronavirus (covid-19)”, 16-02-2020), señalamos que algunas de las actividades más afectadas por la irrupción del coronavirus, serían las relacionadas con el turismo: líneas aéreas, hoteles, restaurantes. Y comentábamos que “…si consideramos que China es el segundo importador del mundo y que probablemente enfrente una recesión, esto quiere decir que todo el mundo resentirá el impacto de esta caída en la actividad económica china…y de ahí la propia recesión internacional”…Y añadimos que “…Si el mundo entra en recesión, nuestras exportaciones de frenarán (exportamos 450,000 millones de dólares en 2018), pues los países destino de nuestros productos dejarán de comprar, añadiendo más elementos negativos a la recesión en que ya nos encontramos. A lo anterior hay que añadir la baja en la llegada de turistas chinos e incluso asiáticos a nuestra nación…”.
En estos momentos, la mañana del 20 de marzo, la bolsa de valores de Nueva York se encuentra en los niveles de mediados del año 2017, cuando llevaba 6 meses que había tomado posesión Donald Trump.
Y fue precisamente Donald Trump quien puso al mundo al borde de la recesión, al anunciar de manera intempestiva que se cancelaban los vuelos entre Europa y los Estados Unidos.
La manera en que hizo el anuncio, sumado a las palabras que utilizó (y las que no utilizó), envió señales muy malas al mercado. El efecto era tan negativo, que tuvo que hacer, tanto el como sus colaboradores, múltiples aclaraciones posteriores para señalar, entre otras cosas, que el comercio no se interrumpía. Pero el daño ya estaba hecho.
Precisamente, cuando vimos sus primeras declaraciones, me atreví a decir que el señor Trump estaba provocando “La gran recesión mundial”.
Las declaraciones de Trump tumbaron a la bolsa de Nueva York. Y por contagio, las bolsas del resto del mundo se fueron a la baja.
Ahora bien. La caída en la actividad económica mundial ha afectado ya no solo a las líneas aéreas, que han visto caer el precio de sus acciones de manera espectacular, sino que, como señalamos en nuestra colaboración mencionada, las cadenas globales de valor se han visto afectadas, de hecho paralizadas, como es el caso del sector automotriz, uno de los que más arrastre económico tienen por los empleos que genera de manera directa e indirecta; y es de hecho uno de los más afectados: se cierran plantas en Europa (el epicentro actual de la pandemia) y por consecuencia las plantas en los países de origen o proveedores de estas empresas en Europa, se ven paralizadas.
El cierre de fronteras que han instrumentado Los Estados Unidos, Europa y algunos países latinoamericanos, ha contribuido a esta debacle mundial, a lo que se suma la baja en la demanda de productos por parte de China, principal mercado de varios países de América Latina.
Por otro lado, el impacto mismo del coronavirus es en sí mismo muy fuerte. En aras de evitar su propagación, los gobiernos de los países desarrollados y varios en desarrollo, han instrumentado medidas tendientes a promover la reclusión hogareña, así como evitar los eventos de carácter masivo. Muchos países, excepto en México, donde el mismo presidente besa niños, abraza a sus admiradores y, por otro lado, se permiten los conciertos masivos.
El hecho de no salir implica que las personas no tienen que ir ni siquiera a la tienda de la esquina, a menos que sea por estricta necesidad. Y esta actitud afecta sobre todo a los pequeños negocios: tiendas vecinales, pequeños restaurantes, gimnasios cercanos a la casa, etcétera.
Pero debemos recordar que las pequeñas empresas son las grandes generadoras de empleos en el mundo, por lo que no demandarles, provocará miles de cierres de estas micro, pequeñas y medianas empresas, provocando un desempleo masivo. Las compras a domicilio son una buena opción ante esta situación.
Todo este panorama es el que ha hecho caer de manera recurrente y espectacular a las bolsas de valores del mundo.
Si a lo anterior añadimos la cantidad de gente empleada en el sector informal (en México son más de 31 millones de personas), y que vive al día con lo que logra vender o emplearse en el comercio o actividades informales, los efectos negativos se multiplican (además de que se ve muy complicado decirle a estas personas que no salgan de sus casas, pues no tienen alternativa).
En este contexto, es de notar la mala gestión de la crisis; de hecho, la no gestión de la crisis. Los organismos financieros internacionales como la OCDE, el FMI, el Banco Mundial o el BID, no han hecho sentir su presencia para calmar los mercados o proponer una respuesta concertada a esta caída de la actividad económica global y sus consecuencias a corto, mediano y largo plazo.
Las ayudas a las empresas se empiezan a gestionar de manera individual por cada uno de los gobiernos; y los apoyos a las familias también, pero no se han instrumentado, por diversas razones, con la rapidez que la situación amerita.
Es más, algunos gobiernos, como el mexicano, han manifestado que no son necesarios dichos programas de apoyo, aunque parecen estar cambiando poco a poco de actitud. En el pecado llevarán la penitencia.
La caída en los precios del petróleo es otro elemento que afectará el curso de la economía mundial: si bien esto significará insumos energéticos baratos, también significa menores ingresos para las economías de los países en desarrollo que exportan este bien, a menos que estén protegidos por las coberturas llamadas petroleras, que garantizan los precios a que se contraten (en el caso mexicano, el secretario de Hacienda ha manifestado que está cubierta toda la venta a USD 49 dólares, lo que significa alrededor del 4 por ciento del PIB).
Resumiendo: es necesaria una acción urgente, pero sobre todo coordinada, de las instituciones económicas mundiales como la OCDE, el FMI, el Banco Mundial y el BID, para el diseño, instrumentación y seguimiento de una estrategia anti crisis.
Por otro lado, la actitud de negar los riesgos de la pandemia; y las reacciones desmesuradas y hasta incoherentes de algunos gobiernos como el de Estados Unidos, han puesto al mundo al borde de una gran recesión mundial.
Es tiempo de acciones y soluciones ante la gran recesión mundial que se avecina.
Millones de personas a punto de perder sus empleos lo ameritan.
*Doctor en Economía por SciencesPo, París.
Profesor en el Departamento de Economía de la UAM Azcapotzalco, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.