El lunes 9 de marzo, nos amanecimos con la noticia de que, después de una semana caótica para los mercados (de hecho, algunas lonjas perdieron más de lo que habían ganado en todo el año), los mercados reaccionaron a la baja ante dos noticias: el Coronavirus (el cual ha sido catalogado por algunos analistas serios como Pandemia); y la caída del precio del petróleo por falta de acuerdos de la OPEP y diferencias con Rusia en cuanto a los niveles de producción para abril.
La bolsa de Hong Kong perdió este lunes 9 de marzo más del 4 por ciento; la de Shanghai más del 3 por ciento; el índice Nikkei de Tokio perdió más del 5 por ciento (recordemos que estos mercados abren y cierran antes).
En lo que respecta a las bolsas de Europa, el Dax de Alemania perdió casi 8 por ciento; el CAC de Francia más del 8 por ciento y el mercado de Londres perdió a su vez más del 7.5 por ciento.
Al momento de escribir estas notas, el índice Dow Jones perdía casi 8 por ciento, mientras que el de Standard and Poor’s más del 7 por ciento. De hecho, Wall Street detuvo la cotización 15 minutos para frenar el miedo al virus
Estas caídas no llegan a los niveles acumulados de las crisis de 1987 o 2008, pero son bastante preocupantes y los gobiernos no deben bajar la guardia.
El Coronavirus obligó a que, durante el fin de semana, Italia tomara la medida de aislar a 16 millones de personas; y por su parte, España ha cerrado ya todos los centros educativos. Ambas medidas, más otras de los gobiernos europeos, tendrán implicaciones; concretamente se espera que la producción de bienes y servicios experimentará una baja, la cual podrá afectar a la producción de bienes en todo Europa (recordemos que hay las cadenas de valor, lo que quiere decir que diversas partes de un bien se producen en varios y diferentes países); de ahí que ante una posible baja de ventas y de ganancias, los inversionistas hayan desatado una venta de acciones generalizada.
Por su parte, la falta de acuerdos de la OPEP el fin de semana, por la falta de consenso para las cuotas de producción en abril, llevó a que Arabia Saudita declarara que ellos producirían lo que demandara el mercado; en otras palabras, aumentarán su producción, lo que llevó a una disminución anticipada de los precios del energético (recordemos que hay unos instrumentos llamados los contratos de precios a futuros), y a una probable guerra de precios.
Este escenario se ve más complicado pies Rusia tratará de aprovechar esta tendecia a la baja antes que sus competidores, para no perder mercados en Europa.
¿Cómo impactará esta situación a México?
La situación en México ya venía complicada desde fines del año pasado; y para este año, las diversas organizaciones económicas internacionales como el Banco Mundial, la OCDE y el FMI, pronosticaban un crecimiento casi cero para México. En otras palabras, con un país en recesión, la crisis que se viene, independientemente de su magnitud y duración, simplemente agudizará esta tendencia.
Si bien se tienen reservas suficientes para evitar una devaluación más que incómoda del peso, el Banxico deberá mantener altas las tasas de interés, lo cual frenará la inversión y el gasto de consumo; esto último por dos vías. En primer lugar, la gente no querrá endeudarse, con lo que disminuirá el consumo y las ventas; y en segundo lugar, los gastos por intereses absorberán una parte importante del ingreso de los hogares, los cuales podrían verse presionados si las empresas comienzan a realizar despidos ante la futura baja de las ventas.
Recordemos que, como hemos anotado en otras colaboraciones, si el mundo cae en recesión, nuestras exportaciones se frenarán, aumentando la baja en nuestra actividad económica.
Estas perspectivas de bajo crecimiento de la economía han hecho que la Bolsa mexicana de valores cierre a la baja, además de que existe el ‘contagio’ de las bolsas (derivado de la alta vinculación de las economía de EEUU y México).
Un elemento favorable es que los futuros del peso mexicano se han mantenido relativamente estables: en los contratos a enero de 2021, la cotización es de $21.15 pesos por dólar.
Así, mientras las malas expectativas de la economía no contagien a los tenedores de dinero, las reservas podrían garantizar una cierta estabilidad de la moneda mexicana; en caso contrario, recordemos que las expectativas se cumplen.
Por otro lado, las ventas mexicanas de petróleo al extranjero fueron por USD 26,000 millones en 2019, y no se ven perspectivas de que la plataforma de explotación aumente.
Bajo este escenario, una caída den el precio de la mezcla mexicana de, por ejemplo, un 25 por ciento, ocasionaría que recibiéramos tan solo USD 19,500 millones de dólares.
Recordemos que los Criterios Generales de Política Económica presupuestaron 49 dólares por barril para 2020; así que buzos si baja de este nivel, lo cual es lo más probable.
Lo anterior a pesar de que se compraron coberturas para este precio, pues estas costaron USD 20,000 millones de dólares, los cuales saldrán del Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP), del cual ya se ha tomado dinero, y el cual tiene la finalidad de compensar una disminución de los ingresos del gobierno federal por debajo de lo estimado en la Ley de Ingresos de la Federación del ejercicio fiscal presente, con el objetivo de cumplir con el Presupuesto de Egresos sin realizar recortes en el gasto.
Es de considerar finalmente que, mientras en Italia el primer ministro Giuseppe Conte señaló que “Habría sido criminal ocultar datos del coronavirus o minimizarlo”, aquí en México, como dijo un amigo, se sigue confiando en el paracetamol y el vick para esta pandemia del Coronavirus.
* Doctor en economía por SciencesPo París; profesor en el Departamento de Economía de la UAM Azcapotzalco. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.