Si alguna cualidad debe reconocerse en las instituciones dirigidas por el dogma neoliberal y sus feligreses, es que no pierden la oportunidad para sugerir sus ya conocidas y devastadoras recetas incluso en condiciones adversas.
Faltando mucho para definir en qué consiste la “Cuarta Transformación” en materia económica (decretar la muerte del neoliberalismo en una mañanera equivale a doblar las campanas para ir a misa: el que quiere y puede va, si es religioso, claro), el Fondo Monetario Internacional (FMI) recomendó al gobierno federal aumentar sus ingresos fiscales.
¿La razón? Las nuevas “prioridades políticas” del presidente Andrés Manuel Lopez Obrador, apenas mencionadas por el organismo (apoyos a estudiantes, mujeres y adultos mayores, además de proyectos de rescate a Pemex y tipo NAIM en Santa Lucía y Tren Maya, entre otras), las cuales “aumentaron la presión sobre el gasto”, sostuvo el FMI.
Por ello el FMI consideró necesarias medidas adicionales para cumplir con los objetivos fiscales de reducción de la deuda y el déficit, y al mismo tiempo financiar el gasto”, según se difundió.
“Las previsiones presupuestarias del gobierno se basan en supuestos optimistas para el crecimiento del producto interno bruto (PIB), producción de petróleo e ingresos fiscales”, remarcó (traducción: sólo los chicharrones de nuestros pronosticadores truenan, los demás son aprendices, a pesar de los eternos desaciertos).
“El crecimiento ha disminuido “drásticamente” y “las presiones fiscales están aumentando”. De hecho, para este año redujo de 0.9 a 0.4 por ciento el pronóstico de crecimiento”, destacó el FMI.
Frente a tan oscuro escenario, recomendó entonces al gobierno “aplicar el impuesto al valor agregado (IVA) a los alimentos, hoy exentos”, y “también “abolir” la política de precios de las gasolinas, porque “garantizar el crecimiento del precio al público del combustible por debajo de la inflación con reducciones de la tasa de impuestos especiales beneficia desproporcionadamente a los ricos y debe abolirse”, según el organismo neoliberal.
Respecto del impuesto a las ganancias de las empresas y al ingreso de las personas, propuso “racionalizar” algunas de las deducciones existentes o que benefician a los estratos de mayor ingreso (es decir, no eliminar las deducciones para no afectar la supuesta inversión) y ampliar el límite máximo del impuesto sobre la renta (ISR), actualmente en 32 por ciento.
También recomendó una reforma a los impuestos a la propiedad y registro de vehículos (la temible tenencia) para reducir las transferencias del gobierno central a los estados y municipios, es decir, que los estados se hagan cargo.
Criticó la reducción del IVA y el ISR en la frontera norte, ordenada por el Presidente a principios de este año, porque “crea distorsiones y probablemente erosiona la base impositiva y, por tanto, debe abolirse de inmediato o al menos no extenderse después de 2020”.
“La principal prioridad de las autoridades debería ser aumentar los ingresos fiscales no petroleros y hacer al sistema tributario más progresivo”, es decir, que grave en mayor proporción al estrato de ingresos altos. El fondo instó a las autoridades a llevar a cabo una revisión exhaustiva del sistema tributario con miras a presentar planes para racionalizar los gastos y ampliar la base impositiva”.
Ya encarrerado, el FMI sugirió al gobierno “reconsiderar el plan de negocios de Pemex con el objetivo de mejorar la rentabilidad, al tiempo que se brinda alivio al presupuesto.
Es decir, para qué invertir en refinerías si el negocio está bien en manos de quienes está, además de que “la situación financiera de la compañía sigue siendo débil, su deuda es elevada y la producción había estado cayendo hasta hace muy poco”.
“El plan de negocios limita la cooperación con firmas privadas en los negocios de aguas arriba de Pemex para contratos de servicios, prevé invertir mucho en refinación, un negocio de baja producción y pérdidas, y carece de formas concretas para reducir los costos operativos”, resaltó.
“Lo que es más importante, las asociaciones entre Pemex y el sector privado siguen siendo la forma más prometedora de remplazar las reservas y aumentar la producción dadas las presiones fiscales”.
Lo anterior ni traducción requiere, sólo decir que eso es producto de la reforma energética del sexenio pasado, y tampoco hace falta suponer quiénes van a ser los beneficiados y quiénes los afectados (los de siempre en ambos casos).